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ABC MADRID 19-05-2018 página 13
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ABC MADRID 19-05-2018 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 19 DE MAYO DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA EL BARRIZAL CATALÁN El problema catalán no se resuelve aplicando leyes, como si fuera un problema de delincuencia común N O hay oficio en el mundo tan ingrato como el de profeta. Cuando sus palabras se demuestran erradas, el profeta se gana el escarnio de las gentes; y cuando se demuestran certeras... ¡se gana su cólera y animadversión! Desde que se desatase la crisis catalana hemos escrito decenas de artículos augurando el barrizal en el que ahora tristemente chapoteamos; y no hemos hecho sino recibir vituperios del periodismo farlopero y sus secuaces, que pretenden solucionar este desafío con mano dura o con expresión más eufemística mediante la aplicación del llamado Estado de Derecho que tiene sus fetiches en la nihilista Constitución de 1978 y en la llamada Unión Europea, ese engendro ideológico vacío de todo contenido moral. La Constitución ampara la libre expresión de ideas contrarias a la comunidad política que supuestamente defiende; y permite también que tales ideas se articulen a través de partidos que subvenciona en su conquista del poder... ¡Pero luego, una vez que han conquistado el poder, no les deja ejecutar sus ideas! Esto es puro y despepitado nihilismo. Pues el más natural anhelo de los seres humanos es plasmar sus ideas en instituciones. Un orden legal que fomenta por puro tacticismo las ideas que destruyen la comunidad política y luego pretende impedir su realización es un orden legal aberrante que pone tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias. Cualquier constitución nos parece mala, por consagrar una visión del Derecho contraria a la tradición política española; pero al menos otras constituciones ¡como la alemana! tienen la coherencia de prohibir lo que nuestra malhadada Constitución ampara y fomenta, para luego tratar de impedir absurdamente su encarnación en instituciones. Inevitablemente, una Constitución sustentada en el más aciago nihilismo no podía defendernos de un desafío como el actual. Sus recursos, lastimosos y tardíos, son la pura discrecionalidad (pues eso es, en puridad, el artículo 155) o bien la incitación al macaneo jurídico, que sólo conduce a la melancolía (contorsión de las leyes, forzamiento de la tipicidad, etcétera) Un barrizal patético que compromete gravemente el prestigio de nuestros jueces y los expone al ridículo universal, a la vez que concede a jueces de naciones extranjeras ¡como la alemana! la ocasión pintiparada para humillarnos y escarnecernos ante el mundo entero. Así, al menos, Europa ha mostrado su verdadero rostro; pero los fetichistas seguirán quemando incienso en sus altares. El problema catalán no se resuelve aplicando leyes, como si fuera un problema de delincuencia común; y mucho menos pretendiendo que las apliquen desde naciones invadidas por las nieblas germánicas. Los catalanes que han pretendido independizarse, aunque engañados por demagogos, no han hecho otra cosa sino querer encarnar en instituciones unas ideas amparadas por un orden legal nihilista. Y pretender que el nihilismo nos saque del barrizal que él mismo ha creado es locura. Tal vez pueda llenar las cárceles de independentistas y hasta bombardear Cataluña (como ya ha pedido algún adalid del periodismo farlopero) pero toda unidad que no se funda en el amor es un Frankenstein putrefacto que tiene los días contados. Esta situación sólo la pueden arreglar gobernantes patriotas llenos de amor a España y Cataluña, capaces de inmolarse sin mirar por el rabillo del ojo las encuestas, capaces de poner bálsamo en las heridas y de reintegrar en España la realidad distintiva de Cataluña, envenenada por siglos de errores que comenzaron con la abolición de sus fueros y se han culminado con un régimen político que ha consagrado el nihilismo más despepitado. IGNACIO CAMACHO ROBESPIERRE EN LA PISCINA Hay algo de justicia poética, de revancha del sistema, en este trueno jacobino derretido ante el mito de la parcela IENE su lógica de justicia poética este ruidoso debate, por trivial que sea, sobre el chalé de Pablo Iglesias y su pareja. Ese fulgor ingenioso de memes, esas excusas tan artificiales de los acólitos, ese escrutinio detectivesco de la hipoteca, ese espanto cotilla de los decoradores ante la casita de madera para los invitados y la doble piscina con su abracadabrante baño- seta. No deja de ser divertido que el trueno de Vallekas, el profeta redentor de los desahuciados, el refundador del sistema, acabe seducido justo a los siete años del 15- M por el sueño pequeñoburgués de la parcela. Como en España hemos tenido pocas revoluciones tendemos a olvidar que todas, incluso las frustradas, acaban de la misma manera: con la creación de una casta dirigente superpuesta, de unas nuevas élites que reproducen los hábitos de las viejas. Todo es antiguo, en realidad, en esta polémica: la demagogia lerrouxista, el escándalo conservador, el estupor de un progresismo atenazado por la pinza moral de su falsa coherencia. Todo rancio y banal como la propia sustancia doctrinal de esta izquierda adanista que venía a instituir su distopía destructora sobre los cimientos de una época y se termina pirrando por el discreto encanto de una casa en la sierra. Está escrito por mejores plumas que el problema de Iglesias consiste en defenderse de sí mismo. De su propio discurso incendiario, inquisitorial, con el que encandiló a los perdedores de la crisis prometiendo una expiación implacable de guillotinas y patíbulos. Del retrato robespierrino que se construyó para liderar el partido de la revancha con el aire justiciero e insurgente de un caudillo. Del doble rasero con que ha venido midiendo a todos los que no eran como él, del impulso cainita con que ha transformado a los adversarios en enemigos. De las contradicciones con que la inevitable madurez del tiempo ha empedrado su camino, de la erosión que provoca la realidad en el flamígero proyecto del populismo. Del simple curso de la vida, que te cambia el talante, te moldea las ambiciones y te templa las quimeras cuando te enseñan las primeras ecografías de los niños y su madre sugiere que no vais a caber en el piso. Todo eso lo tenía que saber, hombre como es leído y estudiado, pero estaba demasiado abstraído en la construcción narcisista de su liderazgo, cargando el arma del malestar social con una munición de agravio que ha terminado por estallarle en las manos. Si su ego no está definitivamente extraviado, este revuelo nacional, poco trascendente al fin y al cabo, debería enseñarle algo: que en la sociedad de la comunicación, tan bien utilizada por él, las incongruencias rebotan con efecto inmediato. Y que el mito de la ejemplaridad jacobina acaba a menudo en el síndrome de Zapata, aquel revolucionario que un día se vio a sí mismo convertido en el paradigma de todo contra lo que había luchado. T JM NIETO Fe de ratas

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