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ABC MADRID 02-11-2018 página 61
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 2 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es ABCdelOCIO 61 Patrimonio natural El fin del mundo Cada avispa china se come entre 25 y 50 abejas europeas al día, su dieta predilecta JAIME ARANA PRESIDENTE DEL CÍRCULO DE BIBLIOFILIA VENATORIA Ventana al campo Noviembre LOLO DE JUAN N o quiero ser apocalíptico, pero he titulado este artículo con una frase sobre el fin de la humanidad que algunos atribuyen al físico alemán Albert Einstein: Si las abejas desaparecieran de la faz de la Tierra, a los humanos sólo les quedarían cuatro años de vida Muchos estudiosos de Einstein niegan esta atribución al mayor científico de nuestra era contemporánea, pero aun siendo así, me parece de suma importancia reflexionar sobre esta cita. Para poder entender esta suposición, lógicamente tendremos que apoyarnos en el actual descenso de las poblaciones de abejas en todo el mundo, principales polinizadoras de las plantas y, por consiguiente, de suma importancia para la naturaleza y su biodiversidad. La polinización es un proceso fundamental en la reproducción de las plantas y, aunque las abejas no son las únicas polinizadoras que existen murciélagos, pájaros, mariposas y otros insectos también pueden hacerlo el 85 por ciento de las plantas del continente europeo dependen de ellas, estimando que tres cuartes partes de los alimentos en Europa se producen por su polinización. Aunque no podemos olvidar al mayor polinizador en masa, el viento, este lo hace solamente de forma indiscriminada, apto para monocultivos como el trigo y el maíz. Por el contrario, alimentos como las almendras, las ciruelas, las manzanas o las cerezas por ejemplo, dependen estrictamente de la polinización selectiva asistida Si por abejas, hasta un total de las abejas 91 cultivos consumidos por desaparecieran el hombre. Hay un ejemde la faz de la plo reciente en una parte tierra, a los de China, concretamente pamoscas, necesitan humanos sólo les en el área de Hanyuan, en de las abejas como susquedarían donde la total desaparición tento alimenticio; otras cuatro años de las abejas ha obligado a de mayor tamaño como de vida los campesinos a polinizar a el halcón abejero, migranmano los frutales; un simple alte estival, atacan las colmenas godón atado al extremo de una larguípara atiborrarse de sus larvas. La exsima vara es capaz de hacer la función tinción de estas aves solo sería el copolinizadora mezclando el polen de flor mienzo de un declive imparable; a parmacho a flor hembra, pero esto, lógica- tir de aquí, nuestra imaginación podría mente, solo puede ser un trabajo de chi- imaginar las consecuencias de esta hinos. pótesis catastrófica para la naturaleza. Si las abejas dejaran de existir, no soPero ante esta preocupante situación lamente desaparecerían las plantas, en la ya mermada población de abejas también algunas aves, y de manera in- y otros insectos beneficiosos, no todo mediata las depredadoras de abejas. son malas noticias. Recientemente, la Los abejarucos, los alcaudones o los pa- UE ha prohibido el uso de insecticidas Entran las nieblas del otoño profundo que suenan a rocíos intensos. A noches frías y perpetuas que traen tantos misterios como actividad. La montanera menea los careos de los cochinos que despiertan amores. Las crestas más baldías encuentran vida ahora que sus habitantes lucen sus trajes de boda. Los rebecos corren durante el día marcando el territorio. Los machos monteses se hacen sitio en las piaras de hembras. Los arruis en mi Extremadura del alma lo mismo. Los muflones también. Noviembre aprieta la mano como la aprietan los hombres duros del norte: con firmeza, con fijeza y con una templada mirada de cara al frío que acontece. Huele a chimenea y a manta. A atardeceres cortos y amaneceres que saben a España. Vamos a por él. que provocan la muerte de muchos polinizadores. Estos insecticidas, derivados de la nicotina, resultan perjudiciales para las abejas por afectar directamente su sistema nervioso. Las consecuencias de la ingestión de estos neonicotinoides no solo les provoca la muerte, sino también la pérdida inmediata de memoria, impidiéndoles volver a las colmenas para producir su rica miel. Además, la prohibición de estos letales insecticidas, será beneficiosa en un futuro próximo para la recuperación de la capa vegetal y, por consecuencia, del agua. Pero una vez que hemos subsanado nuestros errores, nos encontramos con un nuevo problema: la aparición de avispas chinas en toda Europa, probablemente las culpables de la desaparición de las abejas en su país de origen. Estas avispas, llamadas véspidos, vespa velutina, tripulantes de un carguero proveniente de Asia que arribó en Galicia en el año 2010, comenzaron rápidamente su proliferación en la cornisa cantábrica. Se reproducen como chinches en los climas subtropicales y zonas húmedas, encontrando su sitio ideal en el norte de España y sur de Francia. Avanzan a un ritmo de 50 kilómetros al año, llegando ya en 2015 a zonas de Baleares y Barcelona; la invasión es imparable. Cada avispa china se come entre 25 y 50 abejas europeas al día, su dieta predilecta. Las abejas obreras, los zánganos y la reina de cada colmena son comidas por las avispas chinas de manera alarmante y, aunque el mayor estrago es para los apicultores, el resto de la naturaleza también lo padecerá. Los nidos de esta invasora china, con más de 1.500 avispas por nido, tienen más de un metro de alto y se asientan en las zonas más inaccesibles para su erradicación; pero el ingenio humano ha conseguido vencerlas. Parece ser que la solución son los drones, capaces de disparar un dardo venenoso a los inalcanzables nidos en las copas de los árboles o las cornisas de edificios. Creo que las abejas, las anthophilas en griego que aman las flores están ya a salvo.

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