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ABC MADRID 30-06-2018 página 13
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ABC MADRID 30-06-2018 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 30 DE JUNIO DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA UNA MACARRADA TUITERA La Policía no puede utilizar Twitter como el desaguadero de pensamientos reflejos, mucho menos como palestra de exhibiciones macarras E N diversas ocasiones hemos señalado que la tecnología no es un instrumento neutro. Su misión no es otra según nos enseñase Marcuse que determinar la vida de la gente, casi siempre supliendo o abreviando nuestras decisiones, hasta tornarlas por completo inconscientes o impremeditadas. Este efecto de la tecnología se prueba muy especialmente en el auge de las redes sociales, que se han convertido en el desaguadero de nuestros pensamientos reflejos, como si lo que escribimos en Twitter o Facebook ya no pasara por nuestro cerebro. A nadie se le escapa que las redes sociales están alterando el comportamiento humano, haciéndolo cada vez más impulsivo y exhibicionista; y, al abreviar nuestras decisiones morales, las torna casi siempre erróneas, cuando no monstruosamente bravuconas. Si a esta nerviosidad irreflexiva sumamos el afán inmoderado por agradar a nuestros seguidores y obtener un atronador aplauso que se traduzca en me gustas y retuiteos, convendremos que los efectos del uso de las redes sociales sobre la conciencia son estragadores. Engullida por las redes sociales, la conciencia humana corre el riesgo de convertirse en un temible instinto del alma que nos empuja a obtener una inmediata recompensa (un halago o aplauso, por ejemplo) a veces lograda a costa de escarnecer o demonizar a quienes la tribu desea ver escarnecidos o demonizados. Estas conductas, que en personas particulares (sobre todo cuando tienen predicamento o capacidad de prescripción) resultan detestables, se tornan odiosas cuando las perpetran personas o instituciones públicas, a quienes obliga una mayor responsabilidad. Acaba de ocurrir con un tuit lanzado por la Policía Nacional, desde su cuenta de Twitter, donde con un lenguaje bastante macarra se acusaba a uno de los miembros de la jarca infame conocida como La Manada de haber sido pillado sic cuando pretendía obtener un pasaporte, quebrantando las medidas cautelares que le habían impuesto; y se acompañaba el tuit de una etiqueta de tono admonitorio o chulesco AsíNo) y de una imagen jocosa de un superhéroe enmascarado que mueve su dedo índice en señal de censura o reconvención. Resulta por completo irresponsable que la Policía Nacional utilice una cuenta oficial para lanzar mensajes así. No parece que un lenguaje tan informal y chulesco sea el más adecuado para referirse a un caso sub iudice que ha provocado enorme consternación en la sociedad española y ha servido de excusa a los pescadores en río revuelto para desprestigiar la labor de los jueces; tampoco parece que un tuit sea el medio idóneo para lanzar una acusación gravísima de la que pende la libertad de una persona. Ignoramos si en verdad el miembro de esa jarca infame intentó obtener un pasaporte en una comisaría. Si lo intentó, desde luego, debe ser hombre de muy pocas luces (aunque no de tan pocas como su abogado) pero más probable se nos antoja que su torpeza diese lugar a un malentendido. Salta a la vista que la Policía Nacional no pude publicar tuits de ese jaez desde una cuenta oficial. Su redactor actúo de forma por completo irreflexiva, ansioso de obtener repercusión y provocar alboroto; empleó una retórica por completo inadecuada; y, tal vez sin pretenderlo (pues pretenderlo denotaría gran miseria moral) sembró la alarma social, azuzó el amarillismo siempre ávido de los medios de adoctrinamiento de masas y causó grave daño a quien en este caso tal vez sólo actuó atolondradamente. La Policía Nacional no puede utilizar Twitter como el desaguadero de pensamientos reflejos, mucho menos como palestra de exhibiciones macarras. IGNACIO CAMACHO LA OPOSICIÓN VACANTE Cuando PP y Cs regresen al escenario se toparán con un mapa político nuevo construido a base de hechos consumados T JM NIETO Fe de ratas RANQUILOS, que algún día comparecerá la oposición, si para entonces Sánchez no ha convocado elecciones. En algún momento del año, quizá cuando los terroristas presos estén cerquita de sus casas y a punto de progresar de grado eufemismo oficial de excarcelación progresiva o cuando los líderes del procés duerman bajo la custodia de Torra, o cuando el PSOE y Podemos se hayan puesto de acuerdo para nombrar a pachas al ministro de la televisión pública, o cuando el Gobierno haya subido por decreto los impuestos, o cuando transfiera nuevas competencias al País Vasco, o cuando decida por su exclusiva cuenta la política sobre inmigrantes y refugiados, acaso entonces los españoles puedan conocer qué opinan el PP y Ciudadanos sobre esta sucesión de hechos consumados. Sin prisa, porque nada de eso lo puede evitar al fin y al cabo, y entre unas cosas y otras ya mismo llegan las vacaciones de verano. Con suerte, además, el presidente se decide a desenterrar a Franco y los dos partidos del centro- derecha encuentran alguna excusa para no pronunciarse sobre un asunto tan antipático. Los populares ya la tienen, en realidad: están eligiendo a su líder y no se les puede molestar en tan delicado proceso. No se han interesado en él muchos afiliados, la verdad sea dicha, pero eso es lo de menos; sus dirigentes están entretenidos con el frente partidario abierto. Aunque cinco de los seis candidatos son diputados en el Congreso, deben de considerar que pronunciarse sobre los asuntos de la gobernación del país viola de algún modo la autonomía del debate interno. Para algo está de guardia Rafael Hernando, ese portavoz tan sutil y discreto al que de todos modos deberán un homenaje cuando acaben de discutir entre ellos. Los votantes que queden pueden esperar o acudir a las redes sociales, como muchos están haciendo, a expresar sus propios criterios. Sin incordiar, que esto de elegir nuevo jefe es un trabajo muy serio y ya dice el Eclesiastés que cada cosa requiere su tiempo. En cuanto a Cs, parece que aún tiene que digerir un poco más la moción de censura. Decidir si es de izquierdas o de derechas y si algunas de las medidas del Gabinete de Sánchez son lo bastante modernas o regeneradoras para poder hacerlas suyas. Respetar los cien días de gracia que todo gobernante merece y estudiar la situación sin precipitarse en urgencia estratégica alguna; con la misma calma desplegada tras ganar las elecciones en Cataluña. No hace falta que corran; el apremio siempre fue un mal consejero. Pero cuando alguna de las dos fuerzas vuelva a comparecer, si es que logran sacudirse el desconcierto, es probable que se topen con un nuevo consenso construido por los socialistas con el nacionalismo y con Podemos. Que entre gesto y gesto, el presidente haya dibujado un nuevo mapa político sin encontrar otro obstáculo ni otra respuesta que un desolador silencio.

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