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ABC MADRID 07-10-2018 página 63
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 7 DE OCTUBRE DE 2018 abc. es cultura CULTURA 63 Una vida dedicada a la música Muere Montserrat Caballé Fortaleza y sentido del humor Montserrat Caballé siempre estaba sonriendo. Como en esta ocasión en que se rompió la pierna en una caída en Nueva York, lo que no le impidió seguir cantando Apoyo Su marido y sus hijos han sido un apoyo fundamental para la soprano en los momentos difíciles. Aquí aparecen los cuatro unas navidades ABC Tres generaciones ABC Familia La familia ha sido para la cantante un apoyo no solo en su vida sino también en su carrera. Bernabé Martí dejó los escenarios para seguir a su mujer por todo el mundo ABC Montserrat Caballé junto a su hija, Montserrat, y su nieta Daniela, nacida en 2011 fruto de la unión de Montse con Daniel Faidella INÉS BAUCELLS bre José Carreras. La propia Caballé contaba cómo fue esa primera representación, suficiente aunque insatisfactoria. Cómo volvió a casa y se recluyó para en apenas veinticuatro horas darle la vuelta al papel llevándolo al terreno de lo milagroso, de lo mágico de lo extrañamente incorpóreo. Primero la música, decía, luego vendrá el texto. Para ella era una forma de fidelidad al compositor aunque en realidad supusiera la idealización de un estilo sometido a las posibilidades de un instrumento prodigioso. Caballé cantó desde Isolda a Salomé, transitando por un repertorio abrumador. Bellini y Donizettti, cuya recuperación le debe mucho, parecerían lo lógico pero Repertorio ante la madu Caballé cantó rez corpórea desde Isolda de Aida o la a Salomé, Elisabetta de transitando por Don Carlo demostraba un repertorio una fortaleza abrumador singular. Incluso las puccinianas Madama Butterfly o la Liú de Turandot marcaron un territorio muy propio. Con independencia de la interesante penetración en el mundo de la canción a la que defendió durante tantos años en compañía de otro grande y culto como el pianista Miguel Zanetti. La sombra de todas aquellas vivencias se llama hoy discografía. A partir de ella se deducirán conclusiones formidables y experiencias únicas que el tiempo mantendrá incólumes. Aunque siempre será un tibio reflejo de aquella voz que pisó los escenarios proclamando ser una de las más bellas que jamás haya podido escucharse. La soprano cantó en las ruinas del Liceo, tras el incendio de 1994 ABC Su relación con el coliseo barcelonés La diva que cantó y lloró ante las cenizas del Liceo PEP GORGORI BARCELONA En 1941, Montserrat Caballé entró por vez primera en el Conservatorio del Liceo. Tenía tan solo ocho años y ahí estudió hasta cumplir los veintiuno. Entonces, el Conservatorio se comunicaba directamente con el Teatro a través de un pasadizo que los alumnos aprovechaban para colarse en las funciones. La actual directora del centro, María Serrat, recordaba ayer que Caballé decía que, al escuchar desde el Conservatorio a los grandes cantando en el Teatro, solía repetirse a sí misma: ¡Estudia, Montserrat, estudia, que algún día estarás ahí abajo! Ese fue el inicio de una relación es- trecha con el coliseo barcelonés. El Liceo no sería lo que ha llegado a ser sin la figura de la Caballé afirmaba ayer el presidente de la Fundación del Gran Teatro del Liceo, Salvador Alemany. El teatro descubrió a la diva el 7 de enero de 1962, cuando estrenó la Arabella de Strauss. A finales de los 60 y durante los 70 su agenda de estrella no le dejaba demasiados huecos libres, y el teatro adaptaba a ella su calendario. Entre Navidad y Reyes días que pasaba con su familia en Barcelona el Liceo aprovechaba para programar las óperas con sus roles más icónicos. Fueron años felicísimos para los aficionados a la lírica en Barcelona, ya que podían escoger entre Caballé y Victoria de los Ángeles. Helena Mora, directora de la Fundación Victoria de los Ángeles explicaba ayer que, a pesar de la leyenda urbana sobre la mala relación entre ambas artistas, la realidad es que lo único que había entre ellas era un amor incondicional por la música Victoria decía siempre que admiraba el fiato y los pianísimos de Montserrat, y que su Arabella era insuperable asegura Mora. En el Liceo, Caballé cantó casi todos sus roles: Aida, la Violeta de La Traviata Arabella, Lucrezia Borgia, Rusalka, la Mimì de La Bohème y un largó etcérera. Desavenencias artísticas en una producción de La Walkiria en 1990 llevaron a un distanciamiento que duró poco: el incendio de 1994 volvió a acercar a la cantante a la institución y su imagen llorando al contemplar las cenizas del que consideraba su teatro dio la vuelta al mundo. La reconciliación culminó tras la reconstrucción con la que sería la última ópera escenificada que protagonizaría en el Liceo, en el año 2002: Henry VIII de Camille SaintSaëns. En aquella producción permanecía a su lado la soprano Begoña Alberdi, que recuerda: En los ensayos y las representaciones impactaba ver que su nivel de exigencia seguía siendo tan alto como siempre, y antes del estreno incluso se la veía temblar de nervios La diva sabía que corrían rumores sobre su estado vocal, que aquella noche quedaron disipados. Flores y octavillas donde se leía Gracias por 40 años de fidelidad llovieron sobre el escenario al acabar la primera función. La capilla ardiente de Montserrat Caballé no se instalará en el Liceo por expreso deseo de la cantante de no ser exhibida al morir. Con todo, el teatro ha habilitado un libro de condolencias en el que todos los melómanos que lo deseen podrán dejar un recuerdo para la diva.

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