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ABC MADRID 19-11-2018 página 13
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC LUNES, 19 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN ANDALUCÍA CONSAGRARÁ A CIUDADANOS Uno de cada cinco andaluces está dispuesto a entender y respaldar lo que significa en política el término bisagra democrática A tenor de la encuesta publicada ayer por ABC, bastante más fiable que la cocinada por Tezanos para el CIS, los andaluces se disponen a consagrar a Ciudadanos como un partido bisagra determinante en el mapa político español. Si se confirman los pronósticos, unánimes en este punto, la formación liderada por Albert Rivera experimentará un crecimiento sustancial, en buena medida logrado a costa del PP, a pesar de haber sostenido en la última legislatura a un gobierno del puño y la rosa abrasado por la corrupción y el ejercicio ininterrumpido del poder desde hace cuarenta años. Subirá la candidatura que encabeza Juan Marín, quizá hasta el extremo de relegar a los populares al tercer puesto, y lo hará especialmente en las ciudades donde los de la gaviota tenían hasta hace muy poco su feudo. La lectura de este resultado, evidentemente provisional en espera del verdadero escrutinio, va de suyo: el electorado andaluz no solo no percibe el apoyo de Cs a Susana Díaz como una traición merecedora de reproche, sino que lo premia con un espectacular ascenso, de momento en intención de voto. A la espera de ver si esa voluntad se traduce o no en papeletas, cabe destacar algunas conclusiones. Primera, que fracasa el empeño de Moreno Bonilla por presentar a los naranjitos como cómplices de los desmanes socialistas, sin aclarar que la única alternativa a esa fórmula era echar al PSOE en brazos de Podemos, dado que la suma de Cs más PP resultaba insuficiente para formar un ejecutivo. Segunda, que tampoco funciona la reciente estrategia de Díaz, consistente en renegar de los de Rivera identificándolos despectivamente con la derecha de siempre portadora de un estigma infamante de acuerdo con su visión imbuida de la clásica buena conciencia socialista. Tercera, que uno de cada cinco andaluces está dispuesto a entender y respaldar lo que significa en política el término bisagra a saber, un grupo de centro, con un ideario inequívocamente constitucional, capaz de completar una mayoría de izquierdas o de derechas dependiendo de la circunstancia y la aritmética parlamentaria, garantizando con su presencia la moderación inherente a esa vocación centrista. Cuarta, que el bipartidismo está muerto y enterrado, a causa de sus propios pecados, mal que les pese a ciertos nostálgicos de un pasado que no volverá. Quinta, que mientras el populismo podemita se estanca o pierde fuelle, lastrado por sus luchas intestinas y su falta de proyecto viable, la alternativa democrática a los dos partidos que se han turnado en el poder desde la Transición se consolida con vigor en una comunidad tan importante desde el punto de vista electoral como Andalucía. Sexta, que esa alternativa se abre paso a pesar de la vigente ley electoral, defendida con ardor desde el PP y el PSOE por resultar muy beneficiosa para sus intereses, aun sabiendo que era letal para los de España al otorgar insultantes ventajas a nacionalistas y separatistas. Séptima, que extrapolando todo lo que precede al escenario de unas generales, cabe conservar la esperanza de un futuro en el que nuestro destino no dependa de movimientos abiertamente desleales a la Nación y a la Carta Magna, sino de posibles acuerdos entre fuerzas compatibles con el término democracia Esto, suponiendo que el PSOE recupere algún día sus señas de identidad y abandone la senda de felonía por la que lo ha lanzado su actual líder en su afán de alcanzar la poltrona. En caso contrario, solo habrá una combinación posible, a menos que Sánchez vuelva a cambiar de camisa, lo que no parece en absoluto imposible... IGNACIO CAMACHO ESPAÑA EN LA PARED El Prado es uno de los escasos proyectos nacionales que quedan intactos. Su colección representa nuestro autorretrato ÁS allá de su extraordinario valor como pinacoteca, lógicamente la primera en arte español y una de las mejores en pintura italiana y flamenca, el Prado representa uno de los escasos proyectos nacionales que quedan en España después de cuatro décadas de descentralización casi completa. El Estado abordó el desarrollo del modelo autonómico de una forma tan seria que renunció a mantener una Universidad Central o un hospital de referencia, y bastantes ministerios carecen apenas de más competencias que las de hacerse cargo de unas leyes- marco que algunas comunidades ni siquiera respetan. Hay territorios en los que el idioma castellano ha sido execrado como una tara impuesta. En ese paisaje político, administrativo y cultural en el que cualquier huella de identidad común está sometida a sospecha, el museo que hoy empieza su bicentenario conserva la memoria de la vieja nación con toda su solera. No son, o no son sólo, los cuadros que cuelgan de sus paredes sino el alma que encierran; la tradición, el testimonio histórico, el patrimonio moral, la leyenda de gloria y de fracaso, de esplendor y de miseria, de dignidad y de oprobio, de paz y de guerra. La mirada de los reyes, la fe de los mártires, el orgullo de la nobleza, la desventura de los mendigos, el prestigio imperial, el heroísmo de las victorias bélicas, la fatalidad de los perdedores con su halo de idealismo y de tragedia. El acervo de lo que fuimos y el espejo de lo que somos: eso es lo que esa fabulosa colección representa. Un testamento estético y ético que los españoles de generaciones pasadas han transmitido a los de las venideras; un depósito del legado más valioso de nuestra conciencia. Por un feliz avatar que en las actuales circunstancias casi cabría atribuir a alguna suerte de milagro, ese carácter de simbolismo emblemático ha quedado hasta ahora al margen de la cainita pulsión política por la rescritura del pasado. El Prado es una isla de consenso en una atmósfera pública de convulsiones y espasmos, y ese compromiso de neutralidad es la única manera de que su tesoro material, y sobre todo intangible, quede a salvo. No han faltado en la historia reciente tentaciones de asalto pero un infrecuente hálito de lucidez colectiva ha protegido su excepcionalidad de bien de Estado. Ese sentido de la responsabilidad, desafortunadamente raro, constituye un rasgo de esperanza contra nuestra secular y autodestructiva proclividad al fracaso; demuestra que aún puede fluir una cierta estrategia de país sobre la que los demonios del antagonismo no pongan sus manos. Porque se trata de mucho más que del beneficio turístico, de la reputación cultural o incluso del respeto por la belleza como concepto abstracto: se trata de la idea de España que está contenida en esos ocho mil cuadros. Cada uno de ellos es por separado una estampa memorial pero juntos dibujan nuestro propio autorretrato. M JM NIETO Fe de ratas

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