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ABC MADRID 11-03-2018 página 54
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ABC MADRID 11-03-2018 página 54

  • EdiciónABC, MADRID
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54 SOCIEDAD DOMINGO, 11 DE MARZO DE 2018 abc. es conocer ABC La soledad, enfermedad del siglo XXI Primer reportaje de la serie que la periodista y escritora Mari Pau Domínguez publicará cada domingo y en la que recreará Mi hija llamará mañana... Merodean tal vez por la nostalgia ese usual laberinto de abandonos buscan testigos y no los encuentran salvo en las caravanas de fantasmas piden abrazos pero nadie cae en la emboscada de los sentimientos MARIO BENEDETTI, RESISTENCIAS (de La vida ese paréntesis l destartalado coche acusaba los baches. El mal estado de la carretera que unía el pueblo con la autovía, única manera de llegar al hospital comarcal, se le clavaba a Pepe en las costillas. 85 años no admiten demasiados trotes. -Cómo te encuentras, papá? preguntó Andrés No te preocupes que ya estamos cerca. No, si preocupado no estaba. En realidad no entendía por qué unos simples estornudos habían provocado la estampida de toda la familia hacia el coche arrastrándolo a regañadientes, que no quiero ir al hospital, ¡ni que me estuviera muriendo! Su hijo, la mujer y los dos niños, demasiados pequeños para dejarlos solos en casa, enfilaron con el abuelo el camino al centro hospitalario. Al entrar en Urgencias, Pepe comenzó a toser como un condenado. ¿Lo ves, papá? hemos hecho bien en venir comentó su nuera. Pero él seguía sin entender nada, seguro como estaba de tener un resfriado común. Además, no padecía, por suerte, ninguna enfermedad crónica ni tampoco respiratoria, así que saldría rápido de allí. Observaba a sus nietos enredar entre los asientos de la sala de espera mientras sus padres cuchicheaban entre ellos algo ininteligible. Cuando el celador llegó con la silla de ruedas para recogerlo, Andrés le dijo: Aquí estarás bien, papá y le dio un beso en la frente. Alejándose pasillo adentro, Pepe no quiso mirar atrás. A su espalda se fueron apagando las voces gritonas de sus nietos. Tumbado en la camilla cerró los ojos y se dejó auscultar por el médico. E y a la vergüenza: Familiares de Pepe Jiménez, por favor acudan a recepción Pero nada. Allí no aparecía nadie. Cogió la bolsa y la arrulló en su pecho, sentado en un extremo de la sala temiendo que las horas pasaran. Cada vez había menos gente. Tras las cristaleras vio la tarde caer; aquella cruel tarde de domingo, grabada para siempre en su memoria. No era capaz de moverse. No podía, paralizado por el miedo. Escuchó de lejos a la recepcionista hablar con alguien de los suyos, posiblemente su hijo, al tiempo que movía la cabeza negativamente. La mujer colgó y, sin darse cuenta, se cruzó con la mirada de Pepe, que eludió con rapidez. Primera noche de abandono El frío le caló los huesos y el alma. Serían las once de la noche cuando un médico y una enfermera fueron a hablar con él. Que si parece mentira que un hijo pueda hacer algo así, que si dicen que son demasiados para una casa tan pequeña y que no caben, y que, claro, no tienen recursos para alquilar una más grande... Lo acompañaron a una habitación en la que varios ancianos con buen aspecto permanecían encamados. La enfermera vació el contenido de la bolsa: un pijama, unas zapatillas y una muda, que Pepe ni se molestó en mirar. Ni siquiera han metido algunas fotografías Mejor así, porque cuando te han abandonado, los recuerdos se clavan como puñales en el corazón Carmen acababa de cumplir 80 años. ¿Cuánto llevas aquí? Seis meses. A mi familia le ha debido de pasar algo- -explicó Pepe sin que nadie se hubiera interesado por su circunstancia. ¿Tal vez porque su historia sería dolorosamente similar a la de todos ellos? La enfermera hizo la última ronda antes de apagar las luces de la habitación, vamos, a dormir, que ya es hora ¿No ha llamado mi hija hoy? de Un drama real ABC informó en junio sobre el abandono de dos ancianos en la Unidad de Urgencias del Hospital Insular de Gran Canaria Los remedios caseros son los mejores para el catarro aconsejó el facultativo tras explorarlo a conciencia Ya sabe, mucha miel y leche caliente, y paracetamol cada ocho horas. Ahora se lo doy todo por escrito. ¡Si está usted hecho un chaval! bromeó. que le aguardaban en esa tarde de domingo. -Por favor, ¿pueden avisar a mi familia? Ya me han dado el alta y tenemos que irnos a casa, ¿sabe? si no se hará tarde para el baño de mis nietos. -Han dejado esta bolsa para usted le respondió en un tono neutro la mujer que estaba al otro lado del mostrador. Andrés miró la bolsa incrédulo. -Por favor... suplicó Avise a mi familia... Estarán en cafetería, los niños a esta hora tienen hambre. La megafonía escupió al aire vacío Incredulidad De nuevo en la sala de espera intuyó que algo pasaba. Estaba abarrotada de gente pero ni rastro de su hijo, ni de su nuera. Dio un giro completo sobre sí mismo notando sobre su piel arrugada la primera de las muchas lágrimas

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