ABC MADRID 09-05-2017 página 13

ABC MARTES, 9 DE MAYO DE 2017 abc. es opinion OPINIÓN 13 MONTECASSINO UNA RAYA EN EL AGUA HERMANN DE SOLDADOS, IDEOLOGÍAS Y TRAMPAS Se advierte al votante de que todo a la derecha de Merkel es perseguible y perseguido N todo Estado de Derecho debe darse una condición básica, previa, para que el sistema no sea una farsa y es que sus cuerpos armados no funcionen por directrices ideológicas. Las policías y los ejércitos ideologizados son un monstruoso invento de las ideologías redentoras del siglo XX con las consecuencias terroríficas que todo el que sepa algo de historia conoce. Hay policías tercermundistas ideologizadas y hay ejércitos que aun lo están. Entre estos, el caso más dramático en la actualidad es el del Ejército bolivariano creado por Hugo Chávez con ayuda, por cierto, de asesores españoles, algunos de los cuales hicieron una pequeña fortuna suministrando alfalfa tóxica de la peor especie leninista a los oficiales de aquel país. Para convertirlos en el Ejército más corrupto y pelele de la mafia que dirige aquel régimen. Son asesores conocidos porque en España dan clases de moralidad cuando allí dieron clases para imponer el terror y destruir a las personas críticas. Con ayuda de otros españoles que medran con Caracas, La Habana y la multinacional que une totalitarismo izquierdista, negocio legal y delito que es el Foro de Sao Paulo. El Ejército de Venezuela es su instrumento totalitario e ideologizado. Lo absolutamente inaudito es que en una democracia un ministro de Defensa acuse a su propio Ejército de estar lastrado por una ideología extre- E mista. Que ponga en duda la profesionalidad de sus oficiales y mandos. Y los acuse de encubrimiento de los extremistas dentro de sus filas. Pues eso es lo que hizo la ministra de Defensa alemana, Ursula van der Leyen. Vertió gravísimas sospechas sobre el Bundeswehr, Ejército federal alemán, antes de desatar en sus filas una caza de nazis que parece de brujas. Que encaja bien con la actitud general del Gobierno de Angela Merkel de movilización retórica contra el supuesto peligro nazi que ven en todo lo que no acepte su política de inmigración y el discurso de la corrección política. Todo comenzó con la detención de un teniente como sospechoso de preparar atentados terroristas. El teniente, un tal Franco. A. ultraderechista, se había inscrito como refugiado sirio. Con lo que quería implicar a refugiados sirios de los atentados que cometiera. Y dejaba en evidencia la ausencia total de garantías con que se registra a los refugiados. El Gobierno, en guerra contra todo el que pretenda ocupar el enorme espacio en la derecha que Merkel ha dejado libre con su permanente deriva hacia la izquierda, parece considerar que la detención del ultra es un buen motivo o pretexto para hacer una purga ideológica en el Ejército federal. Que si ha pecado de algo en misiones internacionales es de pusilanimidad de sus oficiales. Pues el Gobierno y la Prensa en Alemania, que son ya una piña contra todo lo que no les gusta, se han lanzado a buscar cuartel por cuartel la trama de infiltración nazi. Su máximo éxito ha sido retirar una vitrina en un pasillo con unos cascos de la Wehrmacht, el ejército alemán de la II Guerra Mundial. En otro cuartel han encontrado algún objeto más de recuerdos de militaria Aunque la ministra ha matizado sus palabras en contra de la oficialidad, el daño está hecho. Al nazismo hay que combatirlo. En el Ejército con sus servicios de información. Pero en Berlín prima la agitación pública antinazi que está de moda. Y la histeria no es inocente. Ante las elecciones federales de septiembre hay que advertir al votante alemán de que todo lo que está a la derecha de Merkel es perseguible y perseguido. Veremos en qué acaba esto. Algunos sospechamos que hay menos ideología en el Ejército alemán que miedo y falta de escrúpulos del Gobierno. En su guerra ideológica, claro. IGNACIO CAMACHO CUESTIÓN DE OPORTUNIDAD El centrismo de Macron es una vocación de estar más que de ser; de hallarse en el sitio preciso en el momento exacto ACA pecho Albert Rivera por unas elecciones que no ha ganado, ufanándose de un parentesco ideológico con Emmanuel Macron que ciertamente existe aunque no deja de resultar bastante vago. Ambos son resultado de sendas operaciones del establishment para levantar diques al extremismo y sobrevivir al hundimiento de los partidos clásicos, pero en Francia ese desplome ha sido drástico, total, mientras que en España el sistema vive todavía en una fase de deterioro mucho más matizado. De ahí la gran diferencia, la esencial, entre el líder de Cs y el nuevo presidente galo: los separa nada menos que el éxito, la fulgurante eficacia de un proyecto capaz de pasar de la nada al poder en el plazo de un año. Los aproxima, además del factor generacional, la voluntad de ocupar el mismo espacio. Esa tercera vía arbitral, basculante entre el liberalismo y la socialdemocracia, autorreferenciada en un reformismo moderado. Un centro más ecléctico que ambiguo; una voluntad de mayoría articulada sobre un programa de perfil pragmático. El centrismo como vocación de estar más que de ser; de hallarse en el sitio preciso en el momento exacto. Ahí es donde se ha situado Macron, o donde lo han colocado: en una circunstancia histórica oportuna, en una coyuntura estratégica providencial que ha sabido ventear y aprovechar mientras a Rivera aún no se le ha presentado. La clave de las elecciones francesas ha sido el voto útil, el voto del miedo frente al voto visceral o de rechazo. Pero en España ese instinto defensivo de las clases medias se sigue agrupando en torno al PP con todas sus grietas, carencias, corruptelas, lacras y pecados. El marianismo explota con acierto el razonable temor burgués a un populismo de ultraizquierda, antisistema, eurófobo y casi revolucionario; se ofrece como última garantía de estabilidad frente a una amenaza de destrucción del Estado. Y el PSOE aguanta mal que bien la embestida radical por su propio flanco. Eso condena a Ciudadanos al papel de bisagra, de corrector de errores, como un embalse de responsabilidad para ofrecer al votante decepcionado pero no rupturista un cauce representativo subsidiario. En Francia, el centro- derecha y la socialdemocracia se habían suicidado y Macron pudo alzarse, con arrojo meteórico, sobre los escombros del bipartidismo republicano. No es su ideología, ni su carisma de liderazgo, ni siquiera su posición en el espectro político lo que ha triunfado. Es el momento, la oportunidad, el lance, lo que le ha permitido al movimiento En Marcha iniciales de su fundador: indicio de narcisismo mesiánico una sazón acortada de plazos. Eso es lo que Rivera, en su proceso de maduración, todavía no ha encontrado. Ni tampoco Pablo Iglesias, pese a su impaciencia adolescente por lograrlo. Simplemente sucede que en España el sistema resiste mejor por mucho que parezca y acaso lo esté al borde del colapso. S JM NIETO Fe de ratas