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ABC MADRID 09-03-2017 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN VIDAS EJEMPLARES PUEBLA JUEVES, 9 DE MARZO DE 2017 abc. es opinion ABC LUIS VENTOSO A LAS URNAS Si no se aprueban los presupuestos deberían convocarse elecciones U N país de la importancia de España no puede continuar sin presupuestos, paralizado por la debilidad parlamentaria del Gobierno y el jaleo doméstico del PSOE. Se espera que el Ejecutivo presente sus cuentas públicas a finales de mes. Si no consigue sacarlas adelante, debería convocar de inmediato elecciones y ofrecer a los españoles la oportunidad de conformar una mayoría sólida. España necesita un Ejecutivo más robusto, para que pueda dotar al país de unos presupuestos, la herramienta básica de gobierno, y para afrontar con la mayor musculatura posible la abierta sedición separatista, que lo cierto es que cada día da un paso más. Los españoles observan desmoralizados como la batalla contra el golpismo independentista se ha alquilado al TC, mientras el Gobierno de España se limita a abogar por un diálogo utópico y a salmodiar mansurronamente obviedades como que los sublevados se equivocan y que la ley hay que cumplirla. El discutible modelo territorial que hemos adoptado hace que la vida real de la gente, el grueso de los servicios públicos, corra a cargo de las comunidades, encargadas de la educación y la sanidad. Existen ministerios huecos, como Sanidad o Educación, que se han quedado en una especie de foros de buenos consejos. ¿Qué le queda entonces al Gobierno central? La política exterior, las directrices generales y, sobre todo, los presupuestos, que son lo que transforma las ideas en realidades. También, claro, las fuerzas armadas y la defensa de la unidad nacional, amenazada por una sublevación fanática. Rajoy fue investido en octubre, tras diez meses en funciones. Conforta ver que España ha vuelto a las canchas internacionales. También se han adoptado algunas medidas correctas, a lo que ha ayudado el sentido común y patriotismo de Javier Fernández, jefe eventual del PSOE, quien ha antepuesto el interés de España al sectarismo en boga. Pero a día de hoy los socialistas se niegan a sostener los presupuestos, porque los aspirantes a sus primarias del 14 de mayo temen que les perjudicaría ante una militancia radicalizada. La alternativa es buscar el apoyo de Ciudadanos, bisagra muy nerviosa ante el inicio de su declive, y del PNV, lo que obligaría a seguir desguazando el Estado para comprar votos nacionalistas. Los presupuestos están crudos. Tras soportar diez meses sin Gobierno, ¿debemos resignarnos ahora a vadear 2017 con las cuentas de 2016 prorrogadas? Esa chapuza no está a la altura de un país de la relevancia de España y además resulta lesiva para la economía y los ciudadanos. Unas elecciones inmediatas reforzarían al partido del Gobierno, merced a la evidente anemia de sus rivales: Ciudadanos ha pasado de moda y el desconcierto del PSOE es tal que incluso se vuelve a pronunciar el espectral apellido Sánchez. Rajoy sería tachado de oportunista en las tertulias al rojo vivo, pero dispondría de un argumento sólido: un Gobierno sin presupuestos no es un Gobierno y además hace falta una mayoría estable para afrontar la sedición separatista, sobre todo si al final no queda otro remedio que intervenir la autonomía. Navegamos en un bote parcheado, demasiado frágil ante una galerna. Si no hay presupuestos, urnas ya. CAMBIO DE GUARDIA GABRIEL ALBIAC THÉROIGNE Ayer, 8 de marzo, y en el empalago de tanta melaza institucional, Théroigne volvió a mi memoria U NA perseverante tradición le atribuye haber dado rostro a la Revolución Francesa, en torno a la cual Delacroix construye su gran óleo de 1830: La libertad guiando al pueblo Para entonces, hacía ya trece años que Théroigne de Méricourt había muerto, al cabo de un encierro siquiátrico de dos decenios y medio. Ni era francesa, ni se llamaba Théroigne de Méricourt. Para la valona Anne- Josèphe Terwagne, pequeña campesina belga, antes de ser legendaria aventurera por media Europa e insobornable revolucionaria tras su llegada a París en 1789, un nombre era poca cosa. Poca cosa, cualquier identidad. Cada cual se llama y es como decide. Y eso fue su vida. Pagó por ello. Como paga todo el mundo: vivir a la medida de sí mismo nunca sale gratis. Théroigne de Méricourt llamémosla así, puesto que así se ha convenido fue un personaje extraño. Puede ser que esos sean los únicos de verdad grandes. Aunque queden en el olvido. Son, en todo caso, los más desdichados: de esto hay muy poca duda. No se presentó jamás ni como mujer ni como hombre. Sólo como insurrecto. Sus vestiduras Michelet habla de tres variedades de la misma, en blanco, negro y rojo eran masculinas. Sencillamente porque para combatir, la ropa de mujer no le resultaba demasiado cómoda. Y Théroigne llamémosla Théroigne no concebía su presencia en una insurrección militar eso estaba en jue- go entre 1789 y 1793 más que como la de un soldado. Las crónicas de aquellos años dan razón de sus numerosos amantes. Sin distinción de sexo e incluyendo a un castrato, Giusto Fernando Tenducci, que, durante su estancia en Nápoles, trató de orientarla hacia el más apacible mundo de la ópera. Hizo cuanto le vino en gana. Era demasiado inteligente como para pararse en anécdotas dentro de un mundo donde continuar vivo cada noche era un colosal milagro. Aquel tiempo en el que despedirse de alguien la fórmula es de Chateaubriand era saber que tal vez nunca volverías a verlo Théroigne se lanzó a aquel tumulto con la lucidez de quien sabe que nadie sobrevive a un revolución que merezca ese nombre. Y, desde luego, ella no aparentaba ser de la especie de los que sobreviven. La odiaban los contrarrevolucionarios. Nada hay de extraño en eso: Théroigne no fue precisamente compasiva en el campo de batalla. La odiaban las revolucionarias. Nada hay de extraño en eso: las tricoteuses, las horribles parcas, destartalados adefesios que hacían punto al pie de la guillotina, veían en ella a un chicazo odioso y disoluto. Era guapa además, si hemos de creer los retratos y los relatos, sobre todo que de ella nos llegan. Y las tricoteuses aprovechan la caída de Brissot, en mayo de 1793, para linchar a la odiada amazona Es desnudada en público por aquel puñado de brujas jacobinas, azotada y encerrada en un manicomio. Hasta su muerte, el 23 de junio de 1827. Pasaron directorios, imperios, restauraciones, golpes diversos de Estado... Ningún régimen quiso saber de ella. Ayer, 8 de marzo, y en el empalago de tanta melaza institucional, Théroigne volvió a mi memoria. Tengo la convicción de que hoy la revolucionaria rara hubiera vuelto a ser linchada. Por las mismas de entonces: las tricoteuses, las entusiastas de una identidad que no tolera las ambigüedades. No fue mujer ni hombre. Fue cuanto le dio la gana. En cada instante. Con quien le dio la gana. Murió en un manicomio, desde el cual seguía escribiendo sus textos extraños. Perdidos en su mayoría. Porque apostar por el rigor es apostar por el olvido.

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