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ABC MADRID 21-09-2018 página 72
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  • EdiciónABC, MADRID
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72 ABCdelOCIO VIERNES, 21 DE SEPTIEMBRE DE 2018 abc. es ABC E n escena El pan y la sal Ejercicio de memoria El Teatro Español abre su temporada con una función que recrea el juicio que se siguió contra Garzón en 2012 J. B. Grito pelao DANIEL PÉREZ Grito pelao El baile de la maternidad J. B. La valentía y la sinceridad han sido siempre dos nortes en el trabajo de Rocío Molina, una de las más penetrantes voces del baile flamenco actual. Y valentía y sinceridad son dos premisas de Grito pelao en el que la bailaora ha contado con la colaboración de Silvia Pérez Cruz, autora del concepto y de la composición musical, y de Carlos Marqueríe, autor de la dramaturgia. Y cuenta también con una tercera y muy especial colaboración: la de su madre, Lola Cruz. Y es que Grito pelao habla del deseo de Rocío Molina que se define como una mujer sin pareja y lesbiana Deseo y maternidad son los dos motores del espectáculo, que se presentó en el pasado festival de Avignon y que es, formalmente, un baile entre tres mujeres, madres e hijas. La cadena de madres es el hilo conductor. Grito pelao Madrid. Teatros del Canal. Días 26, 27 y 28 de septiembre, a las 20,30 horas amón Barea, Natalia Díaz, Nuria Espert, Laura Galán, Ginés García Millán, Mario Gas, Emilio Gutiérrez Caba, Andrés Lima, Gloria Muñoz, Alberto San Juan y José Sacristán componen el reparto de El pan y la sal la lectura dramatizada que, con dirección del propio Lima, levanta el telón de la temporada del Teatro Español. Se trata de una producción del Teatro del Barrio, que presentó el texto hace tres años. Se trata de una dramatización, escrita por Raúl Quirós, del juicio que se siguió contra el juez Baltasar Garzón en febrero Nuria de 2012 por prevaricación. El magistrado, que fue absuelto Espert, T. ESPAÑOL Andrés Lima y Nuria Espert, en uno de los ensayos por el Tribunal Supremio, se Mario Gas o declaró competente para in- José Sacristán vestigar los crímenes del franintegran el quismo, tor hay 140.000 civiles de- lo que se busca a través de la cultura reparto La inclusión de esta producsaparecidos. Y esta obra se busca la justicia transicional, en la ción en la temporada del Español quiere hacer honor a esas per- que lo importante es la reparación más la justifica su directora, Carme Portasonas que, simplemente, quieren sa- que el castigo; y ahí entra esta obra, que celi, en que la memoria y no solo la ber la verdad no es una arenga política, y en la que memoria histórica es el leit motiv de Y precisamente el testimonio de los todo lo que se dice es, literalmente, lo este curso en el coliseo municipal. El personas que intervinieron en el juicio que se escuchó en el juicio. pan y la sal frase tomada del testi- la columna vertebral de El pan y la Tras las funciones en el Español, El monio de uno de los testigos del juicio sal Insiste Andrés Lima en que no es pan y la sal se verá en el Teatre Lliure es, dice Lima, una obra que trata so- una cuestión de ideologías, sino que de Barcelona (con Francesc Orella) los bre el olvido que habn sufrido las víc- queremos que esta causa sea defendi- días 29 y 30 de septiembre, y después timas de la guerra y la dictadura... y de da por el sentido común; que la verdad en el Teatro Central de Sevilla (con Ancómo ese olvido se convierte en herida tiene que empezar a salir a flote; y con tonio de la Torre) el 20 de octubre. profunda que debe ser sanada. Es una verdad hemos defendido este montaobra que habla del desgarro de un país je Natalia Díaz, además de actriz in- El pan y la sal Madrid. Teatro Español. Del 20 al 23 de que debe ser reparado tegrante de la Fundación Internacio En España sigue el actor y direc- nal Baltasar Garzón (Figbar) añade que septiembre R El idilio sin fin DIEGO DONCEL CINCO HORAS CON MARIO Texto: Miguel Delibes. Dirección: Josefina Molina. Adaptación: M. Delibes, J. Molina, José Sámano. Escenografía: Rafael Palmero. Iluminación: Manuel Maldonado. Música: Luis Eduardo Aute. Intérprete: Lola Herrera. Teatro Bellas Artes, Madrid. uarenta años después de su estreno, con miles de representaciones por todas las geografías imaginables, atravesando la reciente C historia cultural de este país, el mito de Cinco horas con Mario y Lola Herrera sigue vivo. Todos envejecemos menos los mitos, menos los idilios apasionados, y este de la obra de Delibes y Lola Herrera es el más largo, el más querido, el más recordado y el más aplaudido de nuestra escena. Un escenario negro, tres sillas, un sillón, la mesa de un despacho con una máquina de escribir y un termo, una papelera donde ir arrojando las basuras de la vida, un ataúd rosa chicle y una actriz sirven para poner en marcha de nuevo esta maquinaria de reproches, este ajuste de cuentas con un matrimonio gris que, como los grandes icebergs, ocultan más que muestran. Sí, es una radiografía de la familia, pero es también una radiografía de las ilusiones perdidas, del enorme fracaso en que consiste vivir. La cara B de los sueños de Menchu, de Mario, de Paco, de un país que se fascinaba con el desarrollismo y vivía anclado en morales asfixiantes. En el Teatro Bellas Artes todo lo vuelve a llenar, como siempre en estos cuarenta años, esta Carmen Sotillo, Menchu y su monólogo obsesivo, directo, sus frustradas ganas de medrar y sus aspiraciones pequeñoburguesas. Y el camino que hace durante toda esa noche en que vela al marido muerto supone un intento de expiar las culpas, de pasear los fantasmas del rencor, de confesar hasta qué punto su autorretrato se refleja en el espejo de la soledad, de la incomunicación, de las infidelidades y de la mentira. Las palabras que escribió Delibes siempre van más allá de lo que dicen, por eso, el personaje de Menchu, visto desde hoy, crea a la vez ternura y rechazo, comprensión y repudio. No importa tanto ahora para el espectador el marco político del franquismo, sino cómo se interiorizaron las ideas de un sistema (machista, discriminatorio, esterilizador) que trabajaba por la infelicidad de estos seres. El mensaje es claro: todos los personajes, todos nosotros somos víctimas de nosotros mismos, de los otros y de nuestra época. Por eso, Cinco horas con Mario sigue vigente, sigue emocionando y haciendo reír con sus descargas corrosivas e inocentes de humor. La puesta en escena, la dirección, la música o la iluminación son ya un clásico. Y Lola Herrera vuelve a imponer su sabiduría interpretativa, menos dramática, más serena. Modula la tragedia de esta vida desde todos los registros: la voz, el gesto. Solo podemos decir que las arrugas le sientan muy bien y que en esta despedida de Cinco horas con Mario vuelve a hacerlo a lo grande.

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