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ABC MADRID 14-04-2018 página 13
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ABC MADRID 14-04-2018 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 14 DE ABRIL DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA EL DINERO Y LA SANGRE Estados Unidos ha impuesto a sus colonias que Arabia Saudita sea tratado como socio preferente C AUSA consternación y vergüenza que, a la vez que se azuza del modo más irresponsable y pauloviano la islamofobia entre las masas cretinizadas, se celebre la venta de buques de guerra a Arabia Saudita. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y tragáis el camello! Todavía están recientes las acaloradas diatribas que algunos demócratas de pelo en pecho (lo mismo progres que neocones) lanzaban contra el uso del burkini en las playas, que nos presentaban como un atentado contra nuestra forma de vida ¡Raza de víboras! ¿Tenéis el cuajo de rasgaros las vestiduras porque las moras se tapen en la playa y en cambio os parece de perlas proveer de buques de guerra a un Estado que en el exterior promueve la doctrina aberrante del wahabismo y sufraga las hecatombes más atroces, a la vez que en el interior multiplica las ejecuciones de infieles y somete a castigos y torturas a todo tipo de disidentes Arabia Saudita ha provisto de armas a las alimañas del Daesh y alentado las guerras más devastadoras en Oriente Próximo. Todas estas monstruosidades las ha perpetrado impunemente a cambio de mantener el dólar como divisa de las transacciones internacionales, obligando a otros países petroleros a seguir su ejemplo; así ha podido Estados Unidos endeudarse hasta extremos desquiciados. Y, a cambio de este salvamento artificial de su economía, Estados Unidos ha impuesto a sus colonias que Arabia Saudita sea tratado como socio preferente mientras sus reyezuelos son agasajados en las cancillerías (y hay fotografías que infligen un daño mucho más profundo a la institución monárquica que un rifirrafe entre nuera y suegra) Todos los conflictos que se han desatado en Oriente Próximo en las últimas décadas han tenido su causa última en este pacto siniestro; y lo mismo puede decirse de los coletazos de esos conflictos, que hemos probado lo mismo en Atocha que en las Ramblas. Pero ya Quevedo se refería a la secta universal del dinerismo y nos enseñaba que la codicia es un heresiarca bienquisto en los discursos políticos, y el conciliador de todas las diferencias y humores De todos los humores no, en realidad; pues la sangre es un humor que el dinero no concilia, sino que derrama sin recato. Pero a esta secta monstruosa nada le importa que el dinero derrame sangre inocente. Incluso se permite el lujo de recordarnos cínicamente que nuestra salvación se cifra en las migajas que arroja de su mesa, como el ciego cabrón le recordaba al pobre Lázaro que el vino curaba sus heridas, después de descalabrarlo con una jarra: ¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud Así, exactamente igual que a Lázaro, hacen a los trabajadores de los astilleros de la bahía de Cádiz. Primero los descalabran y condenan a la miseria, cumpliendo las directrices de la secta universal del dinerismo, mediante el desmantelamiento reconversión en el argot para masas cretinizadas) de nuestra industria naviera, que durante siglos fue una de las más prósperas y reconocidas del mundo. Y ahora, después de arrasar la industria naviera (como el resto de industrias españolas) les curan las heridas que ellos mismos les causaron, arrojándoles, a modo de gallofa, este contrato oprobioso que clama el cielo. Y, mientras tanto, la secta universal del dinerismo, amparada en una operación de falsa bandera, se dispone a legitimar una nueva hecatombe en Siria, como antes hiciera con el hundimiento del Maine, el incidente de Tonkín o las armas de destrucción masiva de Sadam. Hay muchos modos de esclavizar a los pueblos. Pero ninguno tan diabólico como hacer depender su salvación de un dinero manchado de sangre. IGNACIO CAMACHO TEN CUIDADO AHÍ FUERA Esa galería de retratos de gigantes literarios del siglo que han escrito en ABC es una vacuna contra el narcisismo E JM NIETO Fe de ratas L mejor elogio que un escritor puede hacer de otro es envidiarle lo que ha escrito. Esto me pasa a menudo con los columnistas de ABC, el mejor peristilo de la prensa española, y peco de cicatería o de desidia al dejar de decírselo. Ahora que David Gistau se despide no quiero que se vaya sin saberlo: muchas mañanas me he desayunado con la sana pelusa de no haber firmado yo sus artículos. Esa sensación de encontrar en un texto ajeno las palabras o las ideas que a uno le gustaría que se le hubiesen ocurrido, y saborearlas con el placer afable de quien se toma un café con un amigo. En el fondo, en eso consiste este oficio. Te sientas a charlar en casa del lector, o en la barra de su bar favorito, y tratas de explicarle tu visión de la vida a cambio de un euro y pico, a sabiendas de que esa confianza que te otorga no incluye la cláusula de estar de acuerdo contigo. Existe un pacto implícito de que él dejará de prestarte atención cuando le aburras o se canse de tu estilo. Pues bien: como lector, David jamás me ha defraudado, ni como profesional le he visto faltar a un compromiso. Es un tipo bizarro, independiente, lleno de coraje moral, y además un articulista de raza, brillante, con lenguaje propio, de esos que llevan las metáforas en los bolsillos. Créanme lo que digo porque después de treinta y ocho años de ejercicio es seguro que del periodismo actual se me escapan muchas cosas, pero para las columnas conservo buen paladar y cierto ojo clínico. Se va y lo siento aunque cada cual sea libre de escoger su camino. En un periódico se acostumbra uno a ver entrar y salir gente, hasta que un día el que se marcha, por voluntad propia o ajena, eres tú mismo. Conviene tener las maletas hechas y no cogerle demasiado cariño a tu sitio. Cuando llegué, esta atalaya era de Campmany y ya ven cómo degenera el destino. Esa galería de retratos que citaba Gistau, la de la antesala de la Biblioteca, te vacuna contra el narcisismo haciéndote saber la esterilidad de competir con los gigantes literarios que han habitado esta Casa durante un siglo. Así y todo, los que estamos ahora tratamos de seguir mal que bien esa estela de prestigio, y aunque con David dentro era más fácil y con Jaime González, a quien debo gratitud eterna por su combativo apoyo en momentos críticos no vamos a aflojar, mientras nos dejen, en el desafío. Se han ido ambos como los caballeros que son, sin ruido y cerrando con cuidado la puerta. Ha sido un privilegio compartir con ellos estos años de relato de una España trémula. Y ver cómo la noble impronta de este centenario pájaro de papel alicataba el corpachón de motero de Gistau en un smoking de hechura estrecha. Aún será un honor medirse el ingenio desde la competencia; ganará David, me temo, pero se hará lo que se pueda. Y como decía el sargento Esterhaus, el de la Canción triste de Hill Street tened cuidado ahí afuera.

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