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ABC MADRID 13-07-2017 página 13
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ABC MADRID 13-07-2017 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC JUEVES, 13 DE JULIO DE 2017 abc. es opinion OPINIÓN 13 EL CONTRAPUNTO UNA RAYA EN EL AGUA ISABEL SAN SEBASTIÁN VÍCTIMAS, SEGÚN CARMENA De haber colgado la foto de Miguel Ángel, se habría sentido obligada a poner la de Txapote L A alcaldesa de Madrid ha rehusado colgar de su Ayuntamiento un cartel de homenaje a Miguel Ángel Blanco, alegando que con ese gesto habría agraviado a otras víctimas tan dignas como el concejal asesinado. No explica la señora regidora por qué, entre todos los colectivos que padecen marginación, sí ha podido discriminar positivamente en la fachada del consistorio a los refugiados, las mujeres que sufren violencia o los miembros de la comunidad LGTB, aunque a efectos de esta columna esa constatación es irrelevante. Lo verdaderamente importante aquí es lo que Manuela Carmena entiende por víctimas del terrorismo Y la respuesta se encuentra en un Informe sobre Vulneración de Derechos Humanos en el Caso Vasco, 1960 2013 elaborado por cuatro supuestos expertos encabezados por ella bajo los auspicios del gobierno autonómico. Una verdadera joya. Después de exhibir cinismo a lo largo de catorce páginas, el texto propone poner en marcha los mecanismos específicos que, por un lado, clarifiquen los atentados de ETA no esclarecidos, la realidad y extensión de la extorsión económica y el número de personas que abandonaron el País Vasco por la violencia de persecución; y por otro, investiguen las violaciones de los derechos humanos no clarificadas y cometidas por las fuerzas de orden público, o por grupos violentos ya fueran estos controlados o incontrolados, así como cualquier otra práctica legislativa, eje- cutiva o judicial que hubiera podido desembocar en vulneración de los derechos humanos A guisa de recomendación final, su ilustre señoría y demás firmantes escriben: según los estándares internacionales no todos los sufrimientos pueden considerarse vulneraciones de derechos humanos. Esto no significa que no deban tenerse en cuenta desde una perspectiva de sanación social. Piénsese en el ámbito familiar. El padecimiento de cada miembro de la familia de alguien que se ha visto amenazado, extorsionado o difamado por ETA. El padecimiento añadido de las familias de los presos, o el de cada una de las familias de las 40.000 personas detenidas, de las que, según Interior, menos de 10.000 fueron imputadas por su relación con ETA. Pero, sobre todo, téngase en cuenta que 277 personas más han perdido la vida de muy diversas maneras en acontecimientos o circunstancias vinculadas a la violencia: suicidios, enfrentamientos, manipulando su propio armamento, por disparos fortuitos entre cuerpos policiales... Aunque todo ello no puede considerarse en sentido estricto vulneración de derechos humanos, forma parte de la memoria de lo sucedido. El equipo redactor constata la necesidad de analizar y reconocer también esta realidad y lo recomienda explícitamente O sea, que de haber exhibido en el Ayuntamiento una fotografía de Miguel Ángel, la señora alcaldesa se habría sentido obligada a colocar a su lado una de Txapote. O del padre de Txapote, a quien el repugnante asesino etarra pudo visitar en su domicilio hace unos días. O acaso de Egoitz Gurrutxaga Gogorza, reventado en 2002 por la dinamita que llevaba en la mochila. O de cualquiera de los terroristas que han denunciado torturas siguiendo el manual de instrucciones de la banda. En caso contrario, y de acuerdo con su peculiar visión del Caso Vasco habría estado discriminando a unas víctimas respecto de otras. ETA ha asesinado a lo largo de su infame historial a 858 inocentes, en su mayoría guardias civiles, policías y militares, muchas de cuyas familias aún esperan justicia. Todos y cada uno de ellos merecen honras idénticas a las de Miguel Ángel Blanco, aunque la mayoría no disponga de una fundación dedicada a reivindicar su memoria. A todos debemos los españoles gratitud por su sacrificio. Pero los escrúpulos de la alcaldesa nada tienen que ver con eso. Lo suyo es equidistancia... en el mejor de los casos. IGNACIO CAMACHO BLASONES DE ORGULLO Un ejercicio majestuoso de prestidigitación política: la Corona británica al rescate de la reputación nacional perdida ÁS que de pompa y circunstancia, como reza el tópico, se trata de un ejercicio literalmente majestuoso de prestidigitación política. En uno de sus peores momentos como país, con la clase dirigente y la opinión pública entregadas al furor xenófobo y populista, Gran Bretaña echa mano de los símbolos históricos para procurarse una dosis de autoestima. Las carrozas, los Bentleys, la Jarretera, los penachos refulgentes de la caballería: la solera imperial de la Corte de San Jaime al servicio de una operación de propaganda representativa. La Corona, con todo su esplendor mayestático, con toda su solemnidad protocolaria, al rescate de la reputación nacional perdida. Cuando se agrieta la cohesión social, cuando sobrevienen las dudas sobre el Gobierno y la economía, queda la dignidad suntuosa del humo y los espejos, la magia ritual de la monarquía. El Reino Unido ha ofrecido en los últimos tiempos una decepcionante demostración de incompetencia que ha dejado su prestigio maltrecho. El Brexit ha lesionado la médula de la sociedad y abierto severas grietas de duda entre las élites y el pueblo. El legado churchilliano de responsabilidad colectiva se ha disuelto bajo el ruido de la demagogia y el furor antieuropeo. El sólido paradigma inglés se tambalea hasta ser ahora mismo cualquier cosa menos un ejemplo. Y en medio de ese panorama, la tradición simbólica desplegada ante un jefe de Estado extranjero surge como la estructura más capaz de resistir el hundimiento. El orgullo dinástico como bálsamo contra el fracaso de la contemporaneidad; la energía de la Historia como consuelo. Pero esta exhibición de etiqueta ceremonial con la que Buckingham ha recibido a los Reyes de España es también en sí misma un discurso político, un mensaje de Estado. Una reivindicación oficial de la vigencia de la monarquía constitucional como garantía de estabilidad, como último anclaje de un sistema zarandeado. Ninguna nación como la británica posee un sentido tan patrimonial de la Corona como fruto de una transacción voluntaria, de un pacto soberano. Ese lúcido anglófilo que es Ignacio Peyró resaltaba ayer en ABC el valor de la institución monárquica en los regímenes parlamentarios: un poder sin poderes, neutral, de legitimidad metafórica, que ejerce sobre los conflictos de la pluralidad una autoridad meramente moral, desde un plano intangible de liderazgo. Para los españoles, que aún sostenemos con melancolía dogmática el debate republicano, se trata de una importante lección de jerarquía y de rango: he ahí un país que pese a sus enormes dificultades autoprovocadas no renuncia a identificarse en las señas de su pasado. Que utiliza la potencia mediática de sus emblemas más reconocibles para cubrir su déficit diplomático. Que acude sin complejos ni suspicacias a los blasones de su experiencia histórica para realzarse sobre un presente demediado. M JM NIETO Fe de ratas

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