ABC MADRID 04-07-2018 página 51

ABC MIÉRCOLES, 4 DE JULIO DE 2018 abc. es cultura CULTURA 51 Melancolía en tiempos de guerra EL VIAJE Te estoy escribiendo casi a oscuras por una avería en la luz eléctrica en el barco, pues solo tengo el final de una vela ESPERANZA Querida Vicenta, quiero que tengas mucha confianza en Dios y en la Santísima Madre que me sacará bien de este mal paso NOSTALGIA Si siempre que estoy separado de los niños tengo deseos de besarlos, ahora tengo verdadera ansiedad porque me permita Dios abrazarlos pronto, y vivir tranquilo a tu lado y al de ellos LA BATALLA Queridísima Vicenta de mi alma: un milagro de la Virgen Santa me salvó ayer de la horrenda catástrofe de la escuadra var la peor parte escribía Lallemand a su esposa el 24 de abril del 98. Es decir, un día antes de que dicha declaración se hiciera oficial. ¡Dios quiera que llegue una orden suspendiendo el viaje y mandándonos a Cádiz! añadía. Obviamente, no ocurrió. Enfermedades, el verdadero enemigo La guerra de Cuba fue cruenta, pero lo cierto es que la gran mayoría de los 58.000 muertos españoles no perdieron la vida por las heridas de arma. REENCUENTRO Todos me abrazaron, pues creían que me había ahogado, por haberme visto algunos en el agua FIN DE LA GUERRA Hoy ha llegado aquí la noticia oficial de que muy pronto quedaremos en libertad y saldremos por fin para España SUPERVIVIENTES Ya me voy convenciendo de que he escapado con vida, después de estar tan cerca de la muerte. A veces pienso si no me he ahogado y esto es solo un sueño REGRESO Los periódicos hablan de las negociaciones de paz. Dios quiera que muy pronto vaya a casa. Así podré abrazaros a todos ustedes, que es lo que más ganas tengo Sin respuesta Una de las principales preocupaciones que Lallemand comparte con su mujer es la ausencia de respuestas por su parte. Una desesperación que continuó tras la batalla, durante su cautiverio: Pasan días y semanas y, mientras llegan cartas para todos, aquí sigo yo sin saber nada de ustedes, en el estado de ánimo que te puedes imaginar. Temo que, desgraciadamente, esto se deba a que las noticias que tengan que darme sean malas Efectivamente: su padre y uno de sus hijos habían muerto. El sacrificio personal de Lallemand durante aquella odisea fue enorme, pero tenía claro que lo importante eran sus compañeros. Lo demostró tras la batalla, cuando renunció a la libertad que le correspondía por ser médico, contemplada en el Convenio de Ginebra de la Cruz Roja, por no dejarlos solos y heridos. Y continuó después atendiendo a 70 enfermos de una epidemia de fiebre que se había propagado entre nuestra gente en Portsmouth (Nuevo Hampshire, Estados Unidos) Tras el 1 de septiembre de 1898 no hubo más cartas de Allemand, que atracó por fin en Cádiz, junto al resto de de enfermos y prisioneros, el 12 de septiembre. Por sus servicios en Portsmouth recibió la Cruz Blanca del Mérito Naval, pero poco más de tres años después falleció en su casa. La causa: una peritonitis crónica, secuela del traumatismo abdominal que había sufrido en la batalla naval de Santiago de Cuba. Su entierro fue multitudinario. Tenía 45 años. Fiebre amarilla Algo más de un 55 murió de enfermedades comunes, un 36 de fiebre amarilla (más de un tercio) y solo un 5 por las heridas del combate. Mitad de muertos Según la historiadora Aurea Matilde Fernández, uno de cada 85 españoles participó en las guerras coloniales; y de cada dos que allí eran enviados, uno no volvía Disentería o paludismo A parte de la fiebre amarilla, muchos soldados españoles murieron de otras enfermedades como disentería, diarrea crónica, paludismo y otras relacionadas algunas con las anteriores, como debilidad general, diarrea palúdica, caquexia palúdica, enteritis crónica, infarto y cirrosis. Coste elevado La guerra dejó un saldo negativo nada despreciable para España, tanto humano (fallecidos, enfermos y mutilados) como en deudas económicas, lo que incluye el coste de la repatriación de soldados y civiles.