ABC MADRID 03-01-2018 página 5
- EdiciónABC, MADRID
- Página5
- Fecha de publicación03/01/2018
- ID0006733641
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ABC MIÉRCOLES, 3 DE ENERO DE 2018 abc. es ENFOQUE 5 Mariano Rajoy, ayer, en su caminata por la ruta de la Piedra y el Agua, en Armenteira (Pontevedra) con José Benito Suárez ÓSCAR VIFER Un difícil curso político Bajo el chaparrón ÁLVARO MARTÍNEZ Los gajes van con el oficio, ya lo sabemos, y para quien entró por la puerta de La Moncloa no deben existir excusas porque los españoles le han mandado dos veces allí para que les arregle los problemas y haga más fáciles sus vidas, no para que se quede en el descansillo de la escalera sin saber si sube o si baja, haciendo de la duda un ejercicio tan agónico como aquella que trajo a mal traer a Unamuno, aquel sabio rotundo que naciendo vasco casi murió como un gallego dudando insoportablemente entre la fe y la razón. Pero no es menos cierto que quizás no haya existido un dirigente que, como Mariano Rajoy, haya tenido que afrontar tan formidable aguacero de problemas al mismo tiempo. Recapitulemos: la mayor crisis económica mundial en el último siglo y el estallido de la burbuja inmobiliaria que sostenía buena parte del crecimiento nacional y aquel milagro español el derrumbe de algunas de las columnas del sistema financiero con el KO de las Cajas; un golpe de Estado nacionalista en Cataluña; una ofensiva del terrorismo internacional yihadista de ámbito global; el auge de fuerzas políticas autóctonas con claras pulsiones antisistema que tratan de liquidar el pacto de convivencia del 78; la fatiga de materiales en el edificio europeo; y el descubrimiento público, a golpe de titulares y sentencias, de toda la podredumbre corrupta que escondían las alfombras y que afecta, sustancialmente, a su partido. A lo largo de la democracia, los distintos gobernantes han tenido que hacer frente a alguna de esas calamidades, o a dos a la vez... pero solo a Rajoy se le ha acumulado semejante catálogo de tormentos en estos seis años en La Moncloa. Churchill dejó dicho que ni el éxito es definitivo ni el fracaso es fatal; lo que cuenta es el valor para continuar El viejo león de Woodstock el estadista que mejor supo ajustar el mentón al pecho, aguantar el sombrero con una mano y con la otra el bastón para hacer frente a las tormentas ha pasado a la inmortalidad precisamente por ser un emblema del coraje ante la adversidad. ¿O qué mayor desazón que anunciar el 8 de mayo de 1945 la victoria en la II Guerra Mundial y perder las elecciones y el poder el 26 de julio siguiente? Luego volvería a recuperarlo, montado a lomos de otra de sus frases predilectas: El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse Esa es la teoría más útil bajo el chaparrón, en Londres, en Madrid o (ayer) en Armenteira. ESPAÑA