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ABC MADRID 12-06-2017 página 40
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ABC MADRID 12-06-2017 página 40

  • EdiciónABC, MADRID
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40 CULTURA LUNES, 12 DE JUNIO DE 2017 abc. es cultura ABC MANUEL LUCENA GIRALDO EL GUERNICA Y BLUNT, EL ESPÍA E l 15 de noviembre de 1979 la pr imera ministra Margaret Thatcher dio a conocer un secreto a voces. Anthony Blunt, primo lejano de Isabel II y encargado de las pinturas de la real colección, era un espía soviético. Thatcher logró ocupar la primera página de los periódicos en pleno enfrentamiento con los sindicatos y dejó claro que iba a gobernar sin componendas. Blunt había vivido muy tranquilo. En 1964 reconoció ante las autoridades cuando no tuvo otro remedio que desde los años treinta, con Kim Philby, Donald Maclean y Guy Burgess, había formado parte del círculo de Cambridge La confesión le garantizó impunidad y anonimato. No asumió que era responsable de muerte alguna y se justificó con el consabido compromiso en la lucha antifascista Un episodio vinculado al Guernica de Picasso muestra su doble juego. En 1937, tras desvelarse el cuadro en París, en perfecta coherencia con su reciente y secreto paso al servicio de la URSS, Blunt lo acusó de pintar abstracciones decadentes en vez de consagrarse al obligatorio realismo socialista y estalinista En un artículo publicado en el influyente Spectator el 8 de octubre, Picasso, removido denunció el Guernica como demasiado oscuro y autorreferencial El cuadro es una decepción. En lo primordial, es una repetición de las escenas taurinas de Picasso. No representa un acto de dolor público, sino la expresión privada de una tormenta de ideas que no prueba que se haya enterado del significado político de lo ocurrido Las dos primeras semanas de enero de 1939 la pintura fue exhibida en la Whitechapel Gallery de Londres. La inauguración correspondió al líder laborista Clement Atlee. La entrada fue gratuita. Picasso pidió que los asistentes donaran zapatos y botas en buen estado para los refugiados españoles. Acudió poca gente. En Oxford, Leeds y Mánchester fue contemplada por más personas, los artistas Henry Moore y Francis Bacon entre ellos. Da una idea del mezquino oportunismo de Blunt que en 1969 publicara en Oxford El Guernica de Picasso y la reconociera como obra maestra incontestable. Se consagró como experto picassiano, cobrando abundantes derechos de autor. Si Thatcher no hubiera desvelado su engaño, es posible que nunca se hubiera sabido que era un traidor. Puente colgante en la frontera de las provincias de Hizen and Etchu ABC Hokusai, retorno al incansable japonés que fascinaba a Van Gogh El artista nipón, que murió en 1849, arrasa en una exposición en el British Museum LUIS VENTOSO CORRESPONSAL EN LONDRES Si el cielo me deja vivir diez años más, o tan solo cinco... Entonces podría llegar a ser un verdadero pintor Lo singular de esta petición es que quien la hacía, el japonés Katsushika Hokusai, tenía 90 años y agonizaba en su lecho de muerte en Tokio, entonces Edo, la ciudad donde nació y donde falleció el 10 de mayo de 1849. El artista que esperaba llegar a centenario para mejorar arrasa estos días en Londres, con una exposición en el British Museum, Hokusai, más allá de la ola que vende todas sus entradas cada día y estará en cartel hasta el 13 de agosto. Son 110 trabajos de sus últimos 30 años de vida (tintas sobre rollos de seda, grabados, dibujos de sus libros de manga, tarjetas, pinturas, bocetos... Muchos tan frágiles que solo pueden exponerse unas horas para que no resulten dañados sus colores vivaces. Una ínfima parte de la obra de un estajanovista que madrugaba mucho, dibujaba hasta la noche y al que se le calculan unos 30.000 trabajos, la mayoría comerciales y alimenticios. Aun así, la muestra supone una oportunidad única de ver en Europa tanta obra reunida del curioso genio japonés que fascinaba a Vincent van Gogh: Esas olas son como garras, puedes sentir cómo el barco está atrapa- do en ellas escribió a su hermano Theo comentando La gran ola de 1831, la creación más célebre del japonés, parte de un encargo, una serie de 36 vistas del monte Futji, el volcán sagrado. Al verla en la atestada exposición sorprende su pequeño tamaño folio. Pero resulta emocionante contemplarla y buscar sus matices. El fervoroso budista Hokusai, cuyo nombre de pila era Takitaro, adoptó ese seudónimo artístico a finales del siglo XVIII. Fue uno de los muchos que empleó, algo que no era raro entre los pintores chinos y japoneses de entonces. En sus últimos años se hacía llamar Gakyo Roijin El hombre viejo loco por pintar Hijo adoptivo de un fabricante de espejos, dibujante excepcional y espíritu risueño, toda la vida vivió agobiado por la sombra de la bancarrota y haciendo frente a encargos sin cuento: tarjetas de recuerdo para efemérides, ilustraciones de poemarios; sus libros de manga, en los que contaba estampas de la vida cotidiana con dibujos en tres tonalidades, láminas eróticas, sus pinturas mayores... Prueba de sus aprietos es Hokusai, más allá de la ola Museo Británico. Hasta el 13 de agosto. Britishmuseum. org que fue vecino de 93 domicilios diferentes. Vivió en un Japón cerrado al mundo exterior, previo a la apertura de la era Meiji, donde la sociedad se dividía en cuatro estamentos: samuráis, granjeros, artistas y comerciantes. Aun así, entre 1824 y 1826, la Compañía Holandesa de las Indias del Este le encargó una serie de estampas costumbristas sobre Japón. Se cree que aquel contacto le permitió conocer cuadros de pintores holandeses, lo que lo llevó a experimentar con la perspectiva occidental. El resultado fue un cruce pionero entre lo oriental y lo europeo, que lo convirtió en un moderno que encandiló a los impresionistas. También a futuros talentos: Warhol y Hockney admiraban a Hokusai y tras ver la exposición cuesta no sospechar que maestros del cómic como Moebius o Milo Manara lo han fusilado a saco. Parece ser que conservó siempre un excelente humor. A los ochenta años decidió dibujar cada mañana un león chino y tirarlo luego por la ventana. Una suerte de exorcismo, que expulsaba a los demonios del hogar y debía traerle esa suerte que siempre le fue esquiva. Su hija que vivía con él, Oi, también una dotada artista, rescató algunos de aquellos dibujos y es casi mágico poder verlos. Todo le iba mal a Hokusai. Su primera mujer murió cuando él tenía treinta años. A los 68 perdió a la segunda. También a su único hijo varón, que iba para samurái y era el sustento familiar. Su taller ardió. Pero nunca aflojaron su buen ánimo y sus ganas de trabajar. Una exposición deliciosa. Y esta vez no es topicazo cursi.

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