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ABC MADRID 23-09-2018 página 87
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ABC DOMINGO, 23 DE SEPTIEMBRE DE 2018 abc. es espana madrid MADRID 87 LA UNA Y MEDIA La Casa de Alba, con Ortega El filósofo José Ortega y Gasset (dcha. departe con el Duque de Alba el último día del año de 1949 JESÚS HIGUERAS LA VERDADERA VIRTUD HUMANA Jesús nos invita a todos a considerar cuáles queremos que sean nuestras grandezas y en cuáles insistir más Lady Di y Carlos de Inglaterra ABC El Príncipe de Gales y su entonces esposa, en 1987, a su llegada a un desfile de moda de diseñadores británicos en el lujoso hotel C empleados, puso a los actores y a los toreros en una lista no confesada de clientes incómodos La mismísima Ava Gardner lo fue a pesar de ser una de sus mejores clientas, marcada por su fama de juerguista empedernida. Durante el franquismo, se convirtió en una oficiosa residencia para visitas de Estado en la que se mezclaron huéspedes de los más dispar: desde el nazi Heinrich Himmler hasta los Príncipes Rainiero y Grace de Mónaco, que celebraron su luna de miel aquí en 1956 y volvieron después en varias ocasiones. Sus últimos servicios en este sentido los cumplió durante el entierro de Franco, cuando muchos de los asistentes internacionales que se desplazaron hasta Madrid para despedir al dictador se alojaron en sus habitaciones. La política y las relaciones interna- cionales se han instalado en sus salones en innumerables ocasiones. En septiembre de 1979, el líder palestino Yaser Arafat dio su primera conferencia de prensa en el Salón de Lecturas. También tuvo como huéspedes a muchos de los participantes de la Conferencia de Paz de Oriente Medio, que tuvo lugar en noviembre de 1991. Eva Perón, Mijail Gorbachov, Margaret Thatcher, Jaques Chirac, George Bush, Bill Clinton, Kofi Annan, Tony Blair o Vladimir Putin han descansado también en sus suites. Quizá a Alfonso XIII le hubiera gustado saber que su hotel soñado sirvió para acoger a las más de 24 delegaciones oficiales se alojaron con motivo de las nupcias de su biznieto, el Rey Felipe VI con la Reina Letizia en mayo de 2004. Entre ellas, se instalaron en el Ritz las Casas Reales de Suecia, Noruega, Dinamarca, Reino Unido, Marruecos, los Príncipes de Mónaco o el Emperador de Japón con su séquito. El hotel espera volver a ser ese referente de modernidad cuando concluya sus obras. Si logran cumplir los plazos, después de los trágicos hechos de esta semana, abrirá sus puertas a finales de 2019 con 106 amplias habitaciones y 47 suites. La Real, con 188 metros cuadrados, contará con vistas exclusivas al Museo del Prado. La mítica cúpula del hotel Ritz ALBERTO FANEGO uando Jesús pregunta a sus discípulos qué es lo que discutían en el camino, todos callan avergonzados porque el tema había sido muy polémico: quién era el más importante. Es verdad que todos los hombres tenemos un afán innato de cierto protagonismo, de ser reconocidos por aquello que hacemos bien y ser valorados positivamente por los demás; pero Jesús aprovecha esa oportunidad para instruir acerca de la verdadera grandeza humana, que no está tanto en las acciones heroicas o en el reconocimiento de los otros cuanto en el interior del corazón humano que decide entregar su vida en el servicio a los demás. No olvidemos que María, nada más conocer la altísima misión que se le confiaba, se llamó a sí misma la sierva, la esclava del Señor, siendo consciente que sería la madre del Rey de Reyes no le pareció ni humillante ni despreciable servir hasta en lo más sencillo a la causa de Dios que también es la causa de los hombres. Jesús nos invita a todos a considerar cuáles queremos que sean nuestras grandezas y en qué punto debemos insistir más de nuestra personalidad, pues solo el servicio, que es el amor convertido en obras concretas, nos lleva con toda seguridad a identificarnos con el Corazón de Cristo y nos abre las puertas del mismo cielo. Un servicio silencioso, que no pase factura, que sea realmente desinteresado es la clave para vivir la caridad cristiana. Qué pena cuando hacemos algo bien y estamos esperando a que nos feliciten o nos reconozcan. Qué pena cuando me enfado en la familia o en trabajo porque estoy convencido que hago mucho más que los otros y eso me molesta y me lleva a continuos reproches. Hasta que no estemos convencidos que servir es un verdadero privilegio que nos hace Dios para que crezcamos interiormente, buscaremos honores humanos que al final nos dejarán el corazón hinchado de amargura. Saber servir es un don.

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