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ABC MADRID 09-07-2017 página 14
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ABC MADRID 09-07-2017 página 14

  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN VIDAS EJEMPLARES PUEBLA DOMINGO, 9 DE JULIO DE 2017 abc. es opinion ABC LUIS VENTOSO AUTOBUSES No es lo mismo conducir una guagua que un país N ORMALMENTE escapo de las películas de Jim Jarmusch, icono de modernos y turras importante. Pero su última entrega, Paterson era preciosa. Es una historia sencillísima, la de un conductor de autobuses de Paterson, una ciudad de New Jersey venida a menos. El hombre comparte apellido con su desesperanzada población natal, escribe poemas y está muy enamorado de su mujer (y ella de él) Apenas pasa nada. Pero verla resulta tan reconfortante... Existe otra película excelente también ambientada en la costa Este y con conductor de autobús, Una historia del Bronx dirigida por Robert De Niro en 1994. Los dos autobuseros, Paterson y De Niro, comparten algo que los engrandece: en atmósferas adversas mantienen una integridad moral tan pura que se diría congénita. Es algo común a muchísimas personas corrientes, gente buena, con sentido del deber, que sostiene a sus familias y hace que el mundo gire. Nicolás Maduro, al que se le resistió la educación secundaria, fue también conductor de guagua, de 1991 a 1997. Lo aprovechó para introducirse en los sindicatos, puerta para la política, en la que medró en la adulación servil a Chávez. Tengo un amigo que repite una frase que no sé si comparto: Es mejor tener un jefe malo, pero listo, que uno sin un dedo de frente Maduro posee una gran cabeza hablamos de tamaño pero no parece que rebose neuronas. Además ha ido destapando su mala entraña. Nicolás encarna la peor versión de la ecuación de mi amigo: mal tipo, y encima limitado. Chávez se extravió. Sucumbió a dos errores: el narcisismo mesiánico- totalitario y el comunismo, que nunca funciona, porque en lugar de alimentar el afán de mejorar coarta la iniciativa con una igualación a la baja (que tampoco se produce, pues el invento acaba siempre en cortijo extractivo de los jerarcas del régimen) Aun así, Chávez poseía curiosidad intelectual y un memorión como el del Funes de Borges. Al principio se atuvo a cierta etiqueta democrática e intentó algo inédito en Venezuela: un poder que por una vez pusiese a los de abajo por delante. Cuando Maduro heredó el autobús, aceleró a ciegas por las erradas curvas a la cubana que ya había enfilado Chávez. Unido al desplome del petróleo, ha hecho papilla a la población. No es lo mismo conducir una guagua que un país. Como ayer adelantó ABC, Maduro ha dejado salir de la cárcel a Leopoldo López, héroe de la libertad al que mantenía encerrado en un duro penal militar desde hace tres años. Seguirá preso, pero en casa. Es un presagio del final de su ridícula dictadura. También un motivo de orgullo para los españoles y para sus mejores políticos, porque España, a la que se mira en Hispanoamérica más de lo que creemos, ha respaldado de manera admirable a la familia del líder demócrata y ha presionado muchísimo. Un pequeño majadero, que ha diluido a su Partido Comunista en el magma de Podemos para seguir chupando del bote, celebra la nueva insultando a Leopoldo, al que llama golpista El CIS considera a esta eminencia el político español más valorado Pero un muchacho que viviendo en la estupenda democracia española hace gala de tal mezquindad no sirve ni para conducir un microbús. En realidad, ni un triciclo. PROVERBIOS MORALES JON JUARISTI SANFERMINES En Navarra, la ikurriña actualiza su inevitable condición de símbolo separatista L editorial de El País del pasado viernes, 7 de julio, San Fermín (a Pamplona hemos de ir) reprueba al alcalde de la capital navarra, Joseba Asirón, por su decisión de izar la ikurriña en el balcón del Ayuntamiento para solemnizar el acto del chupinazo, junto a la enseña nacional, la del Viejo Reino y la de la Unión Europea. Tras advertir que hay abundante jurisprudencia contraria a que las instituciones autonómicas enarbolen símbolos de territorios ajenos (jurisprudencia que el Gobierno y su delegada en Navarra se han abstenido de esgrimir públicamente) el mencionado editorial alega que en este caso, además, está el agravante de que la ikurriña simboliza una determinada causa política, y una institución pública, que debe velar por el interés general, debería abstenerse de tomar partido con el uso de símbolos que tienen tanta carga política y emocional Está bien que El País se pronuncie en estos términos, aunque eluda mentar directamente la bicha. La determinada causa política no puede ser otra que el nacionalismo vasco. Para eso se creó la llamada ikurriña, para eso la diseñaron los hermanos Luis y Sabino Arana Goiri, inventores asimismo del término ikurriña (un neologismo ajeno al vocabulario patrimonial del vascuence) y del término Euskadi (Euzkadi en su grafía original) que designaba el proyecto secesionista de los susodichos hermanos y de sus secuaces bizkaitarras. Tal proyecto secesionista se puede aparcar pro- E visionalmente (o ponerse en stand- by) por motivos tácticos, pero el nacionalismo vasco nunca lo dará por cancelado, porque no es que sea un rasgo importante de su identidad, sino su identidad misma. Sólo es nacionalista vasco quien aspira a la independencia de Euskadi. La extensión semántica de este término ha ido cambiando con el tiempo en relación con su referente territorial. Para los hermanos Arana Goiri sólo se identificaría con Vizcaya. El nacionalismo posterior la iría ampliando hasta abarcar las siete provincias de ambos lados del Pirineo Navarra es irrenunciable para el proyecto nacionalista. Los abertzales de cualquier pelaje, desde el PNV hasta Bildu, no conciben una Euskadi sin Navarra. Aquí reside la trampa ideológica en la que han ido cayendo los partidos no nacionalistas de la actual Comunidad Autónoma Vasca, todos ellos autodenominados de Euskadi Según su suposición ilusoria, se habría alcanzado el consenso mayoritario de limitar Euskadi a las tres provincias antiguamente llamadas con toda propiedad Vascongadas, a despecho de que el nacionalismo vasco no haya admitido nada semejante. De ahí que ni siquiera los allegados a los asesinados por ETA en las Vascongadas cuestionaran los símbolos bajo los que los terroristas amparaban su causa. Pero en Navarra no pasaba lo mismo. En Navarra, las víctimas de ETA murieron por oponerse a Euskadi y a la ikurriña, es decir, al nacionalismo vasco. Los símbolos de este no se habían disuelto en la sopa boba del progresismo y de las concesiones apaciguadoras. Seguían y siguen siendo tropiezos intragables para partidos que son de Navarra y no de Euskadi y que por eso han tenido siempre claro que la ikurriña es la bandera del nacionalismo vasco y de ETA. Tan claro que hasta El País en su editorial del pasado viernes, ha reconocido si bien recurriendo al papel de fumar que la ikurriña, lejos de ser un símbolo de consenso, representa una determinada causa política Ya era hora. Hace quince años afirmé que la ikurriña era la bandera del nacionalismo vasco y de ETA, y por abundar en lo obvio me cayó la del pulpo, incluso desde muy arriba. Me alegro de que vaya cundiendo la sensatez, aunque acaso sea ya un poco tarde.

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