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ABC MADRID 21-11-2018 página 3
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ABC MIÉRCOLES, 21 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es opinion LA TERCERA 3 F U N DA D O E N 1 9 0 3 P O R D O N T O R C UAT O LU C A D E T E NA LA UNIVERSALIDAD DE LA DEFENSA POR LUIS FELIÚ ORTEGA Hay que recuperar la carrera militar, como tal, que hoy no existe, y que esa carrera sea un título universitario per sé. Ello implicaría que la AGM fuera una universidad o mejor un campus de una Universidad de la Defensa que englobara a las de la Armada y el Ejército del Aire para los puestos que deben desempeñar en las unidades, pero esto es engañoso. En efecto, no dudo de que salen bien preparados para el mando de sección de su especialidad, pero no es debido al grado de la Universidad de Zaragoza, sino al esfuerzo y valía de los profesores militares y al entusiasmo de la mayoría de los cadetes, pero no es por sí solo una garantía para el resto de su carrera. Incluso esto no es así para las Armas técnicas ya que deben completar su formación en las unidades. También se manifiesta que son integralmente mucho mejores que los de las últimas promociones del anterior sistema. Esto es también evidente pero engañoso pues el proceso de selección es muy duro y siempre que existe un proceso así, sea cual sea su método, la selección se produce. Lo mismo ocurriría si el grado elegido hubiera sido de otra naturaleza. a solución está a la vista. Hay que recuperar la carrera militar, como tal, que hoy no existe, y que esa carrera sea un título universitario per sé. Ello implicaría que la AGM fueNIETO ra una universidad o mejor un campus de una Universidad de la Defensa que englobara a las de la Armada y el Ejército del Aire. No se entiende por qué no se logró, cuando en cambio sí lo lograron universidades privadas como las Universidades de la Iglesia o el CEU. Eso sí, cumpliendo todas las condiciones requeridas, en cuanto a créditos, profesores titulados, doctores... De esta forma se obtendría una titulación universitaria militar como lo es, por ejemplo, la de Ciencias de la Información, Bellas Artes o Teología. Y que no se dude, que como en otros países, nuestros militares serían demandados por las empresas, no por su título de grado de IOI sino por su título y experiencia militares. No obstante todo lo anterior, el camino, que parece fácil no lo es en absoluto. Se tropieza con dos obstáculos importantes. Nuestros políticos actuales, aunque cada vez menos, siguen recelando de los militares y no quieren que exista un centro de formación militar sin un estrecho control por parte de las instituciones civiles. En segundo lugar, nuestros mandos militares siguen en la creencia de que de esta forma se logra una mayor integración con el resto de la sociedad y que el paso a la vida civil de los que deciden abandonar la profesión militar, cosa que ocurrirá cada vez más frecuentemente, será más fácil. Contra lo primero es difícil luchar, contra lo segundo creo que es más fácil sacarles de su error pues no hay tal convivencia con los estudiantes civiles y ya se ha dicho que las empresas buscan a sus empleados por su capacidad y valía y no por un título que lograron hace años y que no han practicado. LUIS FELIÚ ORTEGA ES TENIENTE GENERAL (R) L AS universidades se crearon para formar a los estudiantes de forma que pudieran ejercer su profesión, lo que suponía en primer lugar proporcionarles una base, un bagaje cultural e intelectual para afrontar las distintas situaciones en las que a lo largo de su carrera podrían encontrarse, así como permitirles perfeccionarse y especializarse de acuerdo con sus preferencias, aptitudes y necesidades. En segundo lugar y esto ha sido siempre más necesario en aquellas profesiones llamadas vocacionales, la universidad debía lograr que los alumnos conocieran y por lo tanto amaran su profesión, mediante la adquisición de una serie de valores y actitudes, de forma que además imprimieran carácter, es decir una forma de ser y de actuar necesarias para desenvolverse adecuadamente en su carrera. Estos objetivos van en contra de una moderna y a nuestro modo de ver errónea idea de que lo que se debe pretender es preparar a los alumnos para ejercer inmediatamente el cometido de su primer empleo o puesto de trabajo, cosa harto difícil por la diversidad de puestos de trabajo que existen en una misma profesión y porque cada vez más, las empresas o instituciones, más que títulos, lo que buscan son personas capaces de resolver los problemas que se presenten. Pues bien, en el caso de la profesión militar, profesión eminentemente vocacional, parece que esos principios se han olvidado o menospreciado y no quisiera pensar que los responsables de esta situación lo hicieron más o menos intencionadamente pero así aparece en la Ley 39 07 de la Carrera Militar. Resulta difícil entender que la base o bagaje cultural que necesita un militar que va a ejercer su profesión como oficial profesional sea el grado de Ingeniería de Organización Industrial (IOI) Tampoco se entiende que este grado le facilite el emprender los cursos de especialización de su trayectoria militar. En cuanto al conocimiento de la profesión, en la actual Academia General Militar (AGM) los cadetes viven mucho más preocupados de superar el grado que de otra cosa y apenas tienen tiempo para pensar o hablar de la profesión militar, como decía nuestro Decálogo del cadete Se dan con muy poca profundidad o no se dan materias tan importantes para nuestra profesión como el mando (no solo el liderazgo) la deontología, la psicología, la geografía y la historia militar, la introducción a la estrategia y otras más. L Por lo que respecta a la preparación técnica básica, no dudo de que se obtenga con el actual grado pero ocupa mucho más tiempo y esfuerzo del necesario en detrimento del resto de las disciplinas citadas. Además, para las Armas, llamadas técnicas, como Artillería e Ingenieros, la formación técnica es totalmente inadecuada para su especialidad, a cambio de otras materias mucho menos importantes y además no les faculta para muchas de las misiones que doctrinalmente les pueden ser encomendadas. No se ha tenido en cuenta que principalmente el Ejército de Tierra no es homogéneo y sus mandos necesitan especialidades diferentes. Pero a todo lo anterior hay que añadir los aspectos morales de la cuestión. Como ya se ha indicado en diversas ocasiones, es una verdadera humillación sin precedentes ni similitudes con ninguna otra carrera que sea el rector de la Universidad de Zaragoza el que decida quiénes son los que pueden recibir el despacho de tenientes del Ejército. Se ha destrozado el tan necesario espíritu de promoción ya que sus componentes no siguen juntos las mismas vicisitudes. Procedimiento importado de las universidades civiles es difícil saber en qué curso están, pues pasan con asignaturas pendientes que deben ir recuperando. La formación y espíritu de Arma es casi nulo pues el quinto curso, que es cuando debería lograrse, está casi monopolizado por recuperar las asignaturas pendientes y el trabajo de fin de curso. Los partidarios del actual sistema, que los hay, arguyen que salen muy bien preparados

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