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ABC MADRID 12-11-2018 página 13
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ABC MADRID 12-11-2018 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC LUNES, 12 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN ESPAÑA YA EXISTÍA... Y existirá cuando sus actuales dirigentes sean polvo, mientras existan gentes dispuestas a defenderla UCHO antes de que confluyeran los intereses de la burguesía industrial periférica con los más bajos instintos tribales y el supremacismo racial o lingüístico, para alumbrar los nacionalismos catalán y vasco, a mediados del siglo XIX, España ya era vieja. Existía como comunidad de intereses, como solar de gentes vinculadas por una cierta conciencia común, al menos desde que san Isidoro de Sevilla cantó sus bellezas en una célebre oda escrita en época de los visigodos. Después sobrevino la invasión musulmana y España se empeñó en volver a ser, hasta el punto de pelear durante ocho largos siglos para ganarse el derecho a recuperar su esencia, sus raíces cristiano- romanas y el espacio que por posición y vocación le correspondía ocupar entre las naciones más prósperas, actualmente encuadradas en ese club de privilegiados que es la Unión Europea. España era España antes de Franco y lo ha seguido siendo después. Renegar de sus símbolos, su bandera, su formidable legado cultural y su indiscutible influencia en la construcción del mundo tal como lo conocemos hoy, simplemente porque un dictador los utilizara en su beneficio durante un paréntesis insignificante en términos históricos, denota una profunda ignorancia, un sectarismo feroz, o una perversa mezcla de ambos. Un cóctel letal que la izquierda se empeña en apurar voluntariamente e intenta hacernos tragar a los demás hasta las heces. M España ya existía y era mucha España antes de Sabino Arana, de Pi y Margall y desde luego de Junqueras, Puigdemont o Sánchez. Ni que decir tiene que les sobrevivirá, se pongan como se pongan, aunque es probable que debilitada, como consecuencia del esfuerzo ímprobo que unos y otros despliegan con el afán de destruirla. En el caso de los catalanes y vascos se comprende: ese propósito constituye su única razón de ser. ¿Pero el presidente del Gobierno? Él encarna el paradigma del suicidio ligado a una ambición desmedida. Es sabido desde antiguo que los dioses ciegan a los hombres a quienes pretenden perder. A Sánchez le han arrancado los ojos para guiarle directo al abismo. Entregar a las comunidades autónomas más control del que ya ejercen en materia de educación, como se dispone a hacer, es pura y simplemente un dislate; un arma de manipulación masiva puesta al servicio del separatismo. Indultar a un golpista orgulloso de su intentona sediciosa, en nombre de un apaciguamiento no solo indigno, sino inútil, demuestra tanta cobardía como cortedad de miras. Reducir la memoria histórica a una versión tuerta de lo acaecido durante y después de nuestra Guerra Civil, a costa de reabrir feas heridas curadas, que los protagonistas de esos hechos habían decidido olvidar, denota una carencia de escrúpulos impropia de quien gobierna a todos los españoles, incluida la abrumadora mayoría que no le ha votado a él. España ya existía antes de esta traidora embestida y existirá cuando sus actuales dirigentes sean polvo. Existirá en su arte, sus monumentos, sus hazañas históricas, su literatura universal, su formidable patrimonio material e inmaterial acumulado durante milenios. Existirá merced al patriotismo cultural (la feliz expresión acuñada por mi admirado Fernando García de Cortázar) de cuantos contribuyamos a conservar y difundir ese legado a través del periodismo, el ensayo, el cine o la novela histórica, lanzada de la mano de un grupo de escritores patriotas al rescate de ese pasado común, hoy retorcido y tergiversado con fines políticos cortoplacistas ajenos a la verdad y a la más elemental decencia u honestidad intelectual. Existirá mientras existan gentes dispuestas a defenderla, por muchas batallas que perdamos o fuerte que golpee en el ánimo la tentación de desistir. IGNACIO CAMACHO LA ESTRELLA AMARILLA Todo proceso de destrucción de la libertad empieza por la estigmatización y el aislamiento de un enemigo imaginario ADO que en las campañas electorales los políticos tienden a la sobreactuación, es probable que Pedro Sánchez no piense de veras que el PP y Ciudadanos socavan la paz social y la convivencia Pero lo dice, y tal vez sea peor, porque sabe que sus votantes y correligionarios sí lo piensan, y en todo caso porque desea excitar en ese sentido los sentimientos de su clientela. El vigente debate político no trata de ideas; trata de emociones primarias, de consignas, de esquemas simples dirigidos a pintar la realidad con brocha gruesa y, fundamentalmente, a estigmatizar al adversario colgándole etiquetas. Y la que el presidente asigna a los partidos liberales cuando les acusa de practicar una política pendenciera ah, los provocadores de Alsasua es la nueva estrella amarilla que identifica a los apestados del centro- derecha: gente indigna, despreciable y aviesa, saboteadora del orden justo, igualitario y benéfico que su Gobierno ha devuelto a España tras una etapa de degradación abyecta. El problema de este rudimentario significante no es que Sánchez se lo crea, ni siquiera que le sirva para adjudicarse el monopolio de la posición correcta, sino que lo utiliza para tejer una alambrada de aislamiento moral de la disidencia. Y lo hace junto a sus peligrosos aliados separatistas y antisistema, expertos en crear atmósferas de opresión autoritaria de media sociedad contra la otra media. El PSOE sanchista ya no hay otro, y si lo hay está neutralizado se ha alejado del bloque constitucional para alinearse con progresiva claridad junto al nacionalpopulismo republicano. Ese brusco cambio, que deserta de su moderna tradición aunque no, por desgracia, de la de un pasado más lejano, le provoca cierta mala conciencia que necesita aplacar mediante la agitación de un falso paradigma tan antiguo como sesgado: el de la derecha como bando metafísica y ontológicamente equivocado. Esa construcción maniquea supone, de hecho, la derogación del principio básico de la Transición, que no sólo era la cultura del pacto sino la del respeto al oponente como parte legítima del careo democrático. La nueva izquierda desdeña ese concepto de tolerancia para degradar al rival imponiéndole un marchamo sectario que simplemente lo saca del marco de la discusión política y lo condena al desahucio. Un designio de exclusión que expresaba con precisión semántica la imagen zapaterista del cordón sanitario: el contrincante, una vez identificado como sujeto reaccionario, no sólo vive en el error dogmático sino que padece una enfermedad sociópata por la que debe ser confinado. Todo proceso de destrucción de la libertad empieza por la eficaz invención de un enemigo imaginario. Si Sánchez gobernase solo con su partido, el asunto tal vez no pasaría de la típica hipérbole de campaña. Pero apoyado en quienes se apoya constituye una expresión subyacente de amenaza. D JM NIETO Fe de ratas

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