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ABC MADRID 27-09-2017 página 15
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ABC MIÉRCOLES, 27 DE SEPTIEMBRE DE 2017 abc. es opinion OPINIÓN 15 VIDAS EJEMPLARES TRIBUNA ABIERTA LA DIGNIDAD DE LA PERSONA POR PEDRO CRESPO DE LARA O vinculamos la dignidad a la filiación divina del hombre o, rompiendo toda relación con el Creador, solo se ve en ella la libertad más absoluta ónde están los intelectuales, maestros espirituales que nos guíen en esta hora floja y desangelada que vivimos? En el campo del Derecho hay uno indiscutido, Jesús Pérez González. Catedrático de Derecho Administrativo, registrador de la Propiedad y abogado de alto prestigio, además, académico de número de las Reales Academias de Jurisprudencia y Legislación y de Ciencias Morales y Políticas, este escritor jurídico aplomado y de buena letra ha inspirado leyes a España y a media América. En el año 1986 ingresó en la Real de Jurisprudencia con un discurso impecable sobre la dignidad humana. Desde entonces no ha cejado en su lucha por el fundamento de la persona y su dignidad, principio rector de nuestro ordenamiento jurídico, según el art. 10.1 de la Constitución de 1978. ¿Cuál es su tesis? Que el único fundamento firme de la dignidad de la persona está en su origen divino. Con lo cual, dice él, se ha colocado en el sitio políticamente incorrecto. Ya que el Tribunal Constitucional, salvo en algunos de sus primeras sentencias, ha seguido la línea del llamado progresismo y con una interpretación marcadamente positivista ha llegado a negar la existencia de derechos incuestionables inherentes a la dignidad o a desnaturalizarlos Pues bien, desde esa posición a contrapelo, este abogado de cuerpo menudo pero corazón de atlante, que no se rinde con la caída de los años, que ya son noventa, luchó contra el positivismo imperante en su cátedra hasta su jubilación, siguió su lucha en el foro, en la tribuna pública, en sus numerosas publicaciones y ahora con una nueva edición actualizada de su libro La Dignidad de la persona, que publica Civitas- Thompson Reuters. Su pensamiento no ha cambiado. O vinculamos la dignidad a la filiación divina del hombre o, rompiendo toda relación con el Creador, solo se ve en ella la libertad más absoluta, aunque sea manifestación de los más bajos instintos. La primera forma de entenderla es atacada, despreciada, maltratada cada día, cada hora, cada minuto ante la indiferencia de las organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos. Y ve en todas las organizaciones estatales, incluidas las que se consideran imagen perfecta del Estado de Derecho, el peligro latente de la divinización del Estado. Y, reavivando el pensamiento de Feuerbach y el de Albert Camus, imagina un Estado universal, que, ante las situaciones desesperadas en que se encuentra un hombre sin religión ni conciencia, no renunciará a los impresionantes instrumentos que le ofrece la técnica moderna, para llegar a formas de autoridad absoluta, a un poder absoluto en que el hombre quedaría reducido a lo que es en el mundo de 1984 de Orwell o en el Mundo feliz de Huxley. En este mundo la miseria habría terminado, las contradicciones históricas habrían quedado resueltas, pero el verdadero Dios, el Dios humano, sería el Estado. Cierra filas González Pérez con Francisco Ayala, de grata memoria, quien preguntado al ingresar en la Academia Española qué salva al hombre? contestaba: La dignidad. El que la pierde se convierte en un guiñapo, aunque siempre existe la esperanza de remisión En el fondo de la cuestión está el creer en Dios o creer que venimos de la nada y a la nada volveremos. En resumen, un libro importante de un jurista excelente. PEDRO CRESPO DE LARA ES ABOGADO Y PERIODISTA LUIS VENTOSO BROMAS Lo que contó aquel hombre evocaba un mundo muy pardo ¿D U Por otra parte, en varios medios de comunicación muy neutrales y no extremistas, reconocidos como los de mayor reputación aquí y en Madrid, la gran mayoría de editoriales y columnas de opinión desmontan las tesis del proceso como primera premisa por sus falsedades, a la vez que exigen diálogo y negociación sobre el encaje Cataluña- España. Este enfoque es el único válido a mi parecer y que todos debemos defender. En fin, animo a todos los catalanes que quieran paz y diálogo que no vayan a votar, porque esa votación es una falsedad. Al mismo tiempo, debemos exigir a nuestros políticos de aquí y de Madrid Salvar a Cataluña Sí, hay que salvar a Cataluña de sus depredadores, de la incontinencia estéril, moral, intelectual y política de sus actuales gobernantes. Hay que salvarla del empecinamiento inútil de quienes proclaman una legalidad inexistente. Hay que salvarla de su falta de seny (cordura) y de la locura de la rauxa (arrebato) Papeleta del referéndum que de inmediato se inicie un pr oceso de diálogo y negociación y que, por supuesto, todos debemos acatar lo que surja de ese dialogo. XAVIER VILANOVA LÉRIDA RAMÓN SENTÍS DURÁN VALENCIA Pueden dirigir sus cartas y preguntas al Director por correo: C Juan Ignacio Luca de Tena 7. 28027 Madrid, por fax: 91 320 33 56 o por correo electrónico: cartas abc. es. ABC se reserva el derecho de extractar o reducir los textos de las cartas cuyas dimensiones sobrepasen el espacio destinado a ellas. NA cosa es verlo a lo lejos, o que te lo cuenten de segunda mano. Otra que una persona que lo padece cada día te lo relate en persona, en todo su detalle y angustia. Saludo a un catalán de 60 años, a quien conozco desde hace tiempo por encuentros superficiales, pero siempre agradables. Está en Madrid, de visita fugaz por trabajo. Es un hombre vivaracho y extrovertido, muy laborioso, un padre de familia currelas, que siempre ha sabido buscarse el condumio. Luce la tez tostada que deja el benigno clima mediterráneo y una corbata sobre una camisa oscura, de esas que fueran moda en aquella tierra. Al segundo, por supuesto, estamos ya hablando del monotema (o más bien es él quien habla; yo solo escucho su testimonio, que oscila entre la perplejidad, la desazón y algunos trallazos de humor terapéutico) Cuenta que vive en un pueblo periférico, de unos seis mil habitantes. Un lugar bueno y confortable. Hasta que todo cambió. Explica que la presión nacionalista se diluye en las ciudades, pero en los pueblos pequeños de mayoría independentista, como el suyo, la atmósfera se ha tornado atosigante. Personas que consideraba amigas han iniciado un distanciamiento preventivo, no vaya a ser que el españolismo les tizne la honra; una especie de cordón terapéutico, todavía sutil, pero que progresa. No se trata de un extremista. Es solo uno más de esa mayoría silenciosa que se siente catalana y española con naturalidad, sin aspavientos. Cuenta entre lamentos lo ya sabido: que la política ha quedado prohibida en las comidas familiares y sociales, que ya no es posible intercambiar pareceres con un nacionalista sin que el debate acabe en un enconamiento retorcido, de mala entraña. La libertad de expresión ha quedado en suspenso de facto en la vida callejera, salvo para una de las ideologías: la que alimenta el poder. Su pueblo cuenta con un club deportivo, el foro social de esparcimiento. Hace unos días, en el aperitivo, sus vecinos, sus amigos ¿ya examigos? le hicieron un comentario en teoría jocoso, formulado con un soniquete supuestamente jovial: Prepárate, que cuando pase el 1 de octubre y seamos independientes igual te colgamos de esa farola Risitas de la cuadrilla. El señalado aguanta con una sonrisa impostada, pero hirviendo por dentro. ¿Qué haces ante un comentario así? O te lías a h... que es lo que te pide el cuerpo, o te haces el tonto, como quien sigue la broma. Así que les dije: Oye, pero cuando me colguéis ponedme un chaleco y atadme a él, eh, que por el cuello duele No son agresiones frontales, de una violencia abierta. Todavía perdura un rescoldo de los modales que han distinguido a Cataluña. Pero la telaraña contra el disidente ¡catalán y español! se va tornando más y más tupida. Su historia en el club deportivo me pareció terriblemente triste. Estoy seguro de que a comienzos de los años treinta algunos judíos burgueses de corbata, bien asentados, laboriosos también trataban de despejar con un reflejo de humor la tensión que los cercaba en los clubes y sociedades de Berlín, Dortmund, Viena... ¿Dónde carajo vas Cataluña?

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