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ABC MADRID 17-12-2017 página 70
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ABC MADRID 17-12-2017 página 70

  • EdiciónABC, MADRID
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70 CULTURA DOMINGO, 17 DE DICIEMBRE DE 2017 abc. es cultura ABC CRÍMENES EXTRAORDINARIOS Lo extraordinario se sitúa fuera del orden o regla natural o común, según la RAE. Ese es el lugar donde anidan las mentes criminales, fuera PUERTO HURRACO (BADAJOZ) 26- VIII- 1990 La matanza de Puerto Hurraco permanece en la memoria de la crónica de una España tan negra como el duelo que causó. El odio entre dos familias, Izquierdo Los Patas Pelás y Cabanillas Los Amadeos estalló en una furia sangrienta sin precedentes. Pero la rivalidad se prolongaba desde hacía un siglo, durante el que ya hubo varios crímenes y condenas de cárcel. En 1984, Isabel Izquierdo murió en el incendio de su casa. Sus hijos culparon a Antonio Cabanillas y se la juraron. Seis años se pasaron Ángela y Luciana sembrando el germen de la venganza en sus hermanos Emilio y Antonio. Hasta que en aquella calurosa tarde de domingo cogieron sus escopetas de caza para provocar una masacre que se saldó con nueve muertos y doce heridos graves. Al ser detenidos confesaron su intención de haber seguido matando. Masacre en agosto. Sangre y dolor de un odio centenario media tarde Emilio sacó del congelador una barra de helado de dos sabores, nata y fresa, mientras su hermano Antonio extraía las galletas de un cajón y buscaba un cuchillo grande con el que poder partirla. El asfixiante calor de agosto les caía licuado por la cara. Cuando Luciana y Ángela entraron en la cocina para empezar a ver qué se iba a hacer de cena, Antonio ya estaba cortando la barra sin ningún cuidado. A ¡Mira que sois exagerados! les gritó Luciana. No pensaréis comeros todo eso... remató Ángela. En respuesta, Antonio les acercó el cuchillo para asustarlas, ¡dejadnos en paz! y se puso a colocar las galletas en los cortes del helado que ya empezaba a deshacerse, tal era la temperatura. Ni siquiera mantener la casa prácticamente a oscuras aliviaba el sofoco de aquel agosto. Aunque a los hermanos Izquierdo les daba igual la estación del año que fuera; siempre tenían bajadas las persianas. La vivienda, de dos plantas angostas, tan amordazada entre una interminable hilera de casas como lo estuvieron desde siempre sus almas por el mero hecho de nacer siendo un Izquierdo, permanecía en una constante y agónica penumbra. En la casa de Monterrubio de la Serena vivían cuatro de los seis hermanos, que apenas pisaban la calle. Era gente extraña y remota, como de otro tiempo. De los seis hermanos, Emilia se había casado y tenía su propia familia. Jerónimo, el mayor de todos, falleció en un psiquiátrico en 1986 a los nueve días de haber apuñalado a un Cabanillas, que sobrevivió, nada más salir de la cárcel, precisamente por haber asesinado a otro, a Amadeo. Antonio apenas le sacaba dos años a su hermano Emilio, de 56. Las hermanas, de 49 y 63 años, mujeres avejentadas por el odio y el lugar, tenían atemorizada a población. No había lío en el que no se metieran. El comportamiento estrambótico incluía recorrer las calles insultando a diestro y siniestro a voz en grito; y también innumerables idas y venidas al cuartelillo simplemente para decir que en aquel pueblo no se podía vivir. Y es que tal vez no hubiera paz posible para ellas, pero no allí sino en ningún lugar del mundo. No podemos estar bien, no hay manera se lamentaban las dos mujeres ante el cabo. Antonio y Emilio, en cambio, iban más a lo suyo y evitaban el conflicto. Lo de ellos corría por dentro. La inquina que discurría por sus venas con ansias de muerte se convertía en la savia que los mantenía vivos. Aquella tarde, los restos del helado les chorreaban por las sucias comisuras de los labios. Ambos compartían la pasión desmedida por el helado, como desmedido resultaba el odio que le tenían a los Cabanillas, conocidos en Puerto Hurraco por su mote, Los Amadeos Y a ellos, los Izquierdo, por el de Los Patas Pelás Dos familias enfrentadas por un resentimiento ancestral. La muerte venía de lejos Puerto Hurraco era la definición de los confines del mundo en el tiempo y el espacio. Una aldea que esperó hasta los años setenta para tener electricidad, y hasta los ochenta para el agua corriente. Un reducido universo fundado por familias que llevaban el apellido Izquierdo en permanente pugna contra quienes consideraban unos allegados a principios de siglo: los Cabanillas, ejemplo de la emigración a Cuba. Pero ejemplo de nada más, ni los unos, ni los otros. A lo largo de casi cien años, problemas hubo de despecho y enredos sentimentales que no hicieron más que agravar la conflictiva relación entre Amadeos y Patas Pelás Varios crímenes abonaron la historia común de las dos familias, tiñendo de sangre un rencor hereditario que rozaba los límites de una maldición. Hasta que se produjo lo imperdonable: la muerte de la madre del clan de los Izquierdo en un incendio del que se empeñaron en culpar a los Cabanillas, a pesar de que jamás se pudo demostrar. Déjalos aquí a ver si revientan de tanto comer. Vamos a rezar, hermana,

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