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ABC MADRID 24-02-2017 página 13
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 24 DE FEBRERO DE 2017 abc. es opinion OPINIÓN 13 EL BURLADERO UNA RAYA EN EL AGUA CARLOS HERRERA VALIENTE ABURRIMIENTO Desengáñense los partidarios: el referéndum no le interesa a nadie M E resisto a contar las columnas dedicadas al cansino asunto catalán. Hasta me lo dice mi madre: Nene, ¿no te estás poniendo un poco pesado? Pues es más que probable. Pero qué le voy a hacer, si he echado los dientes allí, y he conocido tantísima gente equilibrada y razonable que me sorprende que anden todos ocultos tras alguna cortina... Cuando escribo, lo hago con la confianza de que me lean y vuelvan al ser en el que les conocí, antes de ser abducidos por el discurso único, por la razón imperante, por la cantinela políticamente correcta. Sé que aquél que era normal y ahora se ha convertido en fervoroso independentista no quiere escuchar más cosas que las canciones de lucha o los fervorines de la causa, pero no cejo en intentar su reconversión en la gente sensata que siempre aparentaron ser. Cuando recuerdo la altura intelectual y personal de determinados catalanes a los que llevaré siempre en la memoria, me pregunto cómo es posible que se sientan representados por la mediocridad balbuceante del establishment actual. Aquellos hombres y mujeres de una pieza que conocí y admiré ¿tienen algo que ver con Puigdemont o Junqueras? Sé que no. Por ello me pregunto: ¿dónde están? ¿callados como puertas? No alcanzo a comprender tanto temor reverencial al nacionalismo xenófobo y absurdo que ha ocupado todos los renglones del relato catalán. No alcanzo. Entre los actores de ese mediocre sainete, por demás, andan a dentelladas por quedarse con el poder, como en las últimas escenas de la Caída del Imperio Romano. El pobre Puigdemont, que alcanzó un inexplicable púlpito el día que llegó a ser alcalde de Gerona (no digamos después) se está yendo. Y Oriol Junqueras lo quiere laminar. Posiblemente también Artur Más, al que los zarrapastrosos de la CUP a estos los llevo conociendo toda la vida se lo pulieron como gesto vitamínico de pureza embustera. Reunirse con Puigdemont no sirve absolutamente de nada: es un pobre hombre, un simple interino, y está deseando ocuparse de los semáforos de su ciudad. El Gran Astut, el hombre que consiguió derruir el imperio de los 62 parlamentarios de CiU y convertir el espejo de la burguesía catalana en un completo pelotón de escombros, trabaja por no perder el favor de la causa, pero lo más probable es que quede inhabilitado por los próximos diez años y, por lo tanto, quede para dar conferencias con Ibarreche, el tipo que basa su confianza en las olas que vuelven y vuelven, sin querer darse cuenta que igual que vuelven se repliegan. Entre ellos se traicionan, vengo a decir. Junqueras está loco por repetir elecciones y mandar en la Generalidad para enviar a esparragar a los otros dos y convertirse en el rey de la fiesta, para lo cual no le resulta prioritario el referéndum. Tiene que vestir el muñeco, sí, y decir que la consulta es su vida y tal y tal, pero sabe que no va a ninguna parte con ello y que lo más que puede conseguir es perder parte de la autonomía en lugar de conseguir la independencia. Desengáñense los partidarios: el referéndum no le interesa a nadie. Puede que a Ibarreche, el pobre, y algún pirado de los cuadros medios del independentismo catalán, tan bien pagado, pero a poco que Rajoy siga poniendo cara de Registrador de la Propiedad la viabilidad de la gilipollez es limitada. Muy limitada. Así que el hecho de encontrarse en la Moncloa uno y otro tiene poca, muy poca trascendencia. Ha servido, como mucho, para que los socios catalanes se traicionen entre ellos filtrando el asunto y desvelen lo poco que se fían unos de otros. ¡Anda que en seguida iba yo a confiar mi nuevo Estado a gentucilla como esta! IGNACIO CAMACHO MINUTO Y RESULTADO Ya hay hasta fiscales que protestan de su relevo como esos jugadores cabreados que le arrojan al entrenador la camiseta L periodismo de gasolina, ése que va oteando el horizonte en busca de hogueras que avivar, vive días de tan intenso azacaneo que no sabe para dónde correr con la lata. Antes la cosecha del escándalo estaba siempre en los predios políticos pero la calma chicha de la pax mariana constituye un erial mediático que reduce la especulación a hueca cháchara. En su lugar, la prédica incendiaria busca faena a destajo en los tribunales, que han empezado a ajustar cuentas con el pasado reciente de la corrupción y evacuan sentencias como fogatas de rastrojos en el secano de una actualidad agostada. Pronto veremos un Carrusel penal, minuto y resultado, en las puertas de las Audiencias y de las prisiones, sórdidos descampados en los que van a brotar plantaciones de cámaras. La acumulación de veredictos, querellas, resoluciones y providencias se ha hecho tan familiar que los españoles la han incorporado con plena naturalidad a la conversación de sobremesa. En las oficinas, los bares y las redes sociales la gente discute sobre la libertad provisional de Urdangarin, la condena de Rato o la fianza de Griñán con el mismo desenfadado arbitrio con que juzga las jugadas polémicas de la Liga o el estado de forma de los futbolistas estrella. Ya hay hasta fiscales que protestan de su relevo igual que esos jugadores cabreados que se retiran del campo arrojándole al entrenador la camiseta. Todos somos de repente expertos en derecho penal, procesal y hasta mercantil, y resumimos sumarios de miles de folios en frases de 140 caracteres sin la menor vacilación de conciencia. En ausencia de la política, o más bien en sustitución de ella, el Derecho se ha vuelto material de debate cotidiano a golpe de titulares de prensa. Por las tardes, al salir del colegio, las madres comentan la absolución de la Infanta mientras sus hijos juegan en los jardines de las plazuelas. En medio de esta banalización de la Justicia sorprende que los profesionales sean capaces de mantener su criterio con digna independencia. El sistema les ha confiado la catarsis del descontento popular por los años de abusos institucionales y tienen que ejecutarla con rigor jurisdiccional a sabiendas de que ellos mismos van a ser juzgados en la calle por una opinión pública animada de prejuiciosa ligereza. Salvo excepciones que fluyen a favor de la corriente de demagogia populista, los togados están resolviendo su tarea con lenta pero eficaz consistencia; sin dejarse llevar por la pulsión justiciera de las tricoteuses que esperaban al pie de la guillotina para ver rodar cabezas. Algunos sufren escraches, otros presiones, casi todos la desconfianza de una mentalidad social sesgada por la emocionalidad primaria, tanto más prepotente cuanto más lega. El esfuerzo jurídico por sobreponerse a esa atmósfera pasional es hoy la verdadera clave de bóveda del Estado democrático, la ultima ratio de su resistencia. E JM NIETO Fe de ratas

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