ABC MADRID 08-09-2017 página 62

62 ABCdelOCIO VIERNES, 8 DE SEPTIEMBRE DE 2017 abc. es ABC La dolce vita Los jardines del verano POR FERNANDO R. LAFUENTE l sarampión de la novela negra, como el Manifiesto Comunista de Marx, es un fantasma que si el de Marx recorrió Europa en tiempo lejano, el de la novela negra lo recorre ahora. Pero más que manifiesto o moda o enfermedad infantil es un virus que ataca cuando menos te lo esperas y que requiere prevención. Prevenir es curar. Después del vendaval de los nórdicos, de las escaramuzas francesas, de la saga griega; después del gran Camilleri, anuncian que le toca el turno a la novela negra italiana. Lo cierto es que pocas son las grandes novelas que no presentan, o anuncian, un lado negro de la vida. De las modas se sale y se sobrevive. Es el caso especial de Santo Piazzese y su espléndida Asesinato en el Jardín Botánico Novela, por cierto, publicada en 1996 que en buena hora llega al lector español. Una de las claves de cualquier novelista es hablar con voz propia, crear una atmósfera única, unos personajes singulares y una trama que atrape, si es posible, desde la primera página. No sólo por la intriga, sino por lo que sugiere, por los horizontes supuestos, por el ritmo de la narración. Y que, al final, todo encaje para asombro y gratitud de quien ha seguido cada vuelta de tuerca de una historia que, como mínimo, debe poseer una inteligente composición. Si no, mejor dejar el libro. Piazzese asombra, en primer lugar, E Asesinato en el Jardín Botánico Santo Piazzese. Siruela, Madrid, 2017. Traducción de Pepa Linares. 224 páginas. 18,95 euros. Verano 1993 Dirección. Carla Simón. Intérpretes. Laia Artigas, David Verdaguer, Paula Robles. 2017. España. 97 min. Marcano Dr. Castelo, 31. 91 409 36 42. Madrid. por su ácido protagonista. Un profesor e investigador de Biología metido, sin querer, que es como se hacen las cosas más divertidas, en detective. Palermo, el siroco que corta el aire y forja una ansiedad de humedades y sofocos, un tipo colgado en el Jardín Botánico, pútridas ambiciones universitarias, mentiras y manejos, arribistas y traidores, viejos sesentayochistas a los que sólo les queda el jazz, como a nuestro hombre en Palermo, Leandro La Marca, y un laberinto de amores, odios y asesinatos. Todo, como leal discípulo de Camilleri, tratado con sus exquisitas, y populares dosis gastronómicas. Nada para enfrentarse a este otoño de vendavales y tramuntanas como leer esta espléndida novela, ésta sí, bien negra. El cine puede ser, o definirse, o interpretarse, o considerarse y verse de múltiples, no infinitas, maneras, pero todos esos senderos convergen en uno: la mirada. Una, la de quien dirige la película; otra, la de uno de sus protagonistas. Es un placer citar una extraordinaria por maravillosamente anómala película española. Verano 1993 es la película. Su directora, Carla Simón, la protagonista, Frida, seis años; magistral la jovencísima actriz Laia Artigas, qué mirada, cómo fija la melancolía, el asombro, la lástima, el descubrimiento de una realidad terrible y de una vida alejada para siempre de unos padres muertos de una manera terriblemente triste. Sí, como declaró Simón, es la crónica de cómo una niña se enfrenta a la muerte Convertir ese centón de recuerdos, de presencias, en una obra de arte es el enorme mérito de su directora. Al alivio de las barras de las tabernas. A contemplar el infinito en una jarra de cerveza, a gozar cada momento es la consigna. Marcano es un buen lugar para tal alivio, y cómo: tapas, pinchos, hasta eso que llaman tostas. Después del otoño, si no pasa nada, llegará el invierno y ahí nos quieren ver, tras el tórrido jardín del verano. La pequeña Laia Artigas en Verano 1993 ABC