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ABC MADRID 25-12-2017 página 3
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ABC LUNES, 25 DE DICIEMBRE DE 2017 abc. es opinion LA TERCERA 3 F U N DA D O E N 1 9 0 3 P O R D O N T O R C UAT O LU C A D E T E NA ESPERANDO AL MESÍAS POR DONATO NDONGO- BIDYOGO Es obvio que crece la intolerancia en un mundo cada vez más crispado; pero la resistencia contra el sectarismo que desemboque en dignificación requiere oponer razones y hechos objetivos. Y por desgracia, África ofrece pocas realizaciones edificantes desde que, aprovechando la corriente de tolerancia surgida tras la barbarie totalitaria que desencadenó la II Guerra Mundial, periclitó la dominación colonial y emergieron sus nuevos Estados n julio de 2007, el entonces presidente francés, Nicolas Sarkozy, pronunció en la Universidad de Dakar (Senegal) un polémico discurso cuya tesis principal compendia una frase: El drama de África es que el hombre africano aún no ha entrado en la Historia Nada nuevo bajo el sol. Es creencia generalizada entre los europeos, avalada intelectualmente por la Filosofía de la Historia de Hegel (1831) y el Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, del conde de Gobineau, publicado veinte años después; con pocos matices, ambos textos nutren desde entonces las ideologías dominantes, manuales de las relaciones de poder entre los pueblos del Orbe. Meses atrás, el actual mandatario norteamericano, Donald Trump o un próximo suyo, poco importa no recordarlo con precisión exhumó rancias teorías sobre la inferioridad congénita de sus compatriotas negros, y de todos los africanos, pretendiendo enmendar la Historia: Fue un error abolir la esclavitud sentenció. Posicionamientos que enardecen de indignación al reducto que preferiría mantener las conquistas del Humanismo, ver nuestro mundo con la luz de la Razón y cegar por siempre los prejuicios simplistas. Malestar creciente inspirador de reacciones estridentes, como el reciente arrebato de un nutrido grupo de estudiantes no europeos en universidades británicas, al proponer la supresión del currículo académico obras de pensadores relevantes consideradas nocivas u obsoletas. Parecen insuficientes los aspavientos y cuantos argumentos puedan argüirse contra el oscurantismo maniqueo, incluso si se basan en ciencias rigurosas como Biología, Antropología e Historia, al no zanjar la cuestión de fondo: la percepción que las sociedades africanas y, por extensión, el humano de piel oscura, transmite al resto del universo. Resulta superfluo esgrimir sentimientos pasionales en determinados temas, trampa que atrapa a menudo a gente bienintencionada, recurso último del desvalido. Es obvio que crece la intolerancia en un mundo cada vez más crispado; pero la resistencia contra el sectarismo que desemboque en dignificación requiere oponer razones y hechos objetivos. Y por desgracia, África ofrece pocas realizaciones edificantes desde que, aprovechando la corriente de tolerancia surgida tras la barbarie totalitaria que desencadenó la II Guerra Mundial, periclitó la dominación colonial y emergieron sus nuevos Estados. Ni se ignoran ni se minusvaloran los condisino, en predestinación? Ejemplo paradigmático es Guinea Ecuatorial. Sus sufridos habitantes nunca han conocido la libertad: descolonizados en 1968 por la dictadura fascista del general Francisco Franco, enseguida quedaron sojuzgados bajo una de las tiranías más inhumanas del S. XX. Las tergiversaciones propagandísticas no logran ocultar que la asonada militar que derrocó a Francisco Macías Nguema en agosto de 1979 no fue el fin de la opresión; su viceministro de Defensa, Teodoro Obiang Nguema, protagonista destacado en aquel régimen sanguinario, no se rebeló para devolver la libertad y el bienestar a sus compatriotas, sino para defender sus propios privilegios. Algunos lo señalamos entonces, y nadie nos escuchó; casi cuarenta años después, la premonición es innegable realidad. ¿Es creíble, desde el sentido común, atribuir al colonialismo tan trágica andadura? Quizá sea más razonable concluir que la miseria hoy soportada por los guineanos en su riquísimo país, y la ausencia de derechos básicos padecida por ciudadanos hartos de vivir en servidumbre, no se deben a imposiciones foráneas, sino al designio de malévolos déspotas internos, creadores del hábitat ideal en que se pavonean a su antojo los pescadores en río revuelto. ABC Cuando aparecen prístinos los signos de un fin de ciclo, conviene ir diseñando el futuro inmediato, decididos a no repetir errocionantes que sustentan opresión y miseria, ca- res de antaño. Pálpitos de rencores acumulados racterísticas esenciales de estas naciones sin so- durante la colonización y bisoñez impulsaron beranía en la presente era neocolonial. Resulta, reacciones primarias, única razón de la victoria sin embargo, igualmente perversa la falacia per- de Macías en 1968, el candidato más visceral y manente que lleva al africano a ignorar la viga vocinglero; ingenuidad que aún pesa sobre toen el propio ojo. Desde 1960, el discurso dema- dos; se trataba de echar al blanco sin calibrar gógico africanista atribuye sistemáticamente a las previsibles consecuencias. En 1979, quienes causas externas cuantas tribulaciones afligen podían auparon al poder a un personaje indigsu vida. Siendo cierto que otros aprovechan las no, política y moralmente incapacitado para asucarencias morales, intelectuales y materiales de mir la función encomendada, desacierto origen las élites, instaladas o aspirantes, tampoco es del clamoroso fiasco actual; la ligereza priorizó baladí la nefasta contribución al drama de diri- acabar con el loco mientras pulían las garras gentes en general insolidarios, insaciables y crue- del monstruo agazapado; he aquí el resultado. les, autoerigidos en dioses terrenales, dueños Si pudor y responsabilidad social aconsejan absolutos de vidas y haciendas de pueblos abo- prudencia al abordar ciertos fenómenos por cados a soportar increíbles vejaciones con una no dar cuartos al pregonero y evitar las incomoresignación pasmosa. Desde esta perspectiva, didades de oponerse a la oposición el inteparece lógica la asombrosa imagen proyectada rés general impulsa a insistir, a sabiendas de que por África en las demás culturas. ¿Cabe rasgar- quizá se reme a contracorriente. Temerario conse las vestiduras cuando el espejo refleja la pro- formarse con poses y apariencias; el diseño de pia incuria? Si, pese a cuantas fórmulas y rece- un país ávido de libertad y desarrollo requiere tas ideadas, ese continente apenas presenta sig- actores de perfil nítido y trayectoria intachable, nos de regeneración tras sesenta años de personas honestas de acreditados principios independencias, lo natural es indagar las cau- morales. Aunque abundan los demagogos más sas de que unas sociedades progresen mientras que las setas en otoño lluvioso, la espesura del otras se estancan en su pobreza crónica. En vez bosque no puede impedir ver los árboles. Exisde irritación, las toscas salidas de tono de cons- ten, de especies preciosas, y aguardan ser despicuos manipuladores imbuidos en anacróni- cubiertos. Es preciso encontrarlos. Agudeza vicas ideas supremacistas debieran impulsar la sual recomendable a nacionales y extranjeros. reflexión. ¿Y qué razones objetivas y logros pal- Sería impropio esperar del ansiado mesías el espables contraponer para desmentirles? ¿Se hace pectro del tercer tirano. lo necesario, con inteligencia y honestidad, para revertir vergonzantes realidades convertidas en DONATO NDONGO- BIDYOGO E

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