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ABC MADRID 18-11-2017 página 49
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ABC MADRID 18-11-2017 página 49

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 18 DE NOVIEMBRE DE 2017 abc. es cultura CULTURA 49 Renovador Renovó la acuarela y el grabado con su originalidad, virtuosismo técnico, refinamiento y vibrante paleta Espléndidos préstamos De las 169 obras expuestas, 67 no habían salido nunca de sus lugares de origen y una docena son inéditas Son muchos los pintores a los que Mariano Fortuny admiraba: Velázquez, Ribera, El Greco, Van Dyck y, sobre todo, Goya. No se limitó a estudiarlos, sino también a copiar algunas de sus obras más célebres, la mayoría en la colección del Prado. Una selección cuelga en la muestra. De Velázquez recrea, total o parcialmente, Marte Menipo Inocencio X Las Lanzas De Ribera, su San Andrés De Goya, Pedro Mocarte La Familia de Carlos IV y algunos de sus dibujos... Los mantuvo con él en su estudio toda su vida. Tras su muerte salieron a la venta y alcanzaron precios muy elevados en el mercado. Mariano Fortuny vivió poco, pero lo suficiente para saborear el éxito, de la mano de su marchante, Adolphe Goupil, e importantes coleccionistas. El principal, William H. Stewart. En la exposición están presentes muchos de sus grandes trabajos, como La vicaría del MNAC; La elección de la modelo de la National Gallery de Washington; o Pórtico de la Iglesia de San Ginés de Madrid de la Hispanic Society de Nueva York. Si Marruecos fue el despertar de su pasión oriental, con Granada mantuvo un intenso idilio. Allí vivió dos años, de 1870 a 1872. Se enamoró de esta ciudad cuyo pasado islámico se respira en todos sus rincones, de sus palacios nazaríes, sus calles, jardines y gentes... De su etapa granadina destaca Carrera del Darro una preciosa obra que el British Museum presta por primera vez. Solo se había exhibido en sus salas en una ocasión. Pese a ser casi desconocida, es una de sus más importantes acuarelas. También hay obras inéditas de esta etapa: Sombra de una farola en una calle empedrada Vendedora de verduras En Carrera del Darro aparece la antigua Cancillería árabe, donde el artista compró en 1871 una de las joyas más preciadas de su colección, que atesoró en su estudio romano: el llamado Azulejo Fortuny (1408- 17) cedido por el Instituto Valencia de Don Juan (Madrid) Su faceta coleccionista es uno de los atractivos de la exposición, cuyo punto fuerte es el arte hispanomusulmán e islámico. Ha venido al Prado una exquisita selección: junto al citado azulejo, un tapiz, un espejo veneciano, un arcón de bodas, tejidos turcos, un escudo y un casco persas, una máscara funeraria de Beethoven, músico que adoraba y al que estaba dibujando poco antes de morir... Como curiosidad, una espada realizada por el propio Fortuny imitando modelos antiguos. Su viuda se deshizo de algunas piezas, que fueron adquiridas por prestigiosos museos de todo el mundo, lo que da idea del grado de excelencia de su colección. Gran coleccionista Sobre estas líneas, dos joyas de su colección: arriba, Azulejo Fortuny (1408- 17) Abajo, cofre hispanomusulmán que su viuda vendió en la I Guerra Mundial El mejor acuarelista Fortuny fue un maestro de la acuarela. Arriba, El fumador de opio del Hermitage bos, abanicos... Al final de la muestra se exhibe una de sus obras más exquisitas: Los hijos del pintor en el salón japonés de la colección del Prado. Entre 1863 y 1868 Fortuny permaneció entre España e Italia. Apenas se centró en el género del retrato, y no por falta de recursos. Como demuestra el espléndido retrato de Mirope Savati, presente en la muestra. Propiedad del Metropolitan de Nueva York, viaja por vez primera a Europa. Esta italiana estaba casada con José Gaye, secretario del duque de Riánsares. Precisamente, Fortuny pintó para la residencia parisina del marqués y su esposa, María Cristina de Borbón, un gran lienzo, que decoraba el techo de una de las salas: La Reina María Cristina pasando revista a las tropas El Prado lo adquirió en 1894 y ahora lo muestra por vez primera en su posición original. Es posible que se mantenga así tras la exposición. Outsider y cosmopolita En 1874 se instaló en Portici, cerca de Nápoles, donde pinta del natural niños desnudos en la playa, años antes que Sargent y Sorolla. Hay cuatro expuestos, dos inéditos. El recorrido concluye con su máscara funeraria y el vaciado de su mano, realizados por Jerónimo Suñol, y una foto de Mariano Fortuny en su lecho de muerte. Théophile Gautier, uno de sus más fieles seguidores, decía que Fortuny era una revisión moderna y al gusto francés del arte de Goya Outsider, independiente, cosmopolita... Tan solo le bastaron 36 años para ser un genio. Genial grabador Fue muy hábil con el grabado. Arriba, su aguafuerte más célebre: El anacoreta Pintor de éxito La Reina María Cristina le encargó a Fortuny esta obra para el techo de una sala de su residencia en París. Por primera vez el Prado la expone en su posición original De Granada a Portici Si Fortuny fue un maestro de la acuarela (hay en la exposición obras excepcionales como El fumador de opio del Hermitage, que se presta por primera vez) no lo fue menos en el grabado, donde demostró una prodigiosa habilidad. Se exhiben la lámina de cobre, varias pruebas de estado y el aguafuerte final de El anacoreta una de sus obras maestras. Mariano Fortuny (1838- 1874) Museo del Prado. Salas A y B. Edificio Jerónimos. Horario: de lunes a sábados, de 10 a 20 horas. Domingos y festivos, de 10 a 19 horas. Del 21 de noviembre al 18 de marzo de 2018 MUSEO DEL PRADO

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