ABC MADRID 05-02-2017 página 39

ABC DOMINGO, 5 DE FEBRERO DE 2017 abc. es internacional INTERNACIONAL 39 El hombre clave La nueva Administración JAMES L. ROBART JUEZ DE SEATTLE Un experto en litigios raciales Un magistrado de consenso, con inclinación a defender los derechos de las minorías. Así se resume la trayectoria del juez federal James L. Robart, que ha saltado a la popularidad por frenar la polémica orden de la Administración Trump que limita el acceso a inmigrantes de algunos países. Aunque fuera designado por el presidente republicano George W. Bush, el Senado aprobó su nombramiento por unanimidad, en 2004. El juez, nacido en el Seattle (Washington State) donde ejerce su labor, se ha distinguido por resoluciones favorables a los afroamericanos en litigios raciales. Como abogado, había defendido causas de inmigrantes asiáticos. Steve Bannon es el poder en la sombra del trumpismo y quien azuza la agenda más radical de Donald Trump El hombre que susurra al presidente J. ANSORENA NUEVA YORK ridad de las fronteras de EE. UU. Tras recibir el permiso oficial oportuno, las compañías aéreas empezaron ayer a comunicar a los usuarios de los siete países afectados que sus visas volvían a ser válidas de nuevo. Aunque ayer por la tarde, según diversos medios, las agencias y aerolíneas no habían reportado aún un especial repunte de pasajeros, una vez conocida la orden judicial, Etihad Airways, la compañías bandera de Emiratos Árabes, y otras compañías como Qatar Airways, ya habían recibido el aviso e iniciado la comunicación a los usuarios. Aunque ha habido cierta confusión sobre el número de inmigrantes afectados por la orden ejecutiva, incluso cifras diferentes facilitadas por distintos departamentos de la Administración Trump, se calcula que los visados revocados inicialmente rondan los 100.000. Según datos oficiales obtenidos de las visitas temporales realizadas por personas de los siete países, en el último ejercicio contabilizado, 2015, entraron en Estados Unidos 86.000 personas. La gran mayoría de ellos por turismo o en viaje de negocios, aunque también llegaron algo más de 14.000 estudiantes. Si la aplicación de la orden ejecutiva ya fue caótica durante los primeros días, se espera que su revocación abra otra etapa compleja y de dificultades para los afectados, que previsiblemente se encontrarán con demoras. Fotogalería de imágenes de las protestas Un enjambre de periodistas rodeaba a Donald Trump a la salida del primer debate presidencial el pasado septiembre en la Universidad de Hofstra, a las afueras de Nueva York. Entre su séquito- hijos engominados, hijas y nueras con taconazo y melena rubia, esposa impertérrita y elegante, asistentes y guardaespaldas trajeadosquedaba en segundo plano una figura con una chaqueta arrugada, camisa sport y zapato blando. Steven Bannon llevaba entonces mes y medio como presidente de la campaña de Trump. Era una celebridad para la fuerte corriente alt- right de extrema derecha, que agitaba al electorado conservador. Los periódicos y televisiones tradicionales habían hablado de él, pero todavía era un desconocido para la mayor parte de EE. UU. Mientras los reporteros acosaban con preguntas a Trump y cuestionaban su temperamento y su posibilidad de llegar a presidente, Bannon miraba la escena con tranquilidad. Quieto, con las manos entrelazadas detrás de la espalda, esbozaba una media sonrisa confiada. Hoy, Trump es presidente de EE. UU. y Bannon es el poder en la sombra. Nada más ganar las elecciones, Trump le colocó como estratega jefe de la Casa Blanca. Fue la primera señal de una presidencia rupturista, que ahora se ha confirmado con una avalancha de órdenes ejecutivas. En algunas de ellas, como el polémico veto migratorio, se distingue la mano de Bannon. Si el trumpismo tuviera ideología, su mayor representante sería Steve Bannon. Durante un año y medio de campaña electoral, Trump surfeó una ola de descontento de un sector amplio de la sociedad estadounidense. No la creó, sino que la supo ver y consiguió ser su voz. Bannon, sin embargo, ya había dedicado muchos años a entender y azuzar ese descontento. Bannon, que vive en guerra permanente, se explica mejor por sus enemigos: las elites financieras, políticas y culturales que han dejado al estadounidense medio en la cuneta. Las multinacionales que con la globalización han destruido la clase media en EE. UU. para crear una nueva en Asia y, mientras tanto, hincharse los bolsillos. La clase financiera que provocó la crisis de 2008 y que se ha recuperado con vigor mientras que los que más la sufrieron ven sus condiciones laborales y salariales deterioradas. El establishment político- sin distinción de demócratas y republi- U Bannon deposita un informe sobre la mesa del Despacho Oval REUTERS El gran manipulador Portada del próximo número de la revista Time, dedicada a Bannon, al que califica de gran manipulador canos- que ha permitido y aupado el descarrilamiento de la América profunda. Y la progresía cultural de las dos costas que, mientras tanto, se ríe de ellos. Otro enemigo es la inmigración, ilegal e incluso legal. Para él, es otra forma de perder la soberanía de EE. UU. el país debe dejar de gastar energía y recursos en batallas en el extranjero, no permitir que otros quiten los trabajos a los estadounidenses, ya sea por globalización o por la llegada de inmigrantes. Trump lo hizo central en su mensaje: Lo primero, América Le han criticado por ser racista, ultranacionalista, antisemita, xenófobo. Él responde que es nacionalista económico Contra todo ello está Bannon en guerra, en una cruzada permanente, agresiva, ácida. Nacido en una familia de clase media de ascendencia irlandesa, no le falta un punto de re- sentimiento de clase. Se alistó en la armada nada más acabar el instituto, y después pasó por la universidad, hasta conseguir un MBA en Harvard. Trabajó en Goldman Sachs y como financiero en Hollywood, donde un golpe de suerte con una serie entonces poco rentable Seinfeld le convirtió en millonario. El dinero lo invirtió en documentales para defender su agenda nacionalista. Con Breitbart News, la plataforma de medios de la que fue dueño, encontró el altavoz con el que nutrir el descontento social. Sus noticias exageradas, con tintes racistas o machistas, son para él simples provocaciones para espolear a su público. Trump que es un multimillonario de Manhattan que se pasea en jet privado ha entendido que él no es la ola, solo el surfero. Por eso ha puesto ha dado manga ancha a quien mejor entiende la ola. Bannon tiene las puertas abiertas del Despacho Oval, y le ha colocado en el Consejo de Seguridad Nacional. Ha cedido a aprobar una orden ejecutiva sobre inmigrantes que es una bomba legal. Los medios contrarios le llaman la fuerza oscura, Darth Vader. Bannon prefiere compararse con Thomas Cromwell. Él sabe que el consejero que manejó los hilos de Enrique VIII acabó decapitado y con la cabeza pinchada en un palo en el Puente de Londres, pero está convencido que el movimiento que ahora domina la Casa Blanca gobernará EE. UU. durante cincuenta años según dijo a The Hollywood Reporter. Quizá dentro de medio siglo, Bannon repita la misma frase que ha utilizado desde que Trump se impuso, contra pronóstico, en las urnas: Os lo dije