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ABC MADRID 11-05-2018 página 13
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 11 DE MAYO DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA TIEMPO RECOBRADO PEDRO GARCÍA CUARTANGO SERVIDUMBRE VOLUNTARIA Puigdemont está demostrando que puede hacer lo que le da la gana porque no hay nadie que ponga lucidez en esta locura P UIGDEMONT comunicó ayer por sorpresa desde Berlín que un abogado y editor llamado Quim Torra será el candidato a presidir la Generalitat. Nadie contaba con él ni tiene una trayectoria política que le avale salvo haber dirigido Òmnium Cultural. Pero será presidente por el capricho del César, por el designio de un visionario que se cree por encima del bien y del mal y que no escucha ni consulta a nadie. Puigdemont ha puesto además una serie de extravagantes condiciones como que su sucesor no ocupe su despacho en la Generalitat ni utilice el salón oficial de recepciones. Es el penúltimo de los disparates de este personaje, que lleva meses anteponiendo sus intereses personales a los de su partido, a los de la mayoría nacionalista y a los de todos los catalanes. Un individuo que huyó de la Justicia tras haber declarado unilateralmente la independencia y que contribuyó con su fuga a que el juez Llarena tomara la decisión de encarcelar a sus compañeros en el Gobierno es un cobarde. Un miserable sin escrúpulos morales que optó por la salvación propia a costa de la libertad de los colaboradores que él embarcó en el procés. Puigdemont no sólo carece de grandeza sino que ha manchado el cargo que representa. Me vie- ne a la memoria el ejemplo de Adolfo Suárez cuando se enfrentó a las pistolas de los golpistas en el Congreso. Fue un acto de dignidad de una persona que era consciente de que él presidente no se podía arrojar al suelo ni bajar la cabeza, como tampoco lo hicieron Gutiérrez Mellado y Carrillo. Lo que sorprende en estos momentos es que, después de su conducta y sus continuas insensateces, los diputados independentistas, los medios que controla el nacionalismo y sus dos millones de votantes sigan no solo haciéndole caso, sino apoyando a este sujeto que no ha tenido ni siquiera la dignidad de rechazar el sueldo que le pagamos todos los españoles. La explicación de esta ceguera la podemos encontrar en Etienne de La Boétie, amigo de Montaigne y muerto prematuramente a los 33 años. De La Boétie escribió un libro titulado Discurso sobre la servidumbre voluntaria, en el que se preguntaba por qué los hombres de su tiempo aceptaban el absolutismo sin rebelarse. Le llamaba la atención que sus compatriotas no solo renunciaban a su libertad sino que asumían de buen grado el sometimiento al poder arbitrario de un monarca. El escritor francés señalaba que esos hombres se dejaban llevar por sus emociones, abdicando del ejercicio de la razón. Lo que argumentaba De La Boétie es que las cadenas no son necesarias para subyugar a los súbditos. Son éstos los que se prestan gustosos a aceptar la tiranía porque se sienten más seguros sirviendo a un amo que les indica lo que tienen que hacer que corriendo el riesgo de ser libres. Muchos regímenes autoritarios han funcionado no por miedo sino por adhesión a una figura carismática, como sucedió en Alemania e Italia en los años 30. Esto es lo que está sucediendo en el mundo del independentismo catalán, que se ha entregado a los caprichos y las veleidades de un cantamañanas al que han encumbrado de forma irracional. Puigdemont está demostrando que puede hacer lo que le da la gana porque no hay nadie en sus filas que sea capaz de poner lucidez en esta locura colectiva que tanto daño ha hecho a Cataluña. IGNACIO CAMACHO LA VERDAD RELATIVA Cs ha situado el conflicto catalán como eje del debate político con una mezcla de intuición estratégica y oportunismo L Gobierno tiene un problema con Cataluña y Ciudadanos otro con la verdad, pero el primero paga una factura y el segundo la cobra. Los votantes del partido de Rajoy huyen en masa hacia el de Rivera en la creencia de que el Gobierno ha sido débil con el separatismo, y Cs abunda, incluso sobreactuando, en esa acusación que le reporta un palmario beneficio. La apreciación de blandura o de tibieza se basa en la tardanza y falta de convicción con que el Gabinete aplicó el artículo 155. Sin embargo, existen evidencias profusas, en forma de declaraciones, de que los naranjas se opusieron a una actuación más dura y contundente en un principio. Se trata de un hecho objetivo. Como también que el PSOE se negó a incluir a TV 3 entre los organismos catalanes intervenidos. La realidad, sepultada por las percepciones relativas de la opinión pública, es que ninguna de las fuerzas constitucionalistas tenía confianza en un mecanismo en cuya activación apreciaban grave riesgo político. Se decidieron al fin parapetadas tras la intervención del Rey, que no dudó en saltar al vacío, y ese aprensivo consenso avaló la natural tendencia pusilánime del marianismo. Tomada la decisión, y aprobada en el Senado, las fuerzas no gobernantes se limitaron a contemplar con limitado entusiasmo la gestión, efectivamente medrosa, del Ejecutivo. Ocurre que el poder siempre implica una responsabilidad mayor, y ése es el coste que el PP está pagando. Y sucede también que la España de las banderas reclama desde octubre una actitud de firmeza frente al nacionalismo que Cs ha decidido encarnar con una mezcla de perspicacia estratégica y oportunismo táctico. Es la única organización que ha entendido cómo el conflicto catalán representa no sólo un factor clave de decisión electoral, sino la base de un debate esencial en torno al proyecto de Estado. Su crecimiento se debe a esa intuición, paralela al desistimiento conformista del bipartidismo clásico, al que la cuestión catalana le quema en las manos. El declive demoscópico marianista se inició justo al final del pasado verano, cuando la provocación del independentismo presagiaba un clima prerrevolucionario. En ese momento el Gobierno tuvo la oportunidad de tomar la iniciativa para atajarlo pero optó por la espera, como siempre, y en ese compás forjó una imagen ya indeleble de apocado. Perdió de forma inapelable la dichosa partida del relato y no la ha remontado gestionando el 155 con la aprensión del que teme pisar un charco. Tras el rifirrafe de esta semana está en ciernes el próximo desencuentro del centro- derecha. Rivera ya ha comenzado a pedir que la intervención estatal se mantenga si el nuevo presidente soberanista no descarta la secesión de forma tajante y manifiesta. Una demanda efectista cuyo improbable soporte jurídico no le va a impedir situarse a favor de corriente y por encima de cualquier incongruencia. E JM NIETO Fe de ratas

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