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ABC MADRID 24-07-2017 página 13
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ABC MADRID 24-07-2017 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC LUNES, 24 DE JULIO DE 2017 abc. es opinion OPINIÓN 13 EL CONTRAPUNTO UNA RAYA EN EL AGUA ISABEL SAN SEBASTIÁN TIRANOS Van llegando a la política con la palabra derecho en la boca, sin vinculación alguna a obligación mérito o esfuerzo E declaro muy fan del juez Vázquez Taín, firmante de la sentencia que absuelve a una madre acusada por su hijo preadolescente de darle una bofetada. El angelito de once años había exigido a su esclava que le pusiera el desayuno, ella se había negado, y él, en represalia, estrelló contra el suelo un móvil de setecientos euros. Colmada una paciencia imagino que duramente probada en el desafío sistemático del pequeño dictador, la mujer no pudo contenerse y le propinó un cachete. El niño, apoyado por su padre, se fue muy digno a los juzgados, que esta vez, afortunadamente, le han quitado la razón. A saber cuántos rebeldes sin causa como él habrán logrado el amparo de otros togados menos dotados de sentido común que el aludido, y más dispuestos a seguir al pie de la letra un código civil recientemente reformado, imbuido de buenismo, que reparte derechos y obligaciones a razón de todos los primeros para el menor y todos los segundos para los autores de sus días. Aclaro que mi experiencia de la maternidad es inmejorable; no sangro por ninguna herida. Tampoco recordamos, mis hijos o yo, incidente alguno de esas características ni motivos susceptibles de causarlo. Dicho lo cual, la mera posibilidad de que una colleja dada en un momento de exasperación hubiese podido llevarme ante un tribunal, exponiéndome a ser privada del contacto con ellos, me resulta tan ate- M rradora como inaceptable. Y en la era de internet, cuando los chavales manejan desde la infancia más información que sus mayores sobre todos los asuntos de su interés, esa espada de Damocles, blandida con fuerza por cualquier tirano dispuesto a someterlos por la fuerza, pende sobre ellos de manera implacable, mermando gravemente su autoridad, su capacidad de actuación y desde luego su felicidad. ¡Como me toques, te denuncio! Conozco personalmente a más de un buen padre destrozado al oír semejante amenaza proferida por su propio hijo. Porque el legislador, en su infinita biempensantía, ha tenido a bien disponer que los progenitores estén obligados a proveer alimento, techo, educación, dinero de bolsillo, cuidados y atención a sus hijos, prácticamente sin límite de edad, aunque solo reciban a cambio indisciplina, vagancia, coacción y rebeldía. Incluso los declara responsables económicos de los actos perpetrados por sus vástagos, si es que alguno deriva en sanciones pecuniarias. ¿Y qué instrumentos pone en sus manos la ley para ayudarles a cumplir semejante tarea? Ninguno. El niño, con frecuencia hijo único, adorado, reverenciado, colmado de caprichos, acostumbrado a recibir sin necesidad siquiera de pedir, tiene todo el poder y lo sabe. Muchos hacen una utilización más o menos soportable de ese poder, que no pasa de la mala educación. Otros, en número creciente, se convierten en auténticos déspotas imposibles de controlar. Y así se hacen adultos. Los niños malcriados de ayer y hoy, los autócratas resultantes de tanto exceso en el pendulazo, van llegando a la política, los medios de comunicación y las redes sociales, con su enorme capacidad de influencia. Traen grabada a fuego en la boca la palabra derecho sin la menor vinculación con las correspondientes obligación mérito o mucho menos esfuerzo Rechazan visceralmente la disciplina o acatamiento de las normas, que equiparan a la opresión, y carecen del menor sentido de autocrítica. Todo les es debido por el hecho de existir, de haber nacido. Quienes los trajeron al mundo o quienes ya lo habitábamos estamos en deuda con ellos, porque ellos no escogieron venir. ¡Ay de nosotros cuando la vejez o inferioridad numérica nos dejen a su merced! IGNACIO CAMACHO LA MEMORIA APESTADA El soberanismo ha logrado romper el lazo emocional con el que toda España se sintió vinculada en aquellos días mágicos E JM NIETO Fe de ratas L único homenaje oficial de Barcelona a Juan Antonio Samaranch, el hombre que consiguió los Juegos Olímpicos, consistió en el raspado de su nombre al pie de una escultura conmemorativa, regalada por él al Ayuntamiento, que representa una bolsa de deportes. La afrenta no fue de los soberanistas sino de Ada Colau, una alcaldesa capaz de competir con el más sectario en ingratitud o en revanchismo innoble. La memoria de Samaranch está apestada en la ciudad que le debe su ingreso en la modernidad, su pujanza contemporánea; ésa es la dimensión moral de la actual nomenclatura política catalana. El éxito de los Juegos fue posible por el esfuerzo cooperativo de la municipalidad, la autonomía y el Estado. Un proyecto común en el que España puso el dinero, Barcelona el talento y Cataluña el respaldo social y el orgullo identitario. La fabulosa fiesta inaugural simbolizó el pacto cuando, mientras el Príncipe desfilaba como abanderado de España, sonó por la megafonía El Segadors al entrar el Rey en el estadio. En aquel tiempo Pujol que ya cometía según su propia confesión delito fiscal daba estabilidad al Gobierno y la Generalitat recibía cuantiosas inversiones a cambio. Había tensiones pero el modelo funcionaba, la sociedad progresaba y la independencia era sólo el delirio de un grupo de iluminados. Desde entonces el autogobierno catalán ha recibido muchas más competencias y un Estatuto nuevo, de carácter cuasi confederal, impensable hace 25 años. Sin embargo su sistema político y sus instituciones, en vez de consolidarse, se han desestructurado. La mitología de la secesión ha destruido la cohesión interna y envuelto a la comunidad en un trastorno fanático. La dinámica burguesía que construyó el sueño olímpico se ha quedado sin interlocutores moderados. Y el independentismo ha conseguido romper el lazo emocional con el que toda la nación española se sintió vinculada en aquellos días mágicos. El triunfo psicológico de la propaganda secesionista consiste en haber quebrado aquel espíritu solidario. Esa quiebra tiene muchos responsables, incluidos los Gobiernos que entregaron más y más concesiones al soberanismo por no ser estigmatizados. Cada cesión ha sido utilizada para profundizar en la construcción de un clima social excluyente y ensimismado, un ambiente de ruptura con toques de supremacismo xenófobo y dogmático. Las autoridades catalanas han acusado de ladrona a la España que sigue pagando la factura de su desvarío para evitar el colapso. La conmemoración de los Juegos se ha vuelto incómoda para los nacionalistas porque recuerda los frutos incontrovertibles de la colaboración del Estado; el contraste entre aquella época y ésta resulta demasiado antipático. En Cataluña nadie se reconoce culpable de este fracaso, pero si oyen a alguien imputárselo a los españoles hagan el favor de mandarlo al mismísimo carajo.

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