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ABC MADRID 16-09-2017 página 13
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ABC MADRID 16-09-2017 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 16 DE SEPTIEMBRE DE 2017 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA OS SALVARÉ LA VIDA Todo español cabal debe enorgullecerse de Melchor Rodríguez OMO no sólo de desvaríos independentistas vive el hombre, dedico hoy mi artículo a glosar la figura de Melchor Rodríguez y la novela Os salvaré la vida (Espasa) escrita en comandita por Joaquín Leguina y Rubén Buren, sobre tan suculento personaje. Pues Melchor Rodríguez es el más acabado epítome de lo que significa ser español, auténticamente español, en tiempos de tribulación. Tras una infancia menesterosa, Melchor Rodrígez se metió a torero, por huir de las cornadas que le asestaba el hambre, hasta que un toro le dejó las nalgas hechas albóndiga. Desde entonces se ganó la vida como chapista y desarrolló una intensa y áspera labor sindical, hasta convertirse en un afamado (y muy enchironado) líder anarquista. Al poco de estallar la Guerra Civil, Melchor Rodríguez fue nombrado delegado de prisiones en Madrid; y desde este puesto evitó que cientos, tal vez miles de madrileños acusados de quintacolumnistas, fuesen conducidos a Paracuellos. De este modo evitaron la muerte, entre otros, miembros de la familia Luca de Tena, Raimundo Fernández Cuesta, Serrano Suñer y Agustín Muñoz Grandes, quien bizarramente intervendría, en nombre de todas las personas rescatadas del plomo por el Ángel rojo en el consejo de guerra que enjuiciaba su actuación durante los años de la contienda. Leguina y Buren (que es biznieto del heroico Rodríguez) apenas se refieren a estos acontecimien- C tos vibrantes y épicos, para centrarse en un Melchor Rodríguez mucho menos conocido, el de las postrimerías de la Guerra Civil, cuando llegó a ser alcalde de Madrid por unos pocos días, antes de la entrada de las tropas victoriosas en la capital. También en el Melchor Rodríguez que, pese a su heroica actitud, sufrió cuatro penosos años de cárcel, hasta 1944; y en el Melchor Rodríguez que llevó siempre una vida modesta y rehuyó los reconocimientos, leal a sus ideales anarquistas. Leguina y Buren aprovechan para rendir homenaje a quienes acompañaron a Melchor Rodríguez en sus hazañas y en sus desventuras, muy en especial a su mujer Paca y a su hija Amapola, que a veces tuvieron que sufrir las intemperancias de su carácter. Y nos rescatan reveladoras y emocionantes anécdotas de la vejez de Melchor Rodríguez, como el acuerdo al que llegó desde su lecho de muerte con el ministro y presidente de Acción Católica Alberto Martín- Artajo (a quien también salvó de las sacas) comprometiéndose a besar un crucifijo si a cambio él acudía al hospital con una corbata rojinegra. Yo no sé si Melchor Rodríguez murió siendo ateo, pero sin duda cumplió de forma heorica con el más difícil mandato de cuantos Cristo impuso a sus seguidores, el amor al enemigo, una forma de caridad extrema que requiere el concurso de la gracia divina, porque la mera naturaleza humana nos pide lo contrario. Este amor al enemigo que mostró Rodríguez nunca se lo perdonaron los comunistas, que como escribe Rubén Buren en el epílogo de Os salvaré la vida negaron y vilipendiaron siempre su figura, incluso llegaron a afirmar que sus familiares habíamos vivido como reyes Pero todo español cabal debe enorgullecerse de Melchor Rodríguez, que en los días de la pólvora tuvo el valor de anteponer las vidas de los inocentes sobre los ofuscamientos ideológicos. La grata lectura de Os salvaré la vida servirá a muchos para descubrir que este trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín es también la tierra donde la gracia divina actúa más esmeradamente sobre la naturaleza humana. Ojalá en estos tiempos de tribulación, menos sangrientos pero igualmente cainitas, tuviésemos hombres tan abnegados y valientes como Melchor Rodríguez. IGNACIO CAMACHO PESCADORES DE AGUA TURBIA Las élites catalanas están, en su mayoría, entre el soberanismo y la tercera vía. Por convicción, conveniencia o miedo V JM NIETO Fe de ratas OCES, hubo voces. La cúpula patronal está al borde del amotinamiento. No confundida como dice con eufemística cortesía Javier Vega de Seoane, sino abiertamente indignada con Juan Rosell y su inesperado tercerismo ante la cuestión catalana. Quiso zanjar la posición de la CEOE con una nota ambigua y escueta relata un miembro de la nomenclatura empresarial perdió el pulso y se fue a la radio a decir lo de la sumisión para quedar bien con los suyos. Por eso ha sentado tan mal en la directiva, cuyo pronunciamiento constitucionalista, que era tajante, ha quedado opacado por una declaración personal e inoportuna del presidente Ayer, los vices se desparramaron por los medios para tratar de apagar el fuego con la consigna de que no hay más criterio que el oficial, y le enviaron mensajes tranquilizadores al Gobierno. Que no existen fisuras en la organización. Pero vaya si existen. Justo a la altura del Ebro. Porque el empresariado catalán está, con honorables excepciones de coraje civil, entre el soberanismo y la tercera vía. Por convicción, por conveniencia o por miedo. Lo está también el sector editorial, el de la comunicación y el financiero, aunque los grandes bancos tengan los planes listos para trasladar la sede al día siguiente de una eventual secesión, en apenas 24 horas de papeleo. En esa actitud reside una parte de las causas del conflicto; el mundo del dinero se ha apuntado a la idea de que todo este jaleo traerá un cambio de estatus del que podrá sacar provecho. La patronal autonómica, el Foment de Gay de Montellá, maneja un documento que pide el rango de nación, un concierto fiscal y desarrollo de infraestructuras estatales: pesca en río revuelto. Y la mayoría de los industriales y comerciantes de clase media, que viven del mercado interior de Cataluña, son ya directamente separatistas por simbiosis ambiental. No temen el boicot de productos que afectaría a los grandes; viven en la independencia práctica desde hace tiempo. En ese oportunismo que trata de sacar ventaja de la desafección las élites económicas han permitido la destrucción del sistema político. Se han quedado sin interlocutores por el corrimiento de tierras que ha sepultado al antiguo catalanismo. Ni siquiera ante el ejemplo de Barcelona, gobernada por una extrema izquierda anticapitalista, han visto el peligro. La secesión ha arrollado la vida institucional empujándola hacia el extremismo. Cuando amaine esta crisis, emergerá una coalición de poder entre ERC, los Comunes de Colau y otras fuerzas de izquierda, pero los empresarios influyentes no acaban de entender que el régimen autonómico se ha quedado en manos de sus naturales enemigos. Se merecen por su torpeza ese desenlace aunque muchos ya han puesto su riqueza patrimonial a salvo. Pero si de verdad se produjese la ruptura, correrían en peregrinación a Madrid para implorar socorro a papá Estado.

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