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ABC MADRID 30-04-2018 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN CAMBIO DE GUARDIA PUEBLA LUNES, 30 DE ABRIL DE 2018 abc. es opinion ABC GABRIEL ALBIAC ALCOHOLES Bajo la civilizada apariencia de nuestras ceremonias, la barbarie horada sus galerías E S verdad que algún amigo perdí, perdimos todos, en los ochenta, por causa de la heroína. Igual de cierto es que, pasados tres decenios, el número de los que fue matando el alcohol los quintuplica. Como mínimo. El alcohol es una droga demoledora. No hay hígado humano que sobreviva a su regular consumo. Ni sistema neuronal al que no acabe por transformar en pudin de delirios. La benevolencia colectiva hacia ese veneno es el más cotidiano síntoma suicida de nuestras sociedades. Y genera uno de los más altos costes hospitalarios del mundo contemporáneo. El alcohol mueve también intereses económicos inmensos. Lo mismo sucedía con el tabaco. Pero el apego al alcohol se reveló más invulnerable. La sentencia por la violación en grupo de Pamplona pone sobre la mesa problemas gravísimos. El más inmediato: urge reformar el Código Penal en lo que a la tipificación de delitos sexuales se refiere. Es una evidencia. Y como evidencia ha golpeado a todo el mundo: a juristas igual que a legos. Un consenso muy amplio debería abrirse paso en esa puesta al día, por encima de creencias políticas. Cuanto antes y con más rigor, mejor. Pero nadie parece dispuesto a afrontar siquiera los aceptados hábitos que facilitaron el sórdido delito. El salvajismo que, año tras año, se ha ido enseñoreando de los Sanfermines es inseparable de las brutales tasas etílicas que determinan la textura estética como moral de la fiesta. Lo mismo sucede con buena parte de los festejos populares. El alcohol es una droga que multiplica la agresividad: la sexual como cualquier otra. Y que en las dosis rayanas con el coma de las que estamos hablando animaliza a los humanos hasta hacer de ellos sujetos bestiales y fuera de control. No sugiero, desde luego, que el alcohol se prohíba: el prohibicionismo hay experiencia histórica más que suficiente de ello gangsteriza el mercado. Y potencia al máximo los riesgos delictivos. Pero sí va siendo hora de exigir algo tan básico como que la ley sea cumplida. Por todos y sin excepciones. En tiempo laboral como en festivo. Porque existe una ley. No está permitido consumir bebidas alcohólicas en la calle. A partir de ciertas horas de la noche, ningún comercio está autorizado a vender alcohol: ni a menores ni a mayores. Y, en cuanto a los menores, esa venta no puede producirse nunca. ¿Por qué las fiestas populares quedan exentas de cumplir estas normas? Podrá gustar o no. Lo entiendo. Pero es un dato médico: el alcohol mata. Y mata en tasas mayores. No es una constatación moral sólo; aunque también lo sea y de primer orden. Es un dato independiente de nuestras preferencias. El mastodóntico consumo de alcohol bajo coartada festiva es un factor difícilmente controlable de violencia en grupo. De todo tipo de violencia. También de esa epidemia de violaciones, sobre las que durante tanto tiempo se ha preferido guardar silencio. Y que nos grita ahora hasta qué punto, bajo la civilizada apariencia de nuestras ceremonias, la barbarie horada sus galerías. EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA ALFIE EVANS Al menos Alfie Evans, el niño asesinado por el moderno Leviatán, ha escapado con el alma intacta L asesinato del niño Alfie Evans ha servido para que, desde algunos ámbitos, se haya señalado la crueldad ensañada de una nueva forma de totalitarismo, que no tiene empacho en decidir sobre nuestra vida y nuestra muerte. Pero este enfoque nos parece erróneo, pues se acaba identificando el moderno Leviatán con formas de totalitarismo antañón, como el comunismo, que no tenían empacho en destruir vidas, para llevar a cabo sus designios. Lo cierto es que el moderno Leviatán es mucho más maligno que aquellos totalitarismos antañones; pues, como nos recuerda el Evangelio, no debemos temer a quienes matan solamente el cuerpo, sino a quienes matan el cuerpo y el alma. En realidad, el asesinato del niño Alfie Evans es un momento de hybris o desmesura del moderno Leviatán, que nos ha enseñado las garras, necesitado de hacer una demostración de poder omnímodo. Al moderno Leviatán no le interesa tanto matar cuerpos como matar almas; pero hay ocasiones en que necesita asesinar a alguien, para evidenciar que, en su voracidad de almas, no está dispuesto a detenerse ante ninguna barrera. El asesinato del niño Alfie Evans es un puñetazo que el moderno Leviatán pega en la mesa, para dejar claro que la patria potestad una institución que le dificulta su pitanza de almas ha dejado de existir; pues es la patria potestad (y no el niño Alfie Evans) lo que le interesa. El moderno Leviatán ha hecho E añicos la patria postestad mediante la legalización del divorcio, la anatemización del patriarcado y la conversión de las escuelas en corruptorios oficiales. Y esta aniquilación de la patria potestad se culmina, a modo de guinda truculenta, con el asesinato del niño Alfie Evans, sacrificado por el moderno Leviatán en contra de la voluntad de sus padres. Pero la guinda, siendo especialmente execrable, no debe distraernos de la cuestión primordial, que es la aniquilación silenciosa de una institución jurídica fundada en vínculos naturales; porque son estas instituciones nuestra única salvaguardia ante el moderno Leviatán. Álvaro d Ors afirmaba perspicazmente que la legalización del divorcio era mucho más peligrosa que la despenalización del aborto; pues el aborto se trata de un crimen singular, mientras que el divorcio destruye una institución, que desde ese mismo momento deja de existir y, por lo tanto, ya no puede protegernos contra multitud de crímenes (entre ellos el aborto) También la patria potestad ha dejado de existir. Los padres de Alfie Evans creyeron que seguían siendo titulares de una institución que el moderno Leviatán ha destruido, para poder devorar las almas de nuestros hijos más cómodamente; y el moderno Levitán, para demostrarles que esa institución ha dejado de existir (y para escarmiento de otros padres poco enterados) ha asesinado a su hijo, sabedor de que la prensa sistémica miraría para otro lado y las masas cretinizadas no alzarían la voz (como, por ejemplo, la alzaron en nuestro país cuando hubo que matar a un perrito llamado Excalibur, para impedir la propagación del virus del évola) Al menos Alfie Evans, el niño asesinado por el moderno Leviatán, ha escapado con el alma intacta; suerte que no tendrán nuestros hijos. Y desde el cielo exhorta a nuestra generación, repitiendo las palabras evangélicas: No lloréis por mí; llorad más bien por vosotros y por vuestros hijos. Porque llegarán los días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! Ese día ha llegado ya. Y no lo ha traído el comunismo, sino este moderno Leviatán que devora las almas de nuestros hijos, corrompiéndolas desde la escuela y la prensa sistémica, después de reducir a fosfatina las instituciones que las protegían.

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