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ABC MADRID 23-10-2018 página 29
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MARTES, 23 DE OCTUBRE DE 2018 abc. es internacional INTERNACIONAL 29 DE LEJOS La delegación de EE. UU. a la izquierda encabezada por Bolton, durante su encuentro en Moscú con miembros del Consejo de Seguridad de Rusia PEDRO RODRÍGUEZ INF RIP Final a tres bandas del último acuerdo de la Guerra Fría en vigor para el control de armas nucleares E EFE China califica el paso como un gran error Pekín desarrolla sus propios misiles de alcance medio con cabeza nuclear PABLO M. DÍEZ CORRESPONSAL EN PEKÍN En plena guerra comercial, el presidente Trump ha abierto otro frente más con China al anunciar su plan para retirarse del tratado que EE. UU. suscribió en 1987 con la extinta Unión Soviética para eliminar y prohibir los misiles nucleares de rango intermedio. Aunque la Casa Blanca justifica esta controvertida decisión argumentando que Moscú lleva años incumpliendo el acuerdo, parece que su objetivo no apunta al Kremlin, sino al autoritario régimen de Pekín. Dentro de su ascenso como superpotencia gracias a su crecimiento económico, China ha desarrollado sus propios misiles nucleares de alcance medio para disputarle a EE. UU. la hegemonía en el Océano Pacífico, o al menos no estar a merced de sus portaaviones. Su arsenal apunta a las llamadas primera y segunda cadena de islas Mientras la primera la componen Japón, Taiwán y Filipinas (todos aliados de EE. UU. la segunda llegaría hasta la base militar de Guam, donde Washington tiene una de sus bases más importantes en el Pacífico. Ante estos proyectiles, comúnmente llamados mata- portaaviones la Casa Blanca no puede hacer nada porque tiene las manos atadas en virtud de su tratado de hace tres décadas con Moscú, por el que ambas partes renunciaron a sus miles balísticos y de crucero con un radio de entre 500 y 5.500 kilómetros. Como China está libre de esa restricción, Trump persigue ahora cancelar el acuerdo con Rusia para dotarse de cohetes intermedios con los que hacer frente a una hipotética amenaza de Pekín. Quiero recalcar que es complemente erróneo usar a China como excusa para salirse del tratado criticó ayer la portavoz de Exteriores, Hua Chunying, según informa Bloomberg. Confiando en que ambos países mantengan durante años los logros tan difícilmente alcanzados y en que aborden prudentemente y a través del diálogo los asuntos relacionados con el tratado recomendó a Trump que se lo piense dos veces antes de romper al acuerdo. Como es lógico, Pekín teme que el presidente estadounidense vuelva a dotarse de misiles nucleares intermedios lo que supondría una seria amenaza o que se libre del veto vigente desde 1987 para presionar en pos de un nuevo tratado que incluya no solo a Rusia, sino también a China. En previsión de que algo así pueda ocurrir y se vea obligada a renunciar a sus misiles intermedios, el régimen comunista lleva años desarrollando el H- 20. l deseo de la Administración Trump de abandonar el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, más conocido por sus siglas en inglés INF, tiene que ver con la espiral de incumplimientos compartida con Rusia pero no solamente. China forma también parte de este peligroso juego a tres bandas con el telón fondo de la proliferación de un tipo de armas tan peculiares como apocalípticas, pensadas para no ser utilizadas pero peligrosamente de moda. Firmado por Reagan y Gorbachov en 1987, el INF era el último acuerdo de la Guerra Fría en vigor para el control de armamento nuclear. El tratado, acompañado de un estricto régimen de verificación, supuso la destrucción de todos los misiles balísticos y de crucero con alcance entre 500 y 5.500 kilómetros acumulados por Moscú y Washington. Además de prohibir la posesión, producción y experimentación de este tipo de armas. Fue la primera vez que se intentó no solo limitar sino eliminar por completo toda una categoría de misiles, aunque sin llegar a incluir sus respectivas cabezas nucleares. Tras su ratificación y entrada en vigor en 1988, ambas partes alcanzaron su total cumplimiento en el verano de 1991, meses antes del colapso de la URSS. No obstante, EE. UU. y Rusia llevan años acusándose mutuamente de violar el INF. Esta larga agonía se ha visto acelerada con el grave deterioro de la relación bilateral provocada por la anexión de Crimea, las agresiones sufridas por Ucrania y la sospechada injerencia del Kremlin en las presidenciales del 2016 a favor de Trump. Sin embargo, para entender el inquietante final del INF hay que incluir a China. Bajo los términos del acuerdo, EE. UU. y también Rusia han tenido las manos atadas a la hora de responder a los esfuerzos de Pekín para consolidar una posición dominante en el Pacífico occidental. Al no participar del INF, China ha podido desarrollar un contundente arsenal nuclear de alcance intermedio capaz de cuestionar la histórica hegemonía americana en la región. Para no encallar en la trampa de Tucídides, la Navy ha empezado a buscar refuerzos.

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