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ABC MADRID 12-11-2018 página 36
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  • EdiciónABC, MADRID
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36 ECONOMÍA LUNES, 12 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es economia ABC EL QUINTO EN DISCORDIA POR JOSÉ RAMÓN ITURRIAGA El petróleo cambia los argumentarios Aunque no lo crean, en las últimas semanas el precio del barril de petróleo ha caído más de un 20 Según el argot financiero se encuentra en un bear market Todos tenemos la sensación de que ha repuntado mucho en el año, pero tras las últimas caídas la subida se queda en el 5 que tampoco es para tanto. No lo destaco para subirme al carro tan populista de que estas bajadas no se han trasladado al precio de la gasolina y hacer uso del argumento habitual en estos casos. Y probablemente no tarde en saltar a los medios de comunicación, porque genera titulares facilones y controvertidos, muy del gusto actual. Un déjà vu Lo traigo para enfatizar lo rápido que cambian las circunstancias en un mercado en concreto. Hasta hace pocos días, los analistas y los bancos de inversión hacían cábalas sobre cuándo llegaría a los 100 dólares por barril y ahora, después de perder 15 dólares en pocas semanas, están dando la vuelta a su argumentario. Hacer predicciones sobre algo sujeto a variables que están fuera de nuestro alcance es una quimera. Hoy parece que la OPEP no va a recortar más su producción algo tendrá que ver lo que ha pasado en Arabia Saudí que las sanciones a Irán no son tan estrictas como parecía son ya varios países los que han anunciado que no las van a cumplir o que los datos de reservas han sorprendido al alza en las últimas semanas. En las materias primas, más allá de las idas y venidas de los precios, que permiten justificar las comisiones que cobran muchos bancos de inversión, lo que hay que entender es que el precio tiende a converger con el coste de extracción de la última unidad marginal. En el caso del petróleo, este coste está entorno a los 60 dólares por barril. Por ahí se estabilizará, para luego volver a subir y bajar. En cualquier caso, buenas noticias para España, que tiene una gran dependencia energética. No todo iban a ser subidas de impuestos. El Tribunal Supremo enmienda el error La controvertida decisión del Tribunal Supremo de la semana pasada era, sin duda, la más difícil que podían tomar, pero también la mejor. Llegados a ese punto, cualquier otro apaño hubiera sido un error, una faena de aliño que no hubiera zanjado el tema y que sin duda hubiera traído cola. Los que pensábamos que iban a buscar una componenda para tratar de salvar la cara nos equivocamos. El pleno de la Sala Tercera estuvo a la altura de su enorme responsabilidad. Los quince magistrados que apoyaron la resolución recompusieron la figura y no se dejaron llevar por la poderosa fuerza de lo políticamente correcto, en una demostración de independencia a prueba de todo. Se aplicaron aquello de que más vale una vez rojo que cien veces amarillo. Se cierra un triste episodio de la mejor manera posible, salvaguardando lo más importante: la seguridad jurídica. El lenguaje de vencedores y vencidos, tan a la orden del día, resulta tan inevitable como equivocado porque ha generado un problema donde no lo había. Hasta hace quince días, a tenor de la ley y de la jurisprudencia de los últimos 23 años, solo unos pocos pícaros consideraban que los AJD no lo debían pagar los clientes. A raíz de la sentencia de hace dos semanas todo cambió. Más allá de lo que haya detrás de esta precipitada primera Tribunal Supremo ABC sentencia, el Estado de Derecho ha sido capaz de subsanar el error a pesar de que el poder judicial se ha dejado algunos pelos en la gatera. Con todo, esta actuación sienta un precedente: el Supremo no sucumbe a presiones por fuertes que estas sean. Y a partir de ahí, vuelta a la rutina. Los políticos a la greña tratando de sacar tajada. Sánchez ha estado hábil y se ha merendado, una vez más, el discurso populista a Podemos. El resto han balbuceado el argumentario de circunstancia, poniéndose de lado para no contravenir a la masa en la medida de los posible. Es lo que toca. Tenemos mucho que agradecer al pleno de la Sala Tercera del Tribunal Supremo. LOCURA Y RAZÓN EN LAS BOLSAS El dinero final, el de verdad, el de los grandes fondos de inversión, fondos de pensiones y compañías de seguros, está a por uvas E l comportamiento de las Bolsas en las últimas semanas ha sido errático: sobrerreacciona y magnifica las (malas) noticias. Y más allá de los repuntes de volatilidad, que entran dentro de lo que se puede considerar su comportamiento normal, diferencias superiores al 15 en un mismo día entre la acción que mejor lo hace y la que peor comportamiento muestra constituye un síntoma de la esquizofrenia a la que hemos llegado en los mercados. Los algoritmos, las máquinas o los fondos direccionales y temáticos son algunas de las razones que se esgrimen para justificar estos movimientos. Y probablemente tengan parte de culpa. Sin embargo, lo que de verdad denota es que el dinero final, el de verdad, el de los grandes fondos de inversión, fondos de pensiones y compañías de seguros, está a por uvas. Se han contagiado del escepticismo del ambiente y se han atrincherado en los cuarteles de invierno a la espera de que escampe. Se han dejado llevar por el exceso de emocionalidad de los mercados. Y de ahí la oportunidad. Y aunque resulte paradójico, ahora es cuando esa ventana es mayor. Los fundamentales siempre se acaban imponiendo y ahora es cuan- do más olvidados están. El mercado está a otras cosas. A Trump, a Italia, al Brexit, al Supremo y a la última ocurrencia de Sánchez. Sin embargo, no se presta atención a la evolución de los beneficios empresariales, que ahora mismo señalan que la Bolsa española no ha estado tan barata desde 2011 y 2009. La máxima de que el mercado puede permanecer irracional más tiempo que uno solvente no resulta cierta, si uno tiene el porcentaje de renta variable que debe tener. Es decir, entendiendo la Bolsa como una forma de poner a trabajar su dinero a través de una cartera con unos objetivos de rentabilidad acordes a una planificación financiera personal. La reciente volatilidad y el mal comportamiento de la Bolsa europea durante los últimos tres años no ayudan, pero no es el momento de tirar la toalla. No olviden la máxima hegeliana: la razón siempre se impone.

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