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ABC MADRID 14-10-2018 página 58
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  • EdiciónABC, MADRID
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56 CULTURA DOMINGO, 14 DE OCTUBRE DE 2018 abc. es cultura ABC El autor... Emilio Lara CRONOLOGÍA DE SU VIDA 1545. Nace en Roma. Nieto de Carlos V e hijo de Octavio Farnesio y Margarita de Austria. 1561. Por voluntad de Felipe II, el joven Farnesio se instala en Alcalá de Henares para seguir un escrupuloso plan de estudios. 1571. Participa en la batalla de Lepanto como capitán de tres naves. 1578. Tras la muerte de don Juan de Austria, es nombrado gobernador de Flandes y general en jefe de los tercios. 1586. Se convierte en III duque de Parma, y con ese título será conocido en Europa. Alejandro Farnesio nació en Roma y quiso con locura a España, la nación donde se educó y a la que sirvió hasta la muerte, tras dejar atrás un ejército de admiradores y detractores. Demasiado para la España del XVI El rayo de la guerra EMILIO LARA R oma non basta una vita. Me encanta esa sentencia, esa frase que asume que una sola vida es insuficiente para abarcar la inconmensurable belleza de la capital italiana, para conocer a fondo la ciudad más cautivadora que conozco. Y me parece apropiada para resumir la biografía de Alejandro Farnesio, que nació en Roma y quiso con locura a España, la nación donde se educó y a la que sirvió hasta la muerte, tras dejar atrás un ejército de admiradores y detractores debido a su carisma, su genialidad militar, política y diplomática. Demasiado para la España del siglo XVI. Vino al mundo en 1545. En su linaje se entremezclaban sangre papal e imperial, pues era biznieto del pontífice Paulo III por línea paterna y nieto de Carlos V por la rama materna. Su madre, Margarita de Austria, hermana natural de Felipe II, fue nombrada gobernadora de los Países Bajos, y en aquel avispero del imperio, el niño Farnesio aprendió los rudimentos políticos. Felipe II, su tío, dispuso que Alejandro Farnesio, al cumplir 14 años, se trasladase a España. En 1561, por voluntad del monarca, el joven Farnesio se instala en Alcalá de Henares para seguir un escrupuloso plan de estudios teniendo como compañeros a su tío, Juan de Austria, y a su primo hermano, el príncipe Carlos, el hijo de Felipe II que tantos desórdenes mentales padeció y que tan trágico final tuvo. Los tres muchachos, de edades similares, convivieron y disfrutaron en Alcalá, donde Juan de Austria descolló en el aprovechamiento intelectual y Alejandro Farnesio en las actividades físicas, pues se aficionó a la equitación, la caza, la esgrima y cualquier disciplina relacionada con el arte de la guerra. En los dulces años alcalaínos de correrías estudiantiles, un Farnesio fiestero, derrochador y amante de la buena ropa, se dedicó también a romper corazones, pues su gran atractivo físico, su donaire y don de gentes, lo convirtieron en su juventud en el hombre carismático que fue hasta el final de sus días. Se estaba gestando un líder deseoso de mostrar su valía. La oportunidad le llegó en Lepanto. En 1571, Juan de Austria es designado comandante de la Liga Santa, y ante la insistencia de su sobrino, le concede el mando de tres naves genovesas. Durante la batalla, Farnesio ordena el abordaje de una galera enemiga y, espada en mano, salta por la borda y combate a los turcos haciendo gala de un arrojo que le granjeará el respeto de sus soldados. Esa temeridad y audacia frente al enemigo serán antológicas a lo largo de su carrera militar. Había nacido una leyenda. Éxitos y alianzas Sucederá a Juan de Austria como gobernador de Flandes en 1578, y en aquella levantisca parcela del imperio, Farnesio aplicará las enseñanzas políticas y militares recibidas y multiplicará su eficacia merced a sus aportaciones personales. Jamás en la monarquía española un hombre demostrará mayor combinación de habilidades en tan poco tiempo. Se reveló como un superdotado. De hecho, sus éxitos diplomáticos y las alianzas efectuadas en Flandes hacen que, de algún modo, pueda ser considerado el precursor de Bélgica como país. Me gustan los libros, las películas y series de espionaje, de investigación periodística y de trastienda política por lo mucho que aprendo de los mecanismos de la condición humana. A veces, incluso más que de la propia vida. Pues mejor que todo ello es leer la fascinante biografía de Farnesio. Como militar fue una mezcla de Rommel y Patton. Su visión estratégica y táctica de los teatros de operaciones revolucionaron el arte de la guerra por combinar la astucia con la audacia, la ingeniería y la artillería y sacarle rendimiento a la mejor infantería del mundo: los tercios de la monarquía hispánica. Amberes y Maastricht serán un ejemplo de plazas con- Un joven Alejandro Farnesio, III duque de Parma quistadas gracias a su genio. Su arrojo era legendario, pues se exponía en primera línea sin que le importasen los cañonazos a su alrededor o las balas zumbando como abejorros de plomo, ya que antes se sentía soldado que general. De hecho, no dudaba en colocarse la armadura, montar a caballo y encabezar galopadas contra los rebeldes holandeses; y se arremangaba, cogía una pala y se ponía a cavar trincheras junto con los soldados rasos ante los descolocados oficiales de la alta nobleza de su estado mayor, paralizados de estupor al verlo trabajar como un gastador más. Era un general racional e intuitivo que preservaba la vida de sus hombres y sabía cuándo arengarlos para motivarlos, aunque no se arredraba si tenía que sofocar un motín, pues en una ocasión agarró por el pescuezo al cabecilla de un tercio alemán amotinado por adeudársele la paga y lo puso debajo de su caballo para que lo patease. Calaba a la gente. Era tan buen diplomático como estadista. Conocía los entresijos psicológicos de las personas y sabía cómo camelárselas o derrotarlas a base de recompensas, sobornos, ataques y pactos. Su visión política era muy moderna y prefería llegar a acuerdos antes que librar combates y derrochar sangre y dinero. Hoy lo

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