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ABC MADRID 01-08-2018 página 66
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  • EdiciónABC, MADRID
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66 ABCdelVERANO CULTURA MIÉRCOLES, 1 DE AGOSTO DE 2018 abc. es estilo ABC Vértigo Bailando más allá del límite No hay caminos trillados en sus coreografías, ni en las pausas para la comida, todos sentados, conversando en un porche con vistas al vergel del valle. Cuentan que Vértigo nació como un número impactante, un dueto, hace 26 años. La bailarina Noa Wertheim y su pareja Adi Shaal, un expiloto de caza que había dado un golpe de timón a su vida hacia la danza, produjeron el espectáculo del mismo nombre: Vértigo de volar, de regresar a tierra. De danzar. Y así es desede entonces. Shaal comenta que su visión es holística y que sus fuentes de inspiración son diversas, desde la Cábala al ecologismo, pasando por los vínculos familiares y amistosos que configuran nuestro modo de expresarnos Junto a la puerta de la sala de ensayo se amontonan los zapatos de los TALI Y HAI bailarines, metáfora de El dueto de la una vida en el aire y en el coreógrafa de polvo del camino. Vértigo con un Vértigo inicia a muchos bailarín parajóvenes en la búsqueda pléjico crea una emoción difícil del centro expresivo corde olvidar poral. Colombianos, rusos, israelíes y de otras naciones conviven intensamente durante varios días, los que dura el curso, enfocado a que encuentre cada uno su propio lenguaje. Bailar con silla de ruedas Pero si hay un proyecto emocionante es The power of balance (El poder del equilibrio) en el que una de las fundadoras de Vértigo, Tali Wertheim- Agranionik, se siente especialmente involucrada. Danza para nosotros junto a Hay Cohen, un bailarín con silla de ruedas que quedó tetrapléjico a los 14 años por saltar de cabeza en una piscina sin profundidad suficiente. Tras años de rehabilitación recuperó parcialmente la movilidad en los brazos. Nada le auguraba un encuentro como el que tuvo en 2000, cuando participó en el taller de Vértigo para personas con y sin discapacidad. Su vida cambió. Este mes de agosto repiten, un año más el taller, en la escuela del Kibutz, del 19 al 23. Quienes asistimos a la actuación de Hai y Tali en el local de ensayo acabamos con lágrimas en los ojos y el corazón en un puño, tal es la intensidad de su coreografía. Hace que te olvides de que uno de los dos danzantes está en una silla de ruedas. El movimiento se contagia. Viendo sus extremidades encontrarse y rehuirse, lentas, vienen a tu cabeza imágenes de pájaros con alas rotas que vuelven a volar, o tal vez ángeles caídos, cuerpos ingrávidos, sueños trizados que se mezclan. No podríamos honestamente señalar con claridad a quién pertenecen, si a ellos o a nosotros. Quedan grabados en la retina. El número se llama Intimate Somos críticos con los logros dice Tali sobre su baile, pero si aceptas lo que existe, empiezas a mejorar. Hay un deseo de felicidad en el que nos encontramos con el otro para ver qué pasa Hai añade que no recuerda haber decidido hacer esto. Sentí una conexión que no viene de la mente, en el baile suceden las cosas sin pensar concluye. Y le acompaña en la vida La compañía israelí extiende la danza contemporánea a los discapacitados, una emocionante iniciativa JESÚS GARCÍA CALERO JERUSALÉN Vértigo, una de las compañías de danza más renombradas de Israel, es por muchos motivos diferente. Además de sus giras internacionales y de la actividad en su sede central de Jerusalén, desde hace 10 años mantiene una escuela en un Kibutz, en la que arriesgan con nuevos proyectos y tratan de vivir en total armonía con el entorno agreste. La sala de trabajo de este pueblo de arte ecológico tiene dos muros de cristal y la naturaleza es parte de los ensayos: giran los brazos del bailarín y el viento sacude suavemente los árboles del valle de Elah en la ventana; los pies despegan del suelo en un salto enérgico y algún ave fuera emprende el vuelo como una exhalación. Buscan el sol de una expresión esquiva, espiritual, envuelta en fuerza interior, con el objetivo expreso de llegarte al corazón. En un Kibutz ecológico del valle de Elah En una nave avícola abandonada, en el Kibutz Netiv HaLamed Heh, en el Valle de Elah, es donde los fundadores de Vértigo levantaron su otro sueño. Es un lugar apartado de las giras internacionales y de la vida de las ciudades, tanto como de su sede en Jerusalén. Aquí enseñan la conexión entre el movimiento y la tierra, entre el cuerpo y la naturaleza de la que somos parte. Construido con radical base socioecológica, artistas y ambientalistas han creado un centro cultural sostenible y accesible. Ni una gota de lluvia se pierde: la depuran y reciclan. Compostan sus residuos. Producen el 20 de su energía y el 100 de su agua. Pero la filosofía va más allá. La sede está construida con impacto ecológico nimio, con materiales tradicionales barro y paja, fundamentalmente e incluso los baños son especiales. En ese entorno de integración organizan talleres y ofrecen a sus alumnos y a ciudadanos de toda condición un lugar donde expandir su expresividad desde la base.

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