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ABC MADRID 19-02-2017 página 64
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64 CULTURA DOMINGO, 19 DE FEBRERO DE 2017 abc. es cultura ABC Enrique Vila- Matas, fotografiado poco antes de la entrevista en un hotel de Madrid ÁNGEL DE ANTONIO Se pueden hacer buenas novelas, pero el género exige renovación Entrevista Enrique Vila- Matas Escritor Mac y su contratiempo su último libro, es una poderosa historia sobre cómo ficcionar con la propia ficción y una carta de amor a la literatura INÉS MARTÍN RODRIGO MADRID Cuando Martín de Riquer (1914- 2013) tenía 95 años, el editor Jaume Vallcorba (1949- 2014) le dijo que había un señor que quería conocerle. Hubo un silencio y el medievalista le preguntó: ¿Y me hará reír? Esta anécdota, que Enrique Vila- Matas (Barcelona, 1948) no había contado nunca, le sirve para describir dónde reside, a su juicio, la esencia de la literatura: en la diversión. La risa como terapia, a través de los libros. De todos esos libros que el autor catalán lleva escribiendo más de 40 años y que le han llevado hasta Mac y su contratiempo (Seix Barral) su última novela. Una historia sobre la capacidad de ficcionar a partir de la propia ficción. En ella, aparentemente, Mac, un abogado en paro, empieza a fabular con la posibilidad de reescribir la ópera prima de su vecino, un reconocido y famoso novelista. ¿Es la ausencia de autenticidad la clave de la literatura? -Para mí sí. Se da vueltas en torno a un bucle, en el que se van repitiendo historias para modificarlas hasta el infinito. La inautenticidad vendría de la sospecha, por mi parte, de que auténtico no hay nada. Tom McCarthy dice que la autenticidad es el Santo Grial de la literatura. -Y por eso él argumenta que la novela está muerta. -Por eso el defecto de fábrica, que permite establecer esto a lo que me he dedicado toda mi vida: a buscar las posibilidades de la novela fuera de la novela del XIX. Aunque se pueden seguir haciendo buenas novelas, lo que exige una renovación es el género. Es el género el que está muerto. ¿Por qué se menosprecia la repetición, algo esencialmente literario? -Porque en España se ha maleado el concepto de repetición. Cuando se dice esto se repite es algo despectivo. Yo soy partidario de la insistencia, insisto siempre en ciertos temas, sin repetirme, porque me habría aburrido muchísimo. Al lector yo lo veo escribiendo las vivencias de la segunda parte de Mac. Este es un libro que con naturalidad va a continuar alguien. ¿Modifica el lector el contenido de una novela cuando la va leyendo? -Sí, me parece una consecuencia lógica de lo que hago en el libro. Los libros que quedan en manos de los lectores una vez publicados, que enseguida los transforman, son los que están bien. -En un momento de la novela, Mac dice que los grandes maestros de la literatura son imperfectos. -Sí, es que además no sé qué maestro puede haber perfecto. Una vez entrevisté a Salvador Dalí en su casa, en Cadaqués, y le pregunté si aspiraba a la obra maestra. Él dijo: Es que la obra maestra es la muerte ¿Cree que la ficción es la mejor forma de acercarse a la realidad? -Sí, sí. Las novelas basadas en hechos reales son absurdas, porque el escritor ha trabajado siempre con elementos reales, pero con la ayuda de la invención. De esa combinación salen todas La vida ordinaria Observación Cuando empecé a escribir, no tenía nada que contar y estaba preocupadísimo. Ahora me doy cuenta de la cantidad de cosas que suceden cuando no pasa nada las historias; lo demás es otra cosa, es el reportaje. Por eso ahora tienen mucho éxito las novelas que pueden ser titulares periodísticos. Me explico, ¿no? -Perfectamente. -Las editoriales, desde hace 30 años, te preguntan: ¿De qué trata el libro? Si trata de un tema que sea noticia de periódico, se puede publicar. Ahora, si la novela trata sobre los celos... Me imagino a Proust: ¿De qué trata el libro? Trata de los celos ¿Ah, sí, de los celos? ¿Cómo vendemos esto? Se está imponiendo la vertiente periodística de los datos reales para el marketing. ¿Qué problema tienen los escritores con la vida ordinaria? ¿Les asusta? -Por eso me ha gustado Paterson la película de Jim Jarmusch. -Es la capacidad de hacer extraordinario lo ordinario. -Sí. Me gustan las novelas de Julien Gracq porque todas están alrededor de la espera, el pensamiento se incorpora a la acción. El otro día vi en internet una cosa en la que iba a pinchar, pero no me dio la gana, que hablaba de que ya no pensamos. ¿Está de acuerdo? -Sí, la reflexión en sí, sí. Tampoco sé muy bien si no se piensa, pero es verdad que todo es muy inmediato, pensar queda como una actividad extraña. -Mac, Paterson y, si me lo permite, también usted se dedican a observar lo que pasa cuando no pasa nada. -Sí, y resulta que pasan muchísimas cosas. Para mí, siempre ha sido así. Cuando empecé a escribir no tenía nada que contar y estaba preocupadísimo. Con el tiempo, me doy cuenta de que es inagotable la cantidad de cosas que suceden cuando no pasa nada. ¿Por qué? Porque si no te aburres. Llevo dos diarios: uno es el dietario voluble, muy literario, donde he creado un personaje que escribe; el otro, que llevo desde el 85, donde no pongo nombres, sólo hechos, seco como la vida, como la nada. Los dos se compensan mucho. Donde no hay nada, me vuelvo loco e inmediatamente encuentro algo. ¿Pueden llegar a coincidir arte y vida? -Sí, jamás diría que no, porque sería cerrar una puerta maravillosa. Siempre pienso que si un día no escribo y en la calle alguien me pregunta por qué, podré contestar aquello de Duchamp, que es mi sueño: ¡Qué quiere usted, no tengo ideas! Será porque no tengo ideas, pero la satisfacción de poner eso en escena será otra idea, por lo tanto me he buscado un lecho para no desesperar. -Hablando de desesperanza, ¿cree en el valor terapeútico de la escritura? -Pero bien entendido. Los libros no están para autoayudarte. Los escritores no estamos para cambiar la realidad. ¿Y para qué están? -Escribir se ha vuelto algo imprescindible para mí y, además, enormemente divertido. Me costaría muchísimo renunciar a ello. Ese tipo de pasión, de aferrarme a la escritura como lo hago ahora, no lo habría hecho hace 30 años. Es una herramienta para sobrevivir. Terapéutico también puede ser, para combatir el dolor. Me gustaría que mis libros fueran terapéuticos, pero desde el punto de vista de la risa, de la diversión.

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