ABC MADRID 09-05-2018 página 5

ABC MIÉRCOLES, 9 DE MAYO DE 2018 abc. es ENFOQUE 5 Jordi Pujol, flanqueado por su esposa, Marta Ferrusola, y su hijo Pere durante el homenaje recibido en Barcelona EFE Homenaje a Jordi Pujol Otro de los nuestros JESÚS LILLO En una Cataluña en la que te suben a los altares con distintivo amarillo por estar fugado de la Justicia o preso, una simple imputación por blanqueo de capitales no da para mucho, pero incluso Jordi Pujol cuenta con una asociación de amigos que entre semana le monta homenajes y desagravios. El acto se podría haber convocado en el Colegio de Notarios, por lo del testamento del abuelo Florenci, o en una sucursal de la banca andorrana, pero fue una institución académica, orgullo de la transmisión de valores cívicos, la que albergó la humilde gala de rehabilitación pública de quien para la UDEF formaba parte de un grupo organizado. El resto de la banda, representada en el acto por su mujer y cinco de sus hijos, ocupó las primeras filas de un auditorio compuesto en su mayoría por supervivientes y nostálgicos de la vieja Convergencia, alrededor de un 3 por ciento de lo que hoy viene siendo el PDECat, en comisión de servicios. Me pierdo en la memoria confiesa el viejo patrón del nacionalismo, cuyo paso por la Audien- cia Nacional le sirvió para instruirse en el refinado arte de borrar los discos duros que almacenan y ordenan los recuerdos. Jordi Pujol se pierde en la memoria a la misma velocidad con la que los catalanes olvidan su legado, le quitan medallas y títulos y condenan sus actos delictivos, cuyo prosaísmo sitúa al expresidente en los antípodas del heroísmo político, cárcel o destierro, que cotiza en el mercado de valores del separatismo real. El negocio, sin embargo, era el mismo: robar a los catalanes, su dinero o su futuro. Es el disfraz de idealismo con distintivo amarillo lo que diferencia y eleva a los mártires independentistas frente a Jordi Pujol, cuyo exceso de confianza en su familia, de escopeta, comisión y perro le llevó a prescindir de las fábulas con que el independentismo legitima sus desmanes y se hace la víctima. El negocio era el mismo: la ruina de Cataluña, a plazos y porcentajes o de sopetón, encima de la mano. A Pujol le sobró la vulgaridad que su familia aportó al negocio y le faltó la lírica de quienes consiguen que su público, entregado, confunda fronteras y abismos. En una Cataluña en la que los cuentos infantiles pasan por literatura para adultos, a Pujol solo le rinde ya homenaje ese 3 por ciento de nostálgicos que confiaron más en la aritmética del reparto que en la épica de masas. ESPAÑA