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ABC MADRID 24-11-2018 página 15
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ABC MADRID 24-11-2018 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 24 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 15 LA ALBERCA A los cuatro vientos Cláusulas suelo ALBERTO GARCÍA REYES LA PISTOLA DE RUFIÁN El analfabetismo institucional avanza porque es una parte del plan para acabar con España Un mercado regulado con sentencias y decretos La doctrina del Tribunal de Justicia de la UE, que hace dos años dictaminó que los bancos deben devolver todo el dinero cobrado de forma abusiva por las cláusulas suelo, inspira la sentencia de la Audiencia de Madrid, que ayer dio la razón a Adicae en su macrodemanda contra cuarenta entidades. Parcheada e improvisada con decretos gubernamentales y autos contradictorios, la ley hipotecaria sigue aportando al sector financiero e inmobiliario una inseguridad jurídica que garantiza el desbarajuste y desalienta el negocio. Por justa que sea, como en este caso, que una sentencia diga justo lo contrario que otra firmada incluso por el Supremo no es propio de mercados maduros. D Manifestación contra las cláusulas suelo AFP Sondeo en Cataluña Ciudadanos paga la factura de su pasividad La última entrega del barómetro de la Generalitat refleja un claro desgaste de la coalición de intereses que, mal que bien, conforman el PDECat y ERC. Especialmente pronunciada es la caída de la formación que dirige desde Waterloo el prófugo Puigdemont, y también el auge de la CUP, envalentonada Apretad, hacéis bien en apretar por Quim Torra. El separatismo coge aire, alentado por el Gobierno de Sánchez, mientras que Ciudadanos paga cara su pasividad a la hora de tomar la iniciativa constitucionalista como fuerza más votada. Inés Arrimadas, en el Parlamento catalán AFP Dani Mateo, en el juzgado No hay símbolos si antes no hay nación Muy mal se le tienen que dar las cosas a Dani Mateo para que resulte condenado por sonarse los mocos en la tele con la bandera de España. Citado a declarar este próximo lunes por dos delitos ultraje a los símbolos y odio el actor emprende su camino a los altares, como víctima y mártir de una presunta libertad de expresión que ya ampara la quema de fotos del Rey y que el propio Gobierno pretende ampliar a todo tipo de ofensas a los símbolos nacionales. Barra libre. Para respetar sus símbolos, primero hay que tener conciencia del valor de una nación. Al oído POR ALUSIONES Como invitado al Parlament, el director de TV 3 tuvo que escuchar ayer las quejas de los diputados de Ciudadanos, recurrentes víctimas de las sátiras siempre selectivas de los humoristas de su cadena. La pregunta de Sonia Sierra puede resultar extraña, incluso inapropiada ¿Usted cree que somos unos hijos de puta? pero resultaba obligada después de que los candidatos de Ciudadanos fueran calificados de esta manera en la emisora autonómica. E la pistola de Indalecio Prieto a la halitosis de Gabriel Rufián sólo hay un rebuzno. Al fin y al cabo, la democracia se desangra igual por los disparos que por los roznidos. Porque la arrogancia ignorante de un diputado es también violencia. Violencia intelectual. Terror retórico. Dar la palabra a un onagro en el Congreso es renunciar a la decencia, si es que aquí la decencia le importa a alguien, pero el orgullo nacional está acojonado en un zulo esperando que pase de largo el ejército de minorías políticas aliadas contra natura y contra España. Y ese complejo es el que está achicando metro a metro el espacio de la libertad. Nos hemos encogido ante la presunta superioridad moral de unas señorías lerdas que unos días roznan y otros escupen. El analfabetismo institucional avanza sin resistencia porque sus representantes son los que pagan la silla del presidente del Gobierno. Y, cuando se es un indigente, al que apoquina no se le rechista. La imagen de la ministra de Justicia, campeona mundial de reprobaciones porque ha puntuado ya en todas las cámaras, tirando de la manga de Borrell en plena reyerta con el macarra Rufián es el retrato de una época. El Gobierno rehén de Sánchez no puede enfrascarse en peloteras con sus amos porque primero está el poder y luego España. Los vasallos no pueden enfrentarse a los señores. Han de guardar silencio. Hacer la vista gorda ante los salivajos de sus patrones. Humillarse. Dejar que el vandalismo político pisotee la integridad de nuestra democracia. En apenas un lustro, los guardianes del progreso han dejado tantas veces las puertas del Estado abiertas que han conseguido que se cuelen hasta la cocina el comunismo 3.0 y la ultraderecha maquillada. Los radicalismos de uno y otro lado han resurgido por culpa de la mojigatería de una clase política decadente que ha sido incapaz de protegerse de los ataques virulentos de los antisistema. Ha vencido el miedo. Incluso los articulistas escribimos con el freno de mano echado para evitar que nos maten las milicias de trolls populistas que han tomado las posiciones estratégicas de las redes sociales. Todos tenemos un poco de culpa de que el Congreso se haya poblado de cafres dispuestos a amartillar las armas del siglo XXI contra sus adversarios ideológicos. Todos somos responsables del ataque furibundo a nuestra estructura de bienestar que han diseñado estos asaltantes de caminos. Todos hemos contribuido a que nos representen en el templo de nuestra libertad estos insolventes mentales cuya única tesis es el mugido. Todos. Yo el primero. Pero hasta aquí hemos llegado. Se acabó la prosa timorata. Si el presidente quiere seguir aguantando esa agresión a la inteligencia a cambio de vivir un tiempecito en la bicoca de los aviones oficiales, estupendo. Pero tarde o temprano tendrá que asumir las consecuencias de la pistola de Rufián, que lo encañona con el intestino grueso. Serrín en la cabeza y estiércol en el estómago. Abono para los cardos borriqueros que han brotado en el Congreso justo donde antes se empuñaban rosas.

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