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ABC MADRID 28-09-2018 página 29
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ABC VIERNES, 28 DE SEPTIEMBRE DE 2018 abc. es internacional INTERNACIONAL 29 Quién es quién JULIE SWETNIK FUNCIONARIA MONNET CO. Esta funcionaria afirma que conoció a Kavanaugh en secundaria. A través de su abogado ha denunciado que presenció cómo el juez intentó emborrachar y drogar a varias mujeres para aprovecharse de ellas, intentando besarlas y desvestirlas en público. Swetnik asegura que sufrió una violación en grupo pero no recuerda si estaba Kavanaugh. DEBORAH RAMIREZ COMPAÑERA DE CLASE JOSÉ M. DE AREILZA UN PASADO IMPREDECIBLE E Christine Blasey Ford, en el Senado CHRISTINE BLASEY FORD PROFESORA UNIVERSITARIA REUTERS El juez Kavanaugh estudió en la universidad de Yale, en la que conoció a Ramirez. En sus primeros años allí, ambos acudieron a una fiesta en la que un amigo común retó al juez a enseñarle los genitales a Ramirez. Este lo hizo, y ella los apartó con la mano. Ramirez denunció el caso ante la prensa el pasado fin de semana. DENUNCIA ANÓNIMA Ford acusa al juez Kavanaugh de haber intentado violarla durante una fiesta hace cuatro décadas, cuando ambos estudiaban secundaria. En la supuesta agresión participó otro hombre, Mark Judge, que no ha sido llamado a testificar. La agresión salió a relucir hace años durante una terapia de pareja en la que estaba el marido de Ford. Una mujer de Colorado ha denunciado en una carta anónima enviada al Senado que en 1988, cuando Kavanaugh tenía 33 años, su hija presenció cómo este intentó forzar a una mujer públicamente en un bar, después de haber bebido abundantemente. El juez trabajaba entonces como abogado en Washington, tras haber sido asistente legal en el Supremo al que ahora intenta acceder. que parar y beber agua cuando recordó a sus hijas. Hasta nueve veces seguidas le preguntó la fiscal Mitchell si participó en el intento de violación de Ford, y en nueve ocasiones respondió no frunciendo el ceño y sin disimular su rabia. Su mujer le miraba atentamente, sentada atrás a su derecha. Pancartas, nerviosismo y llanto entrecortado en el Senado Con gesto serio y flanqueada por sus abogados, la profesora Christine Blasey Ford cruzó ayer los pasillos del Senado mientras de fondo una multitud gritaba yo sí te creo Unas 200 mujeres irrumpieron en el edificio en el que se celebraba la vista oral del juez Kavanaugh con pancartas en las que se leía MeToo, el lema del movimiento feminista que ha hecho de la oposición a Trump su razón de existir. Varias de las manifestantes se taparon la boca con un esparadrapo negro sobre el que escribieron creed a las mujeres A las puertas del edificio protestaba otro centenar de mujeres: Detened a Kavanugh Dentro de la sala, el ambiente era sombrío. Ford entró con los ojos llorosos y tomó asiento con evidente nerviosismo. Algunos conocidos de la profesora tomaron asiento tras ella y en las partes más tensas, su testimonio se vio interrumpido por algún llanto entrecortado del público. No soy así, soy inocente No soy así. Nunca he sido así. Soy inocente de estos cargos dijo Kavanaugh. Como Trump y otros líderes republicanos que le apoyan, el juez denunció el pormenorizado escrutinio de toda su vida, que le llevó a tener que admitir ante los senadores algo insólito en el Capitolio que fue virgen hasta bien entrados sus años universitarios. En secundaria cometimos estupideces. Pero dudo que sea el único que se avergüenza al recordar sus años de instituto dijo. Tras las denuncias de Ford otras tres mujeres han acusado a Kavanaugh de conducta inapropiada en su juventud. La comisión de Asuntos Judiciales, donde se celebró la vista, debe votar sobre el nominado este viernes, y el Senado en pleno debe ratificar el voto el lunes. Los republicanos tienen mayoría suficiente en ambos casos. El objeto de este tipo de vistas es juzgar la idoneidad del candidato, no su historial delictivo. Aun así, la profesora Ford y los demócratas han pedido al FBI que abra una investigación. Todo en la Administración Trump parece poner a prueba la resistencia de las instituciones. Nunca antes una vista oral al Supremo había reflejado de forma tan clara la división política en EE. UU. con los demócratas y el movimiento feminista MeToo en un lado y los republicanos, que controlan los poderes ejecutivo y legislativo, en otro. Los candidatos al tribunal suelen ser abogados o jueces de dilatada trayectoria y credenciales impecables que pocas veces deben dar explicaciones sobre su vida personal. En el caso de Kavanaugh sus opiniones sobre asuntos como la inmigración o el aborto han quedado en un plano secundario, su- peditados a su pasado y su comportamiento con las mujeres. Nueva defensa del presidente Donald Trump volvió ayer a salir en defensa de Kavanaugh: Le ha mostrado a Estados Unidos por qué le nominé. Su testimonio ha sido poderoso, honesto y fascinante indicó en Twitter. El miércoles, Trum recalcó que resulta que ahora se considera que alguien es culpable antes de que se demuestre su inocencia, es muy peligroso. A mí me ha pasado muchas veces, porque me acusaron falsamente ste verano el nombramiento de Brett Kavanaugh en el Supremo parecía sencillo. El lobby The Federalist Society responsable de seleccionar jueces para la Administración Trump, había hecho sus deberes. El candidato reunía todos los requisitos para conseguir la confirmación del Senado, de mayoría republicana. Kavanaugh estudió en Yale Law School, al igual que la mitad de los jueces del Supremo (la otra mitad fue a Harvard, como empieza a ser tradición) Formó parte del equipo de Ken Starr que investigó a Bill Clinton y luego asesoró a Bush hijo. Como juez había destacado por su fidelidad a valores conservadores y no había redactado sentencias ni artículos controvertidos. Es joven para la edad media del Supremo y su llegada inclinaría la balanza por muchos años a favor del bloque republicano. Donald Trump podría estar orgulloso de esta parte de su legado, haber nombrado dos jueces decisivos en el tribunal más poderoso del mundo. Pero hace unos días apareció la primera acusación de agresión sexual a Kavanaugh, de sus tiempos de estudiante de instituto. La hacía una respetada profesora, Christine Blasey Ford, dispuesta a testificar. A continuación, llegó una segunda denuncia por hechos similares en su paso por la universidad y esta semana otra más. Trump ha reaccionado diciendo que si George Washington necesitase confirmación los demócratas votarían en contra y encontrarían cualquier cosa en su vida privada. El presidente sin embargo no las tiene todas consigo. La sensibilidad de la opinión pública ha cambiado y el movimiento MeToo ha llegado para quedarse. Así que Trump, que por ahora se ha librado de varias acusaciones de agresiones sexuales, se muestra abierto a cambiar de opinión sobre Kavanaugh, en función de los testimonios de las presuntas víctimas. Los republicanos empiezan a sugerir el reemplazo del nominado, por la cercanía de las elecciones legislativas del 6 de noviembre. La presidencia de Trump y su eventual reelección en 2020 dependen en gran medida del resultado de estos comicios de otoño. Es muy posible que la Casa Blanca necesite un candidato a juez del Supremo cuyo pasado no sea impredecible.

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