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ABC MADRID 05-04-2018 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN PECADOS CAPITALES PUEBLA JUEVES, 5 DE ABRIL DE 2018 abc. es opinion ABC MAYTE ALCARAZ POCAS LECCIONES Lo que nos faltaba. La heredera del Duty Free contra la Reina N este cambalache siglo XXI en que vivimos, los papeles públicos han sido echados al aire por algún gracioso y han caído cambiados. Los revolucionarios de la izquierda se ennovian, comparten liderazgos (ay la que le dijeron a Carmen Romero y Ana Botella solo por querer hacer carrera política al margen de sus maridos... perpetúan la dinastía y nos lo hacen saber con comunicados empalagosos y cursis que no hubiera mejorado ninguna oficina de prensa de una Corte europea. Gracias a nuestra incompetencia, violentar la soberanía nacional y escupir sobre la Constitución es vista en campus escoceses, cancillerías suizas y periódicos alemanes como la lógica respuesta de unos políticos a la falta de garantías de un Estado fascista Y luego, en el reparto esperpéntico de roles, acaba de emerger una figura impagable, de esas que te solucionan la crónica de un plumazo. Es Marie- Chantal Miller. No lo sabíamos pero la heredera del multimillonario propietario de los Duty Free, casada con un príncipe griego sin Corona, era la poseedora de la mirada luminosa que nos hacía falta. Cansada ya de los vanos intentos de su padre por verla sentada en el trono de Hélade, Marie- Chantal ha resuelto, en una charla con mi querido amigo Martin Bianchi, chafardear detrás del visillo twittero. La princesa de una Monarquía inexistente ha abandonado su estresante vida de portada del Hola y ha resuelto en un twitt los arcanos contemporáneos, ha arrojado la definitiva luz ante las tinieblas españolas: la Reina consorte de España es mala, muy mala. Y a mí, que el gesto de Doña Letizia con su suegra me merece todos los reproches sobre todo por la imprudencia de no gestionarlo en privado sabiéndose ambas escrutadas por decenas de cámaras, la intervención de la sin par Marie- Chantal me ha recordado una enseñanza paterna: cuando dudes sobre la conducta de alguien analiza la calidad de quienes la defienden y de quienes la atacan. Y aquí el perfil de la abogada americana de pleitos monárquicos me ha decidido. No necesitamos que el cerebro gris de los carísimos trapitos de los niños Beckham nos descubra que la Reina Sofía es admirable ni que convierta esa condición en incompatible con la solvencia de su nuera. Conocemos a la madre de Felipe VI desde hace medio siglo y no solo no hay queja sino que es uno de los personajes más queridos en España. Tampoco, que ninguna abuela merece ese trato que ella presupone habitual en las hijas de los Reyes. La foto finish es demoledora pero estoy segura de que no representa el comportamiento familiar intramuros. Lástima empero que con todo el celo con que sus padres las protegen quede esta desabrida imagen de Leonor y Sofía para la posteridad. Seguro que hay una explicación a lo ocurrido en Palma pero conviene que no se repita en beneficio de una institución que está trabajando admirablemente en tiempos convulsos gracias al buen equipo que forman los Reyes. Robarse un posado es humano, mas la Monarquía no puede parecerse tanto a la gente de la calle sin arriesgarse a pasar a serlo. Pero de ahí a que esta sobrevenida candidata a presidir los CDR del glamour nos dé lecciones teniendo a la Corona helena tan cerca media el Egeo. E CAMBIO DE GUARDIA GABRIEL ALBIAC VANIDADES ¿Qué es lo que lleva a alguien con mando en plaza a pirrarse por acumular titulitos que no valen para nada? L OS currículos de los jóvenes son tan desoladoramente largos... Es una boutade muy común en el medio académico. Y muy exacta. A mayor carencia, más bulto de títulos y diplomas. A suprema necedad, alud de certificados. ¡Ah, los currículos de los jóvenes! ¡Y los de los políticos! Con una diferencia. Los primeros te llenan de melancolía: así de ingenuos fuimos todos y así de fantasiosos. Los segundos te hunden en una desolación pringosa: a tales sordideces puede llevar la poca vergüenza. Nadie crea que lo de acumular diplomas, a cual más inane, es una exclusiva de estos políticos patrios cuya orfandad intelectiva asusta. Ni siquiera el más brillante de los políticos europeos en ejercicio pudo escapar a tal tipo de vanidad ridícula. Emmanuel Macron, en vísperas de su campaña electoral, era ya el más claro triunfador de la Francia reciente: ejecutivo de éxito, millonario instantáneo a la edad en que otros buscan su primer trabajo, asesor presidencial, ministro de Economía en vías de presidente... Todo. Pero se encaprichó de una coqueta tilde: la de filósofo Sus fantasías le valieron un par de correcciones secas: la del equipo de colaboradores de Paul Ricoeur, que lo apearon de su supuesto papel de asistente del ilustre profesor ya fallecido; y la expresión de asombro de Étienne Balibar, que no tenía el menor recuerdo de haber sido jamás pro- fesor ni mucho menos mentor del exitoso político. La cosa no fue a más, porque Macron supo entender que la vanidad puede pagarse cara; también, sencillamente, porque con un currículum como el suyo no hace falta fantasear futilidades. Inventar falsas tesis doctorales ha supuesto la liquidación fulminante de políticos europeos muy prometedores. También, que yo recuerde, de alguna altísima jerarquía religiosa. Con la verdad, no está bonito que juegue la gente que debe administrar los dineros o las almas de los simples ciudadanos. Pero ese tipo de escrúpulos no rige demasiado entre nosotros. Lo de los políticos españoles es, la verdad, bastante triste. A uno se le cae el alma a los pies cuando lee el listado de los diputados del Congreso y trata de ponerles méritos de formación de cualquier tipo. Excuso decir lo que sucede si uno pasa a los niveles sucesivamente inferiores: parlamentos autónomos, ayuntamientos... La política es, en España, el modo con que se ganan la vida aquellos que no sabrían ganársela de otra manera. No me incomoda. Prefiero que gentes así tengan un sueldito que las mantenga al margen de tentaciones. Darán menos problemas. Lo de verdad grotesco es verlos esforzarse por inventar esos currículos ciclópeos que tan cómicos resultan en los jóvenes aspirantes a algo. Seamos serios: ¿qué es lo que lleva a alguien con mando en plaza lo bastante alto como para no depender de nadie, ni en lo moral ni en lo económico, a pirrarse por acumular titulitos que no valen para nada? La respuesta es cruel y obvia: los mueve la certeza de su propia ausencia de valía y la necesidad de suplementarla con sellos y certificados. Da pena. Pero es que el inconsciente humano suele dar siempre pena. Y mucha. También, un poco de risa. Que alguien pueda jugarse una carrera política importante por algo tan devaluado como un máster en cualquier cosa, es algo que no me mueve a enfado siquiera. Sólo a una tristeza dulce por la fragilidad mental del que así actúa. Y en tal tipo de pena anida un átomo de ternura hacia ese animal malherido que es siempre el humano en sus instantes de tentación más quebradizos.

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