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ABC MADRID 08-09-2017 página 47
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ABC MADRID 08-09-2017 página 47

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 8 DE SEPTIEMBRE DE 2017 abc. es cultura CULTURA 47 rativas del tercer centenario de la publicación de El Quijote. El exilio de Alfonso XIII y la Segunda República en 1931 supusieron la emisión de nuevos timbres. Pero por entonces no andaba el país demasiado boyante en lo que a capital se refiere y se reaprovecharon tras sobreimpresionarles las palabras República Española Pronto hubo estampas mucho más amables para el nuevo sistema como la de Pablo Iglesias (fundador del PSOE) Guerra Civil La Guerra Civil trajo curiosidades en lo que a sellos se refiere, pues estos quedaron divididos (al igual que España) en dos bandos. Tanto republicanos como franquistas emitieron sus propias estampas. Los primeros apostaron por homenajear a sus combatientes (los defensores de Madrid o la 43 División, por ejemplo) mientras que Franco se apropió (entre otras) de las imágenes del Cid o de los Reyes Católicos. Si hubo una serie reseñable fue la emitida en 1938 desde la Ciudad Condal, con el día en que un submarino gubernamental hizo las veces de correo entre Barcelona y Mahón. Terminada la contienda, empezaron a primar las imágenes de Franco, cuya efigie no cambió en las estampas durante más de dos décadas. Un mes después de la muerte de Franco el Rey Juan Carlos I se convirtió en el protagonista de los sellos españoles. A partir de ese año comenzaron a emitirse series basadas en eventos como la proclamación de los estatutos de autonomía o las Olimpiadas de Barcelona de 1992. A todos ellos se sumaron otros conmemorando (por ejemplo) los cinco siglos del descubrimiento de América. Así continuaron los timbres de nuestro país hasta el 22 de septiembre del 2000. Alejandro Talavante sale a hombros del coso del Paseo de Zorrilla HERAS Toros Talavante y el despertar del arte Sale a hombros y Perera corta una oreja en una estupenda corrida de Matilla ROSARIO PÉREZ VALLADOLID VALLADOLID PLAZA DE VALLADOLID. Jueves, 7 de septiembre de 2017. Segunda corrida. Media entrada. Toros de Hermanos García Jiménez, nobles y de muy buen juego, ovacionados todos menos el de Olga Jiménez (3 descompuesto. SEBASTIÁN CASTELLA, de lila y azabache. Dos pinchazos y estocada trasera desprendida (saludos) En el cuarto, cinco pinchazos, media tendida y dos descabellos. Dos avisos (silencio) MIGUEL ÁNGEL PERERA, de verde botella y oro. Estocada caída enhebrada, dos pinchazos y estocada desprendida (saludos) En el quinto, estocada baja (oreja) ALEJANDRO TALAVANTE, de nazareno y oro. Dos pinchazos, estocada caída y descabello (silencio) En el sexto, estocada (dos orejas) mentales y ceder parte del protagonismo al inspector Hackett, socio de Quirke de aparición intermitente, que se estrena aquí como comisario jefe. Para el jurado, formado por Paco Camarasa, Luisa Gutiérrez, Antoni Lozano, Soledad Puértolas y Lorenzo Silva, con Pecado Black vuelve a dotar al género policíaco de una calidad literaria excepcional gracias a su extraordinaria prosa A su favor juega también que, a diferencia de lo ocurrido con Ian Rankin y Don Winslow, ganadores de las dos últimas ediciones con sendas novelas que ya se habían publicado en inglés, Pecado llegará a las librerías españolas el 11 de septiembre antes de publicarse en ninguna otra lengua. Cada día sabemos más y entendemos menos comentaban dos vecinos en un palco. Trataban de analizar el porqué los nobles y buenos ejemplares de Hermanos García Jiménez eran arrastrados con las orejas puestas. Sin ellas debieron irse los dos primeros, pero por h o por b por exceso de mecanicismo y, sobre todo, por el desatino con la espada, las vacas enviudaban, sonaban los cascabeles y los toros se marchaban intactos... Curiosamente, el triunfador del festejo, Alejandro Talavante, era el único que no había tenido suerte con el descompuesto y feote primero de su lote con el hierro de Olga Jiménez el solitario lunar del estupendo conjunto de Matilla, que lidió una corrida de triple puerta grande. Pero solo la figura extremeña cruzó el umbral de la gloria. Hubo que esperar al sexto, Decorador de nombre, para que Talavante brindase lo más artístico, un original toreo forjado en la tempestad y la calma del creador. Sus verónicas y chicuelinas se paladearon ya con distinto sabor. Desde el prólogo por ayudados, cosidos a unas trincherillas sensacionales, el diestro de Badajoz sacó a la plaza de la rutina. Cuando agarró la zurda, una voz aflamencada cantó al arte. Y Alejandro exprimió con naturalidad el excelen- te pitón del toro salmantino. Cada vez más a gusto, también se abandonó a derechas en redondo, con un cambio de mano superior. Talavante, en estado puro, buscándose a sí mismo y encontrándose. Despacito, recreándose, aunque en medio hubo una tanda algo más embarullada que condujo a una arrucina de infarto y un pase de pecho manoletista. Y otra vez enseñoreó su zurda, su muñeca cristalina, con remates de máxima torería. Hubo un instante, por ambos lados, en el que aquello era una danza, con el medio pecho ofrecido y lo más común olvidado. Era el despertar del arte. En el capítulo anterior, el palco otorgó la primera oreja a Miguel Ángel Pe- rera, la viva imagen de la seguridad con este dulce Catavino que brindó a José Moro. Tras la variedad capotera, el asentamiento de planta y la firmeza absoluta asomaron en el inicio por alto. Después de unas rotundas series diestras, echó los vuelos al natural, con la tela a rastras por momentos. Un caramelito era el de García Jiménez, con el que acabó metido entre los pitones y dejándose acariciar la taleguilla en unas luquinas. Aplastante el extremeño, que llegó a abusar de las cercanías. La estocada baja frenó algo la pañolada, pero se ganó un trofeo. El éxito se había esfumado en la hora final frente al estupendo segundo, un Terremoto que iba y venía a las telas con movilidad y humillación. Obedecía a los técnicos toques de Perera, que se centró en el gran pitón derecho en series con aplomo y se pegó un tremendo arrimón. A pie con un lote de salida a hombros se fue Castella. El francés estrenó la tarde con un Despensero que, aun sin sobrada fortaleza, repitió con fijeza en la muleta. Vibrante el comienzo, con un pase cambiado sobre las rayas y otros cinco muletazos sin enmendarse. Pero luego a la correcta actuación, mal rematada, le faltó alma para calar más en las gradas. También ejerció de pinchaúvas en el cuarto, otro animal de triunfo con un notable lado zurdo. Hubo muletazos con su aquel, aunque sin la comunión necesaria en un largometraje de dos avisos... La película de Oscar aun con sus imperfecciones, se rodó en el sexto de la mano de Talavante, que trasladó a los espectadores al edén del arte en una corrida de cinco toros ovacionados en el arrastre.

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