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ABC MADRID 04-12-2017 página 78
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ABC MADRID 04-12-2017 página 78

  • EdiciónABC, MADRID
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LUNES 4.12.2017 Editado por Diario ABC, S. L. Juan Ignacio Luca de Tena, 7, 28027 Madrid. Diario ABC, S. L. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta publicación, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa. Número 37.229 D. L. I: M- 13- 58 Apartado de Correos 43, Madrid. Teléfono de atención 901 334 554. Centralita ABC 91 339 90 00. RAROS Y MALDITOS Paul Léautaud TODO IRÁ BIEN Solitario impenitente, vivía con decenas de gatos y perros que enterraba en su jardín. Dejó su monumental diario, una obra maestra de la introspección. Escribía a la luz de las velas y vestía como un vagabundo. Abandonó la redacción cuando su revista introdujo la electricidad SALVADOR SOSTRES EL GRAN DOLOR La compasión sostiene el mundo cuando la razón no alcanza y se seca el manantial de lo previsto EL MISÁNTROPO ILUSTRADO PEDRO G. CUARTANGO o último que dijo Paul Léautaud antes de morir en 1956 fue lo siguiente: No lamento nada. Dejadme en paz Una despedida coherente con la trayectoria de este personaje misántropo, solitario, amante de los gatos y que gustaba vestir como un clochard. Léautaud, contemporáneo de Sartre y de Camus, no ha pasado al olimpo literario pero es el autor de un diario de cerca de 10.000 páginas, escrito con austeridad y sencillez, que, según Julio Ramón Ribeyro, sería necesario leer cada mañana a fin de afrontar la vida sin ninguna pretensión, ni énfasis, ni ilusión Nacido en la capital francesa de una corista que le abandonó a los tres días del parto, nunca se reconcilió con el género humano. Pronto optó por recluirse en una casita en Fontenay, cerca de París, donde pasó más de 50 años con sus decenas de gatos, su mono y sus perros. Se alimentaba únicamente de queso y patatas y quienes no le conocían pensaban que era un vagabundo errante. En más de una ocasión algún viandante le ofreció limosna, gesto que era recibido con un ataque de indignación. Este maestro de las cosas pequeñas, como le define Roberto Calasso, reveló que había enterrado a unos 300 gatos y 150 perros en su jardín, verdadera necrópolis por la que paseaba y meditaba sobre su desdicha. Nunca superó el abandono de su madre, a la que intentó seducir en Calais cuando se enamoró de ella tras conocerla en el único viaje de su vida. Tuvo algunos affaires amorosos en su juventud, pero el diarista consagró todos sus esfuerzos al quehacer de secretario y crítico teatral de Mercure de France, una publicación literaria L L Nunca se reconcilió con el género humano Nació en la capital francesa de una corista que le abandonó a los tres días del parto. Jamás lo superó En más de una ocasión algún viandante le confundió con un pobre y le ofreció limosna, lo que rechazaba con indignación en la que trabajó durante medio siglo. Su ocupación le facilitó conocer a los grandes escritores franceses. Admiraba a Paul Valéry, con el que paseaba a menudo. Y se inspiraba en Stendhal, Diderot, Saint- Simon y Voltaire, sus referencias estilísticas. Léautaud detestaba el progreso y la técnica. Hasta el final de su existencia, escribía con pluma bajo la luz de las velas. Cuando Georges Duhamel se convirtió en director de la revista en 1936 y ordenó introducir luz eléctrica y teléfono en la redacción, el excéntrico misántropo cogió un monumental enfado y decidió dimitir de su puesto. Para vivir bien hay que pensar a menudo en la muerte anotó en una entrada de su diario cuando tenía 24 años. También confesó en varios pasajes de su obra que siempre estuvo tentado por el suicidio, que se convirtió en una reflexión cotidiana. Pero Léautaud, pobre y olvidado del Parnaso literario, sobrevivió hasta los 84 años con la sensación de que la vida era una estafa. Nancy Mitford compuso un justo epitafio: Sus diarios son el mejor estudio de carácter jamás escrito Verbolario POR RODRIGO CORTÉS Aportación, f. Intento de firmar el trabajo de otro. a compasión y el resentimiento son los dos motores del mundo. La compasión es el sentimiento de los hombres verdaderamente libres. Es más poderosa que la voluntad y si la ingenuidad de la socialdemocracia es pensar que el Estado puede sustituir a Dios, la fuerza de la ternura es la metáfora de la solución universal. El resentimiento es el odio con que los perdedores arremeten contra el enemigo real o imaginario en el que proyectan lo que por falta de talento nunca lograron. Como en los terroristas de Daesh, su eficacia devastadora se basa en que no pretenden escapar. La compasión sostiene el mundo cuando la razón no alcanza y se seca el manantial de lo previsto. Dices que no querrías ser querido por lástima pero todos la damos alguna vez y la piedad es una Gracia. El resentimiento es el modo más vulgar de esquivar el espejo, la cobardía de no tomar las riendas de tu vida y de disimular con rabia tu tristeza. La crueldad suele confundirse con las agallas y el agua tibia de la piedad con la falta de carácter, pero de nuestra realidad política hemos aprendido que los resentidos de un lado y de otro no son más que histéricas de mocho y drama, iguales en vileza y mezquindad; y que la misericordia de no aplicar más fuerza de la necesaria nos ha aliviado a todos y sin prescindibles espectáculos. Sobre el resentimiento y el odio no se ha construido nunca nada, pedir perdón y perdonar es lo que Dios nos ha enseñado y ponerlo en práctica no ha hecho jamás ningún daño. A veces no queda más remedio que el de la contundencia pero ni alardeamos de ella ni nos regodeamos en el desastre, porque no somos los carniceros que ansiábamos la sangre para nuestros siniestros rituales sino los que hasta el último instante mediamos para evitarla. El resentimiento es la revancha automática de la tara acomplejada y la misericordia requiere almas mucho más trabajadas. Cuando mandan los resentidos, la miseria todo lo arrasa, y sólo con compasión podemos cargar con el gran dolor del mundo para calmarlo.

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