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ABC MADRID 09-08-2018 página 65
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ABC JUEVES, 9 DE AGOSTO DE 2018 abc. es estilo CULTURA ABCdelVERANO 65 DAVID MORÁN BARCELONA Queríamos que no sonase como nada de lo que se estuviese haciendo. Esa era nuestra música, perfeccionada de forma aislada de la radio y de las tendencias contemporáneas Al habla Levon Helm, el metrónomo que marcó el compás de la chisporroteante electrificación de Bob Dylan en 1965 y uno de los integrantes de esa banda que, dos años después, se aisló en un chalet de paredes rosáceas y sótano legendario cerca de Woodstock para hacer su música y, de paso, hacer historia. Nos rebelamos contra la rebelión añadiría años más tarde Robbie Robertson, autor de esa arrebatada The Weight que convertiría el debut de The Band, Music From Big Pink en uno de los más venerados santuarios de la música americana del siglo XX. El disco, publicado en el turbulento verano de 1968, celebra ahora su 50 aniversario con una lujosa reedición con nuevas mezclas, descartes, réplicas de los singles originales y una versión inédita a capella de esa I Shall Be Released que les regaló Dylan después de que Robertson, Rick Danko, Garth Hudson y Richard Manuel Levon Helm se unió más tarde hubiesen arropado al bardo de Minnesota durante su retiro y reclusión en Woodstock tras su célebre accidente de moto de 1966. The Band eran aún entonces The Hawks, unos músicos superdotados y crecidos al calor de Ronnie Hawkins que en un par de años se convertirían en los mejores aliados del Dylan mercurial: junto a ellos culminó su mutación eléctrica y, aprovechando su desaparición de la vida pública, grabó las legendarias The Basement Tapes en el sótano de Big Pink, una casa situada en West Saugerties (Nueva York) en la que los cinco músicos, rebautizados ya como The Band, darían forma al que sería su primer álbum. Si todos iban hacia el este, nosotros íbamos al oeste. No lo discutimos ni una sola vez. Éramos ese tipo de rebeldes con una causa absoluta. Separarnos de la manada fue un ins- The Band, un vals con la historia en el sótano del rock Una lujosa reedición celebra el 50 aniversario de Music From Big Pink el debut de los socios eléctricos de Bob Dylan zas entre rock, R B, folk y jazz. Incluso las referencias que manejaban eran poco o nada comunes: The Weight por poner un ejemplo, está conectada con el imaginario surrealista y religioso de Luis Buñuel. Era un animal diferente, un sonido diferente, una experiencia sónica diferente, una emoción diferente... Está en una longitud de onda diferente a cualquier cosa que hayamos hecho alguna vez o cualquier cosa que los demás hicieran en ese momento recordaba Robertson en una entrevista reciente. Tiempo de epifanías Tanto es así que la edición de Music From Big Pink fue como una suerte de epifanía para músicos como George Harrison o Eric Clapton. Este último, de hecho, quedó tan conmocionado que decidió dar carpetazo a Cream después de pegar la oreja al disco. Escuchar ese álbum tan genial me hizo sentir que estábamos atrapados y que yo quería salir de ahí escribiría años más tarde en su autobiografía el guitarrista británico. También Dylan, a la postre catalizador necesario de lo que sería el sonido de The Band, dejó su huella en un disco que, además de incluir su I Shall Be Released incorporaba otras dos canciones coescritas por el autor de Like A Rolling Stone Tears Of Rage a medias con Richard Manuel, y This Wheel s On Fire compuesta junto a Rick Danko. Más allá de su aportación musical, Music From Big Pink también supuso el debut público de Dylan como pintor: suyo es el dibujo que ilustra la carátula y en el que los músicos (no cinco, sino seis) comparten protagonismo con un elefante. El factor Dylan, sin embargo, no se tradujo en empujón comercial y los resultados de ventas de Music From Big Pink fueron más bien discretos. Un pequeño traspiés que, sin embargo, quedó en nada cuando Martin Scorsese se puso tras la cámara para filmar el último vals de The Band en 1976 y un puñado de estrellas capitaneadas por Neil Young, Van Morrison, Emmylou Harris y, claro, Bob Dylan, dejaron claro que The Band lo habían conseguido. Habían hecho historia desde los sótanos de la música popular. The Band, en la fotografía que ilustra las notas interiores de Music From Big Pink ABC tinto relataba Robertson sobre el germen de un disco que nació con la voluntad expresa de coronarse como alternativa balsámica a la electricidad airada de Jimi Hendrix y Cream y a los ecos sonoros de un 1968 en llamas. Ese mismo año, sin ir más lejos, Estados Unidos seguía lamiéndose las heridas en la Guerra de Vietnam, los asesinatos de Martin Luther King y Bob Kennedy mantenían en estado de shock a una población que tampoco hacía tanto que había enterrado a su presidente, y el verano del amor empezaba a palidecer mientras Charles Manson esperaba a la vuelta de la esquina para transformar en sueño hippie en una sangrienta pesadilla. Un ambiente enrarecido e irrespirable que The Band decidieron combatir con canciones purificadoras, excursiones a las raíces de la música americana y poderosas alian-

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