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ABC MADRID 12-05-2017 página 28
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  • EdiciónABC, MADRID
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28 INTERNACIONAL VIERNES, 12 DE MAYO DE 2017 abc. es internacional ABC Las presiones al fiscal general adjunto cuestionan a Trump Asume ahora toda la responsabilidad de la destitución de Comey para desviar la atención MANUEL ERICE CORRESPONSAL EN WASHINGTON La destitución fulminante del director del FBI no ha hecho sino disparar una espiral política de largo alcance, exactamente lo contrario de lo que pretendía Trump. El cruce de versiones y contraversiones sobre las horas previas, en torno a lo sucedido con el fiscal general adjunto, marcó ayer unas horas en las que la niebla de la confusión, lejos de disiparse, ganaba en grosor. A grandes males, grandes remedios... y cambio de discurso. En medio de una jornada frenética de acciones y reacciones provocadas por la fulminante destitución del director del FBI, encargado de la investigación de las presuntas conexiones rusas con el entonces candidato republicano, volvió a surgir Donald Trump en estado puro. Después de una carta de destitución a James Comey en la que atribuía su decisión a la recomendación de la Fiscalía General el presidente se vio obligado ayer a asumir plenamente la decisión, sin faltar al insulto: Recibí las recomendaciones, pero de todas formas lo iba a destituir. Es un fanfarrón El giro al mensaje, que mediante una entrevista en la cadena NBC dejaba a la intemperie todos los argumentos de defensa de Trump lanzados por el vicepresidente Mike Pence y por la propia Casa Blanca, se producía al trascender que el fiscal general adjunto, Rod Rosenstein, había recibido presiones del propio presidente para que asumiera sus argumentos. En plena confusión, el afectado, segundo de a bordo en la Fiscalía (su jefe, Jeff Sessions, se recusó por sus conversaciones previas con el embajador ruso) se presentó de urgencia para explicarse en el Comité de Investigación del Senado, donde tendrá que comparecer en breve de manera formal. Entrevista en el despacho La Casa Blanca tuvo que reconocer que el presidente Trump se entrevistó en su despacho con Sessions y con Rosenstein el lunes, donde les escuchó y les pidió que el martes le remitieran los argumentos para la destitución de Comey Poco antes de pronunciarse la Casa Blanca, The Washington Post había dado cuenta de las presiones recibidas por el fiscal general adjunto en la discusión sobre los criterios, que habrían llevado a Rosenstein a plantearse la dimisión. Este último extremo fue desmentido ayer por el propio afectado, antes de la reunión informal con los senadores Richard Burr (republicano) y Mark Warner (demócrata) Pero Rosenstein reconoció sus discrepancias con los argumentos que esgrimía la Casa Blanca para fundamentar el despido de James Comey y, de forma implícita, con la forma en que Trump había gestionado el asunto. Reclamado por los demócratas para comparecer ante el Comité de Inteligencia, se complica la posición de Rosenstein, sobre Donald Trump junto a su vicepresidente, Mike Pence, en la Casa Blanca quien están puestos los ojos de la investigación que lleva a cabo por su cuenta el Departamento de Justicia. Se acabó la paciencia Minutos antes, el director del FBI en funciones, Andrew McCabe, en sustitución del destituido Comey, contradijo uno de los argumentos de Trump para relevar a Comey: El director contaba con el apoyo de los miembros de El director en funciones contradice al presidente El jefe del FBI en funciones contradijo uno de los argumentos para relevar a Comey, al asegurar que este contaba con el pleno apoyo de los agentes del cuerpo la Oficina Precisamente, ayer también trascendió ayer que el destituido director de la Oficina Federal de Investigación había entregado las últimas semanas nuevos datos al Comité del Senado, mientras reclamaba más fondos para continuar con la investigación. Un avance que, junto a su negativa a indagar en el espionaje que según Donald Trump había impulsado el presidente Obama contra su persona, habrían colmado el vaso de la paciencia del actual inquilino de la Casa Blanca. Pendientes de la posición final de los republicanos para profundizar o no en la investigación de las conexiones rusas, o de si existe un número su- MONNET CO. JOSÉ M. DE AREILZA LA ESPADA DE TRUMP El cese fulminante de Comey desata una tormenta más sobre Washington enry Kissinger, longevo entre los veteranos de la vida política norteamericana, guardará en su retina el cese del director del FBI, James Comey, una decisión tomada por Donald Trump horas antes de hacerse la foto con el ex secretario de Estado. El director de la agencia acababa de solicitar más recursos para investigar la interferencia de Rusia en las elecciones de noviembre. El presidente había dicho en público que Comey contaba con su confianza, aunque insistía en que los lazos más estrechos con Vladimir Putin los tenían los demócratas. La imagen de Richard Nixon despidiendo al fiscal especial del Watergate, Archibald Cox, viene enseguida a la memoria. Pero la des- H titución de Comey es más que una medida defensiva para tener bajo control al FBI, una agencia guardiana de la Constitución en palabras de su exdirector. La razón oficial de que Comey se marche mucho antes de cumplir diez años de mandato es su torpe investigación de los correos de Hillary Clinton, con declaraciones y conjeturas que pudieron interferir en la campaña. Al menos así lo dice la carta de Trump anunciándole el cese, en la que le agradece además que le haya informado tres veces de que él no está siendo investigado por sus conexiones rusas. Hay una tercera explicación más probable y banal, la rivalidad entre Trump y Comey. Ambos tienen a gala ser impredecibles. Hace unos días Hillary Clinton dio a entender que las sospechas de Comey sobre ella le hicieron perder las elecciones. Esto es algo que Trump no puede aceptar: la estrecha victoria gracias a la diferencia de 70.000 votos en tres Estados se debió solo a su talento y genio político. Nadie más puede compartir este mérito. La marcha de Comey, temen los asesores del presidente, tendrá un efecto boomerang y no parará la investigación del espionaje ruso. A partir de ahora, el Senado redoblará su escrutinio propio sobre del asunto, con más ahínco y sumando algunos apoyos republicanos. El cese fulminante desata una tormenta más sobre Washington, solo que el inquilino de la Casa Blanca esta vez descargará sin pararrayos.

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