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ABC MADRID 10-09-2017 página 36
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ABC MADRID 10-09-2017 página 36

  • EdiciónABC, MADRID
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36 INTERNACIONAL DOMINGO, 10 DE SEPTIEMBRE DE 2017 abc. es internacional ABC Alfonso Armada y Mercedes Gallego contaron para los periódicos de Vocento el 11- S. Dieciséis años después, rememoran el día en que pareció que el mundo se acababa M. GALLEGO A. ARMADA El apocalipsis en directo ANTONIO PANIAGUA Jamás un guionista de Hollywood hubiera ideado un atentado ejecutado de una manera tan espantosamente limpia. Con una tensión dramática in crescendo los atentados del 11- S fueron producto de un cerebro endiabladamente inteligente. Unos terroristas secuestran cuatro aviones cargados de combustible, estrellan dos contra las Torres Gemelas y consiguen que el desplome de los dos gigantescos rascacielos sea emitido en directo por televisiones de todo el mundo. A ello se añade un tercer aparato que cae en picado contra la fachada del Pentágono. Los dos edificios de 110 pisos estaban hechos para resistir el impacto de una aeronave de pasajeros, pero no para aguantar un calor infernal que derritió las vigas e hizo que se desmigara la estructura de las enormes moles de acero y hormigón. Quien hizo el guión de esta película era un genio del mal: consiguió el efecto más pavoroso del mundo en 102 minutos, los que aproximadamente dura un filme asegura Alfonso Armada, corresponsal durante casi siete años de ABC y testigo de una tragedia que cambió el mundo. Era la primera vez desde la Guerra de la Independencia que EE. UU. sufría un ataque en su propio territorio, si se exceptúa Pearl Harbor. Pero la base naval de Hawái bombardeada por la armada japonesa se encontraba a 8.000 kilómetros de distancia de suelo americano. Nada que ver con el 11- S, día en que se desvaneció la convicción de que el país era invulnerable. Casi tres mil muertos 2.981, para ser exactos componían la terrible lista de víctimas. A veces se olvida incluir entre los cadáveres los pasajeros del avión del Pentágono y los del cuarto vuelo, que se estrelló en campo abierto en Shanksville (Pensilvania) Además murieron 319 bomberos y 50 policías realizando su trabajo. No le pilló por los pelos Pronto cundió el pánico. El presidente George Bush, que se encontraba visitando una escuela en Florida, se pasó el día volando a bordo del Air Force One. Todos los vuelos sobre territorio estadounidense fueron suspendidos y una densa capa de ceniza espesó el aire. Ante la primera reacción vacilante de Bush, el alcalde de la ciudad, Rudolph Giuliani, tomó el mando en medio del desconcierto. Los americanos no sabían si estaban ante el comienzo de la III Guerra Mundial o el apocalipsis. Cuando el primer avión de la American Airlines se empotró contra el World Trade Center, Alfonso Armada se encontraba en una cafetería con su mujer, en la Segunda Avenida, esquina con la calle 32, después de haber dejado a su hija en el colegio. Subió directamente a la azotea del edificio en que estaba su apartamento, desde donde se observaba una vista privilegiada del sur de Manhattan. Su mujer, la fotógrafa Corina Arranz, fue a por su cámara. Armada vio cómo ardía una de las torres, se incrustaba un segundo avión en el World Trade Center y un hongo horizontal de humo y cristales se proyectaba sobre el norte. Siempre te dicen que si hay una explosión nuclear lo primero es cerrar los ojos para que no te ciegue la vista. Lo pensé en ese momento, pero los mantuve abiertos. Por esas perversiones de la profesión me dije: joder, mi mujer no está aquí para hacer la foto de su vida Grandiosas chimeneas La nube negra desplazándose por los edificios del sur de la Gran Manzana, con sus diseños inconfundibles del siglo XIX y principios del XX, confería a la escena un aire fantasmal. Las construcciones, con sus depósitos de agua, arcos y cornisas, parecían un gigantesco trasatlántico, mientras que las dos torres humeantes se asemejaban a grandiosas chimeneas cuenta Armada. La clientela de las tiendas arramblaba con todo poseída por el miedo. Como no se aceptaban tarjetas de crédito porque las comunicaciones quedaron interrumpidas, la gente hacía acopio de dinero contante y sonante. Desde entonces en mi casa siempre tengo lo que llamo mi caja de emergencia, con raciones militares, agua, latas, velas y un teléfono con disco asegura Gallego. Al principio el metro aún funcionaba. Es curioso, pero pocos pasajeros sabían lo que estaba ocurriendo. Al atacar Armada y su mujer el último tramo de las escaleras del suburbano que dan al Ayuntamiento y el puente de Brooklyn, se propagó un formidable estruen- Por los pelos A Mercedes Gallego, corresponsal en Nueva York de los periódicos de Vocento, le avisó Julio Anguita Parrado muerto luego por un misil en la guerra de Irak de lo que estaba ocurriendo. Miré por la ventana y vi el humo rodeando las Torres Gemelas. Puse la tele y entonces hablaban de un accidente aéreo. Mi chico, que trabajaba para la NBC, había venido la noche antes de Miami con la intención de rodar un documental sobre los servicios secretos, que tenían su sede en el World Trade Center. Debía estar allí a las nueve de la mañana pero le aplazaron la cita a las doce. Las Torres Gemelas arden tras el ataque terrorista a los rascacielos ABC La guerra Armada: La sensación era que la guerra había llegado a la ciudad, una percepción que se unía a la incredulidad El caos Gallego: Había montañas de documentos de oficinas por el suelo que nos llegaban a la altura de la rodilla

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