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ABC MADRID 23-07-2017 página 87
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 23 DE JULIO DE 2017 abc. es estilo ABCdelVERANO 87 La huella de España en EE. UU. En busca de la leyenda: Coronado BORJA CARDELÚS Muy pocos norteamericanos saben que su moneda posee origen español esulta curiosa la muy diferente motivación de los pobladores ingleses y españoles de los primeros tiempos en el Nuevo Mundo. Los ingleses huían de las persecuciones religiosas desatadas en Inglaterra a finales del siglo XVI, y viajaban con sus familias, en busca de un lugar donde asentarse sobre una parcela, sembrarla y construir una casa de madera. Muy al contrario, los españoles no salieron de Castilla huyendo de nada, viajaban los hombres solos, y lo hacían en busca del golpe de fortuna que les librara de su vida cicatera. Y así nacieron los mitos, como irresistibles señuelos: El Dorado, la Ciudad de los Césares, la Fuente de la Juventud, las Siete Ciudades, Quivira... Fantasías, quimeras, sueños, contra humilde y rutinario trabajo. Francisco Vázquez de Coronado era segundón de una familia de Salamanca, y marchó a Indias para labrarse su propio destino. Bajo la tutela del virrey Mendoza, muy joven alcanzó el puesto de gobernador de Nueva Galicia, los páramos extensos del Noroeste de México. Al casarse con una rica heredera se convirtió en uno de los hombres más ricos de Nueva España, y entonces recibió la llamada del destino, esa que llega una sola vez en la vida, y hay quienes saben aprovecharla y quienes no. Había regresado Marcos de Niza de constatar la existencia de una de las míticas Siete Ciudades de Cíbola, en el Norte, y el Virrey organizó una expedición exploradora y colonizadora, poniendo al mando de ella a su protegido Coronado. En otro capítulo de esta serie se ha relatado que la visión de Niza fue un fiasco, y en lugar de una ciudad de oro, Cíbola era un pobre pueblo de adobe. Pero ya no había vuelta atrás. Coronado y sus hombres no regresaron, porque el mandato del Virrey era explorar, poblar, e incorporar a los nativos a la fe cristiana. Instalado en Cíbola, despachó expediciones por todos los rumbos para reconocer el territorio. Una de ellas, la de García López de Cárdenas, avanzando en dirección Oeste se topó con un impedimento formidable: la tierra se abría en lo que parecía una sima sin fondo, y el otro lado del tajo distaba cuatro leguas. Cárdenas había descubierto el Gran Cañón del Colorado, y aunque en un principio intentaron descender al río, desistieron ante la imposibilidad de la empresa. Para aquellos españoles, FOTOS: ARCHIVO ABC R maravillosamente bien está contado. Cada paso hacia el abismo, cada punto sin retorno, cada miseria de una sociedad decididamente desnortada. Pierre Lemaitre. Alfaguara, Madrid, Traducción de Juan Carlos Durán Romero. 388 páginas. 19,90 euros. La séptima función del lenguaje Un crimen, ¿o fue un accidente? Un intelectual francés es la víctima, pero pronunciar intelectual y añadir francés, podría resultar algo redundante. Si el tipo se llama Roland Barthes, semiólogo, crítico literario, profesor distinguido, ensayista venerado, y en su supuesta muerte accidental aparecen tramas internacionales y, cómo no, sociedades secretas, tanto que ni siquiera sus miembros saben si pertenecen a ellas o no, el menú es imponente. Si a eso se le suma la aparición estelar de Umberto Eco y vuela la sombra de una versión contemporánea de El Nombre de la Rosa pocos serán los que abandonen las páginas de una novela tan condenadamente divertida, con su intriga política y todo, que es mucha. Laurent Binet. Seix Barral, Barcelona, 2017. Traducción de Adolfo García Ortega. 440 páginas. 21 euros. 6 El hambre causó sanguinarios enfrentamientos entre españoles e indios ABC ños de bisontes, que la visión de la tierra se ocultaba bajo la masa oscura de los búfalos. Aún no había llegado Buffalo Bill, y por ahora solo los cazaban los indios y los lobos. Sin embargo, nada había de los casEscasez cabeles de oro anunciados por el TurEl primer invierno fue duro, porque co, y Quivira no era más que un confaltos de alimentos los españoles los junto de míseras aldeas de los Wichitomaron a la fuerza de los indios, lo ta. No solo el Turco les había engañado, que provocó graves ensino que trató de solifrentamientos que se salSin vuelta atrás viantar en secreto a los daron con asaltos sanindios locales contra los Coronado y sus grientos a los poblados españoles, por lo que fue hombres no de los nativos. El hambre ajusticiado. regresaron, vuelve lobo al hombre. A las puertas del inporque el Cárdenas, el descubridor vierno, Coronado dispudel Gran Cañón, moriría so reanudar en primavemandato del en prisión en España, ra la exploración hacia el Virrey era condenado por estos des- explorar, poblar, e Norte, pero el destino se manes. Las Leyes de Inplanes. incorporar a los interpuso en suscaballo dias exigían el buen traCompitiendo a nativos a la fe to a los indios. rompióse su montura, cristiana Desvanecido el sueño cayó, y otro caballo pasó de las Siete Ciudades, sobre su cabeza. Estuvo ante Coronado se dibujó de la muerte, y Primer invierno al bordese recuperó, ya otro mito. Un nativo de aunque Faltos de tez oscura al que apodano fue lo mismo. Entró alimentos ron el Turco, reveló que en un estado profundo los españoles más allá se extendía una de depresión, sin pensar fabulosa región llamada en otra cosa que en regrelos tomaron a Quivira, que definió así: sar junto a su esposa, e la fuerza de El señor de aquella tielos indios, lo que incluso obligó a sus solrra duerme la siesta dedados a firmar la intenprovocó graves bajo de un grande árbol enfrentamientos ción de volver. donde cuelga gran númeVuelta a México, la exro de cascabeles de oro pedición fue consideraSin duda, el Turco conocía bien la psi- da un fracaso, y su jefe apartado de cología de los expedicionarios. toda gobernación. Pero Coronado pasa El propio Coronado se lanzó a la hoy en Estados Unidos por ser uno de búsqueda de aquella nueva quimera, los primeros y mayores exploradores adentrándose en las tierras de Texas españoles. Buscador incansable de miy de Kansas, las llanuras ilimitadas tos, Vázquez de Coronado acabó condonde pastaban tan inmensos reba- virtiéndose él mismo en una leyenda. el Cañón supuso un simple obstáculo, y les impresionó tan poco tal fenómeno de la Naturaleza, que ni siquiera Cárdenas lo consignó en su informe.

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