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ABC MADRID 09-03-2018 página 13
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ABC MADRID 09-03-2018 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 9 DE MARZO DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 13 EL BURLADERO UNA RAYA EN EL AGUA CARLOS HERRERA EL GRAN JACOBI Si no eres parte de la regurgitación independentista mejor te vuelves a Alemania NTIENDO perfectamente al señor Jacobi. Es alemán. Por mucho que lleve treinta años en España y por mucho que se gane la vida concretamente en Cataluña, Jacobi no deja de ser alemán. Y los alemanes tienen cierta dificultad para entender que los políticos que hayan querido alterar el Estado mediante un golpe puedan seguir tan campantes por la calle amenazando con volver a hacerlo en cuanto tengan ocasión. De ahí que Jacobi y algunos más, comenzando por ese gran señor que es don Albert Peters le cantaran las cuarenta a Roger Torrent hace un par de días en el célebre Círculo Ecuestre de Barcelona. No se me va la escena de la cabeza y no dejo de sorprenderme por varias cosas, entre ellas la candidez de Torrent de no saber con quién se las iba a jugar y la contundencia con la que los alemanes defienden la legalidad española y el respeto debido al Jefe del Estado. Inopinadamente, las palabras severas y justas con las que le hicieron brotar los colores en la cara al presidente del Parlamento catalán no las pronunció ningún club de empresarios locales, ni siquiera ningún lobby de empresarios del Estado Lo hicieron unos alemanes que también se juegan su dinero como los demás y que manejaron exactamente los mismos argumentos que te dicen los españoles, concretamente los catalanes... en privado. Con alguna notable excepción pienso en el heroico Bonet cuando se reúnen con individuos del rango de Torrent se callan como puertas: mucha metáfora, mucho lamento, mucho rodeo, pero nadie se planta frente a sus E fauces y le dice en público ustedes deberían acabar todos en la cárcel Alemania, conviene recordarlo, tiene en su Constitución los suficientes resortes como para retirar de la circulación a quien, desde cualquier Land, quiera poner en aprietos al Estado; en España también el 155 estaba pensado para ese particular, pero tardó demasiado tiempo en ser descubierto. Como era fácil de prever, a Karl Jacobi le han insultado, le han calificado de nazi, le han divulgado los datos personales y de su empresa y le han pretendido acoquinar mediante las maniobras habituales de ese batallón de ratas que utiliza las redes y alguna que otra publicación digital para sus vacuidades intestinales y sus escraches patrióticos. Este hombre instalado hace años en la periferia costera de Barcelona ya puede presumir de ser un Enemic del Poble Catalá que, digamos, es una distinción que tampoco hay que hacer grandes méritos para obtenerla pero que adorna mucho en las barbacoas de fin de semana. Lógicamente, ha sido invitado a abandonar inmediatamente Cataluña por parte de todos aquellos que creen que este país será siempre nuestro tal como vomitó el mayor de los Maragall hace no mucho. La libertad de expresión, ese misterio privativo de unos cuantos, solo alcanza a aquellos que divulguen la verdad oficial, instalada, subvencionada como algunos periódicos digitales basura que presumen de nacionals Nadie que se precie podrá reivindicar la aplicación de la ley y la lucha contra la mentira perpetua en la que viven todos estos canallas sin arriesgarse a ser expulsado del paraíso. Jacobi vaya apellido para ser acusado de nazi debe seguir con su agencia en Cataluña, debe continuar con su banda de rock y debe seguir abochornando a todos estos vividores que solamente te consideran catalán si les bailas el agua. Poco les importa el tiempo vivido y trabajado en estas últimas décadas: si no eres parte de la regurgitación independentista mejor te vuelves a Alemania. O a Cádiz, como le eructaba a Inés Arrimadas ese derribo político y personal que se llama Nuria de Gispert. Sin embargo soy de los que cree que no hay que ceder ni un milímetro: Jacobi, como usted vive en el Maresme jamás vivirá en Colonia, aunque en el Maresme proliferen determinados cretinos. ¡Ánimo! IGNACIO CAMACHO CINTURA DE MADERA A Rajoy le gustan los colaboradores con aire de funcionario. Que se sepan los temas y tengan perfil político bajo A JM NIETO Fe de ratas Mariano Rajoy le conocen poco los suyos, y no será porque él no se deja: si algo tiene bien perfilado es un estilo construido en varias décadas de carrera. Era evidente, y además lo había anunciado, que el obligado relevo de Luis de Guindos lo iba a resolver con un mero recambio, un retoque puntual de sustitución de piezas, pese a lo cual muchos dirigentes del PP aún esperaban que al final procediese a agitar el amuermado Gabinete con una remodelación más compleja. Pero el presidente, por defecto o por virtud, ofrece muy poco margen a la sorpresa. Está cómodo en la inercia, le gusta la rutina y no se siente apremiado por ninguna urgencia; ha entrado en ese estado cesáreo del poder en que un gobernante disfruta manejando a su antojo la ansiedad ajena. A los que deseaban un giro más político lo que quiera que eso signifique les ha respondido a su manera, nombrando ministro a un funcionario de alta cualificación técnica. Y para rematar la faena ha argumentado su decisión, como si necesitara hacerlo, en que el elegido habla inglés y se sabe los temas expresión que en el pedregoso lenguaje presidencial significa que conoce los entresijos de la eurocracia bruselesa. Ésa es su receta contra el desasosiego de las encuestas: cachaza, parsimonia, indiferencia. Cintura de madera. Para bien o para mal, el presidente ha escogido su camino. Puro marianismo: gestión antes que comunicación, economía antes que política, Gobierno antes que partido. No cree en nada de eso de la empatía emocional o del pulso de la opinión pública: le parece un capricho, una matraca volátil, una trivialidad posmoderna, una vaina demagógica del populismo. El vértigo que sacude a su gente, estremecida por el declive demoscópico, no le va a romper el ritmo. Ha vuelto a apostarlo todo a la recuperación, al crecimiento, y está dispuesto a seguir su línea aunque resulte que lo resulta cansino; irá hasta el final con esa estrategia unívoca de cuya eficacia está, con razón o sin ella, plenamente convencido. A estas alturas es demasiado tarde para que cambie de método o deje de ser fiel a sí mismo. Román Escolano representa el tipo de colaborador que más le agrada: un hombre de contrastada competencia profesional, placeado en Europa, en la banca privada y en la Administración del Estado. Un negociador de perfil bajo, versado en el aparato burocrático, con vocación de servicio pero sin ambición de liderazgo. Refractario al relumbrón y al ambiente conspirativo, esa clase de gestores mucho más acostumbrados al silencio de los despachos que al trajín del primer plano. Y se expresa en fluido inglés, detalle que para la generación de Rajoy equivale a un doctorado. La política propiamente dicha puede y tendrá que esperar: al presidente, que al fin y al cabo tiene mentalidad de opositor aplicado, le basta con que los miembros de su Gabinete se sepan el temario.

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