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ABC MADRID 13-08-2018 página 42
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  • EdiciónABC, MADRID
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42 ABCdelDEPORTE LUNES, 13 DE AGOSTO DE 2018 abc. es deportes ABC Campeonato de Europa de atletismo El maratón premia al grupo español Plata masculina y bronce femenino en una carrera que no retribuye a Javi Guerra, cuarto, y despide a Jesús España, sexto JOSÉ CARLOS CARABIAS ENVIADO ESPECIAL A BERLÍN o había síntomas de arrebato próximos al paroxismo, tampoco exaltación de banderas ondeando brazos en alto. Ni siquiera la reflexión primera al atender a los medios de la maratonianos hacía referencia al medallero, sino al rendimiento particular, al fin y al cabo deporte individual cien por cien. Resulta que España arrimó dos medallas al casillero (10) en la templada matinal de Berlín. Cuentan como oficiales la plata y el bronce de los equipos masculino y femenino que sudaron durante horas por las calles de la capital germana. Novedad en el espíritu de los campeonatos. La participación de Javi Guerra, cuarto, Jesús España, sexto en su despedida, y Raúl Santiago, 16 los tres primeros clasificados, deparó un subcampeonato que cuenta a efecto del medallero. Trihas Gebre, donostiarra de origen etíope, novena, Azucena Díaz, 13 y Elena Loyo, 23 subieron al podio a recoger la medalla de bronce. Miles de esponjas rectangulares amarillas y blancas en los puntos de auxilio suponen un bálsamo para los maratonianos. Los atletas se tiran con cierto orden a por una botella de agua y a por la esponja mojada. Tienen trabajo durante unos metros. Abren el recipiente hermético, se desmonteran y se mojan la gorra, se rocían de humedad, lo lanzan todo al suelo... N Galimany, Gebre, Díaz y Loyo, las españolas del maratón chimizados a los que dan ganas de lanzar un bocadillo de jamón más que una ración de agua. La velocidad es brutal, inimaginable en el grupo de cabeza de los chicos, que pasa por el kilómetro 17 con veinte unidades y dos españoles en liza, el segoviano Javier Guerra y el madrileño Jesús España. Las chicas han definido rápidamen- EFE te la situación, a la misma velocidad de vértigo. Es una sinfonía de Bielorrusia, con tres integrantes en el pelotón de mando y un par de invitadas (la francesa Calvin y la checa Vrakcova) listas para ser ajusticiadas en ese trío de atletas llegadas del frío. Sola, tal vez como corría por la planicie de Etiopía, viene la española na- cionalizada Thrias Gebre, residente en Guipúzcoa que encontró una nueva vida y mejores perspectivas cerca de la playa de la Concha que en su país de origen. Chica tímida, que controla con dificultad los matices del castellano, Gebre hace el maratón sin compañía, sin referencias precisas, salvo su propio ritmo ya que es su primer ma- Jornada de clausura La pesadilla de Salpeter: se paró a falta de una vuelta J. C. C. BERLÍN Ruth Beitia En el avituallamiento del equipo español está Ruth Beitia, toda una campeona olímpica, jefa de expedición de la selección, que predica con el ejemplo del liderazgo. No ordena que asistan a los atletas, ella es la primera que proporciona el agua a los competidores. A pie de asfalto, los maratonianos van muy rápidos. Son pequeñas locomotoras esmirriadas, cuerpos eschu- Fue el momento de los Europeos, el instante que recordarán los soportes digitales e impresos. Lonah Salpeter se detuvo cuando aún faltaba una vuelta para terminar la carrera de 5.000 metros y viajaba en pareja con la holandesa Hassan para conquistar el oro. Es, probablemente, la peor pesadilla que puede imaginar un atleta. Le sucedió a la keniana nacionalizada israelí Lonah Salpeter. La prueba de 5.000 era un mano a mano entre ella y la holandesa Hassan. Entre am- bas habían despedazado al pelotón en una escabechina considerable. La carrera se manejó a un ritmo infernal, muy veloz al paso por cada vuelta, al impulso de las dos atletas. Hassan nació en Etiopía y corre para Holanda, como Salpeter en Kenia para Israel. No tenían competencia posible porque cuando enfilaban la recta de meta de la penúltima vuelta, con la británica McColghan y la turca Can casi cuarenta metros por detrás. Salpenter, de repente, alzó los brazos jubilosa, pensando que había ganado, y se hizo a un lado buscando la línea recta, relajando el cuerpo, aliviando la tensión. Se dio cuenta de su equivocación por procedimiento sonoro. Atronó la campana que anuncia, manualmente, el último giro. El estadio era un lamento total, todo el mundo compadeciéndose de ella. La rebasaron la británica y la turca, además claro, de la holandesa, que aceleró de lo lindo. Salpeter volvió desnortada, ya no se rehizo. Trató de capturar a la turca, pero el cuerpo y el desánimo no le dieron para más. Hecha un baño de lágrimas, se tiró al suelo al llegar a la meta, cuarta, y sin la medalla que tenía asegurada unos segundos antes. Fue descalificada. Pablo Torrijos se fustiga en las declaracione. Peor no he podido com-

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