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ABC MADRID 14-04-2017 página 13
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 14 DE ABRIL DE 2017 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA VIDAS EJEMPLARES LUIS VENTOSO EL ALGORITMO DE LA FELICIDAD Un directivo de Google pretende haber desentrañado la ecuación para ser feliz L catolicismo asume con naturalidad una realidad cierta: en esta vida nunca se alcanza un estado de completa felicidad. El premio gordo aguardaría en el más allá. Pero en Estados Unidos siempre han sido más optimistas o ilusos que en nuestro viejo orbe latino. Thomas Jefferson, el formidable político ilustrado, ya incluyó en la Declaración de Independencia de 1776 el derecho inalienable a la búsqueda de la felicidad. Hoy divagar sobre el concepto está de moda en el mundo anglosajón, con profusión de libros y la celebración en Miami de la primera Cumbre Mundial de la Felicidad. Mo Gawdat, egipcio nacionalizado estadounidense, es un informático muy brillante, que a sus 46 años ocupa un alto cargo en Google. Calvo, barbado y camisetero, como obliga el uniforme de Silicon Valley, Mo es un tío importante, que tenía mujer y dos hijos y está forrado. Le fascinaban las berlinas de lujo y con el pastizal que ganaba hacía colección: dieciséis en el garaje. Ha contado que en un arrebato online se compró dos Rolls- Royce de una tacada, pero fue solo una chispita de placer Veía su careto en el espejo y contemplaba a un infeliz Así que se lanzó a investigar la ecuación de la felicidad permanente, que llamó el algoritmo de la felicidad y dio pie a un best- seller Su fórmula reza así: La felicidad es igual o mayor que la diferencia entre el modo en que tú ves los aconteci- E mientos de tu vida menos tus expectativas sobre cómo debería ser tu vida Tras ese galimatías facilita varias conclusiones, como que las grandes ciudades reducen la felicidad. Explica que la dicha está dentro de uno y no fuera y que los seres humanos somos felices por defecto, como demuestra que un niño con sus necesidades básicas atendidas suele estar siempre contento. Recomienda no preocuparse por lo que todavía no ha ocurrido; se abona el viejo carpe diem para ser felices hay que vivir en presente. También es de gran ayuda el amor incondicional de tus seres queridos. Por muy figura de Palo Alto que sea, tampoco es que Mo haya descubierto la rueda. El budismo lleva desde el siglo IV a. C. recomendando lo mismo: evitar todo anhelo para alcanzar el nirvana. Locke ya señaló cuatro siglos antes que Mo que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias Erasmo de Rotterdam, en una frase que luego repetiría Tolstoi, explicaba que la felicidad consiste principalmente en conformarte con tu suerte y no querer ser lo que no se es A veces la realidad desborda la sensata lógica de los manuales. Mo vio su algoritmo de la felicidad sometido a una prueba horrible. Su hijo Ali, de 21 años, al que consideraba su mejor amigo, murió en una rutinaria operación de apendicitis. El ensayista asegura que su algoritmo lo ayudó a sobrellevar el drama, uno de los peores que puede vivir un ser humano. Incluso sostiene que llegó a sentir una cierta paz e incluso felicidad por el mero hecho de que al menos lo tuvimos en nuestras vidas Poco después de aquel golpe se divorció. De nuevo se consoló con las matemáticas: el 62 de los matrimonios se rompen tras la muerte de un hijo, recordó. Mo ha vendido casi todos sus coches y ha aterrizado. Visto una camiseta de 19 dólares y soy muy feliz, algunas veces es una de Pink Floyd y entonces todavía lo soy más bromea. Pero por muy new age y estupendos que nos pongamos, es imposible salir de la muerte de un hijo y de un divorcio sin muescas de dolor. Sin duelo no seríamos personas. El algoritmo de la felicidad, como todo lo humano, se torna así falible y quebradizo. Inane ante las últimas preguntas. IGNACIO CAMACHO PASIONES El relato expresionista de Pasolini es de una seca desnudez poética; el de Bach sobrevuela el alma con majestad soberbia A mejor película sobre la Pasión de Cristo está hecha por un ateo. Marxista y homosexual por más señas; una personalidad atormentada con difícil encaje en la Italia de los años sesenta. Expulsado por gay del tolerante Partido Comunista y procesado por blasfemo a instancias de la Iglesia, Pier Paolo Pasolini encontró en el Evangelio de Mateo un mensaje de esperanza comprometida e insurrecta. Así, plasmó la vida de Jesús en una larga cinta de excelsa desnudez poética. Sin amaneramiento ni estilizaciones: con una potente belleza expresionista, humilde, abrupta, seca, en la que las palabras del Mesías estallan como latigazos sin concesiones, como gritos que interpelan la conciencia. Proclamada por L Osservatore Romano como una cima del cine cristológico, la de Pasolini es una absoluta obra maestra. El cineasta boloñés se distancia de la iconografía bíblica convencional para componer su relato con una narrativa sincopada, fulgurante, fresca. Su fidelidad a Mateo es literal, incluida la Resurrección expresada en una elipsis visual de impactante eficacia estética. La imagen del dolor de María durante la crucifixión, un plano directo del rostro desesperado y contraído, es una cumbre de conmoción emotiva, desgarradora, directa. Toda la película transpira autenticidad; su propia imperfección, artesanal a veces, contiene la legitimidad de un esfuerzo de diálogo intelectual y moral propio de una mente honesta. El relato surge a borbotones, con el ritmo áspero y desigual de una conversación espontánea, sencilla, fresca. Una parte del fondo musical además de fragmentos de Mozart y de espirituales negros propios de la época la constituye la escalofriante partitura de la Matthäus Passion de Bach, como no podía ser de otra manera. En ese lirismo dramático coral se acentúa la grandiosa dimensión del sacrificio con toda su sobrecogedora potencia. El Cristo de Pasolini crepita más que habla; su voz vibrante es un exhorto casi crispado de dignidad, desprendimiento e independencia. El de Bach suena con la elocuencia de una bóveda barroca; sobrevuela el alma y llega al corazón envuelto en notas de majestad soberbia. Juntos conforman una imponente dualidad que provoca el escalofrío de una corriente alterna. Esa doble interpretación artística del Evangelio de Mateo, el más sobrio y preciso de los cuatro, constituye un compendio del sentido esencial de la Pasión, bien distinto de las estilizadas versiones de nuestra tradición semanasantera. Una vertiente íntima, intangible, de menos espectacularidad escenográfica pero dotada de idéntica intensidad y fuerza. El agnosticismo tolerante de Pasolini capta la sustancia del mensaje cristiano con la misma plenitud que el solemne rigor luterano de Bach. Juntos permiten vivir otros matices de la Semana Santa como fiesta abierta; ningún espíritu mínimamente sensible sale indemne de esa experiencia. L JM NIETO Fe de ratas

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