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ABC MADRID 14-08-2017 página 11
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC LUNES, 14 DE AGOSTO DE 2017 abc. es opinion OPINIÓN 11 PECADOS CAPITALES EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN LA ESPAÑA OLVIDADA Esa España no interesa, no da o quita suficientes votos, no se queja ni amenaza con separarse del resto H AY otra España; una España callada que no aparece en las noticias ni alcanza protagonismo alguno en el quehacer de los políticos. Una España silenciosa, laboriosa, demasiado afanada en sobrevivir como para dedicarse a hacer ruido. Una España envejecida, abandonada a su suerte, en trance de desmoronarse y sin embargo empeñada en mantenerse fieramente en pie. La España a la que debemos buena parte de lo que somos. La que se dejó las manos y se quebrantó los huesos para labrar el camino que nos ha traído hasta aquí. La que corre por nuestra historia y late en nuestro modo de ser, aunque le demos la espalda e ignoremos su existencia. Yo acabo de recorrer una parte de ese país en la Asturias que se abraza a la Cordillera Cantábrica, pero podría haberlo hecho en Aragón, Castilla, Extremadura, la retaguardia andaluza o cualquier otro lugar de nuestra geografía interior. La España de la que hablo es vasta en territorio y se agranda cada día que pasa, a medida que la juventud se ve obligada a emigrar en busca de pan y futuro hacia la ciudad o el litoral. Porque en esos pueblos menguantes, en esas aldeas perdidas donde duermen, escondidos, auténticos tesoros artísticos, el tiempo se ha detenido e impide ver el mañana. Allí los abuelos peinan canas en soledad, sin nietos a los que enseñar o hijos que les acom- pañen velando por su bienestar. Los que todavía se valen realizan la proeza cotidiana de cuidar un patrimonio arquitectónico que sin ellos se habría perdido. Reparan goteras de iglesias centenarias, reemplazan la carpintería podrida de sus preciosas ermitas, a la vez que guardan con veneración figuras sin catalogar, escapadas al expolio. Tratan de impedir, por ejemplo, que monasterios como el de Santa María de Obona, con más de trece siglos de vida, acaben comidos por la maleza ante la indiferencia de unas instituciones mucho más pendientes de conservar el poder que de cumplir con su obligación de preservar un legado de valor incalculable. En esa España de la que hablo, hombres y mujeres anónimos se preocupan unos de otros además de mantener sus propias casas familiares a base de sacrificio, porque las ayudas no llegan. El Estado allí no está. Lo público tiene otro significado, ligado al nombre del vecino. Esa España no interesa, no da o quita suficientes votos, no se queja ni arma escándalo, no amenaza con separarse del resto, no se manifiesta en las calles de la capital, frente al ministerio de turno, no corta las carreteras, no quema mobiliario urbano, tampoco paraliza aeropuertos, no constituye un quebradero de cabeza para quien toma las decisiones porque ella misma se saca sus propias castañas del fuego. Esa España queda fuera de las prioridades de gasto. Oye decir con frecuencia eso de no hay dinero Ni para adecentar monumentos, ni para promover actividades socio- culturales o educativas, ni siquiera para garantizar una atención sanitaria digna a las personas mayores que han visto marchar a sus hijos y no pueden o no quieren abandonar el lugar donde reposan sus padres. ¿Qué hacer con ellas? No son un problema más sino el problema. El eterno problema aplazado, en busca de solución, que se agrava y expande por esta vieja piel de toro a medida que pasan los años, con la consiguiente angustia para quienes lo sufren desde la absoluta impotencia. Y es que la otra España, la que abre los informativos y ocupa portadas de periódico, grita, amenaza, roba, llora, agrede, se escucha hablar, calcula, medra. Ésta, la España olvidada, aprieta los dientes y aguanta. MAYTE ALCARAZ AL RATÓN Y AL GATO Forcadell, la más sectaria presidenta de Parlamento que se conoce, juega con la tramitacion de la consulta P JM NIETO Fe de ratas ASADO mañana a las diez la presidenta del Parlamento catalán reunirá a la Mesa de la Cámara, tras un merecido descanso veraniego. Un parón necesario para unos políticos agotados de insultar al resto de españoles y burlar el Estado de Derecho. Es obvio que los corazones independentistas tostados por el sol mediterráneo bombean una sangre catalana más pura e ideas tan universales y solidarias como las nacionalistas requieren de un maceramiento veraniego. Pero todo llega a su fin. Es hora de dejar de construir castillos en la playa y disponerse a dar el golpe de Estado institucional por el que han suspirado desde que los estragos de la crisis y el latrocinio de Pujol les obligó a elaborar un relato de culpas ajenas que no resistiría ni un examen de la ESO española. Carme Forcadell vuelve con energías renovadas de su magnífica casa de Sabadell. Ha decidido, siguiendo las órdenes de Puigdemont y Junqueras, jugar al ratón y al gato con el Estado y el Tribunal Constitucional. Así, ha optado por no incluir en el orden del día del miércoles la admisión a trámite de la polémica ley del referéndum. Siguiendo los dictados del buen sedicioso, el nacionalismo catalán quiere controlar los tiempos y, oída la obligada advertencia de Mariano Rajoy de que impugnará inmediatamente esa ley, sus jefes le han ordenado que no la incorpore a la espera de mejor momento. Pero no es que hayan tenido un rapto de cordura y responsabilidad, es que, o se ampliará el orden del día o, a propuesta de la CUP, no se tramitará como proposición de ley sino que la Generalitat la presentará como proyecto de ley, cuyos plazos de aprobación son más cortos. Sea como fuere queda claro el servilismo con que la señora Forcadell, que encarna una institución que en una verdadera democracia suele revestirse de cierta independencia institucional, entierra a Montesquieu cada vez que pone un pie en el suelo. Una filóloga y antigua activista, habitual del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, cuyo comportamiento insulta al resto de la oposición en la Cámara a la que lamina con su sectarismo. Procesada por facilitar una votación soberanista ilegal, desobedeciendo reiterados avisos del TC, Forcadell mantiene un comportamiento dictatorial en el Parlamento que denuncian un buen número de diputados no afines al delirio gobernante. A la espera de la última orden que desde el Gobierno catalán se le dé para tramitar la ley de desconexión conviene no perder de vista a una presidenta cuyas funciones están recogidas en el Estatuto autonómico, que presume de defender la libertad de expresión de los diputados pero se la niega a la mitad de la Cámara. Propongo desde aquí que se monte una Cátedra en la Universidad Autónoma de Barcelona donde estudió, sobre cómo acabar en dos patadas con la separación de poderes en un Parlamento autonómico. Y que la presida la exalumna Forcadell.

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