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ABC MADRID 24-01-2017 página 12
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ABC MADRID 24-01-2017 página 12

  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA MARTES, 24 DE ENERO DE 2017 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU DEMOCRACIA REAL Lo que me faltaba es tener que hacerle al ayuntamiento su trabajo y encontrar un rato para ser el concejal de Urbanismo LEGO a casa después de un viaje y me encuentro en el buzón un sobre de color amarillo con el membrete del ayuntamiento de Madrid. Suelo asustarme cuando me encuentro sobres con un membrete de cualquier manifestación del Estado. El Estado jamás se dirigió a mí para tratar nada que fuera a mi favor. Ojalá fuera posible bloquearlo como hacen los tuiteros, al Estado. Ojalá fuera posible pintar de un brochazo en la puerta con sangre de carnero para que pasara de largo, el Estado. En esta ocasión, no se trata de una reprimenda, ni de una multa, ni de una llamada a filas. Lo que el ayuntamiento desea es mi participación en una forma experimental de consulta ciudadana para la toma de decisiones. Casi habría preferido una multa: se lee más rápido. El ayuntamiento quiere saber qué opino de un billete único en el transporte público y de una reforma urbana en la plaza de España. Hay algo también acerca de la boina de contaminación, que a estas alturas me resulta ya más entrañable que la de Pepe Isbert. Puede haber gente con una personalidad asamblearia y participativa a la que le resulte agradable que el ayuntamiento la ponga a trabajar y la obligue a leerse entero un proyecto urbano. Admiro, no ya su vocación cívica, sino su disponibilidad de tiempo. Yo atravieso como puedo unas jornadas saturadas que me convierten en un campeón de lo que la jerga tecnocrática llama la conciliación Dedico a los artículos menos tiempo del que requieren y llego al final del día tan extenuado que no me apetece ni procurarme una de esas resacas con las que trabajan los rapsodas del malditismo. Lo que me faltaba es encima tener que hacerle al ayuntamiento su trabajo y encontrar un rato para ser el concejal de Urbanismo o el de Transporte. Oiga, usted sabrá qué hay que hacer con la plaza de España, que para eso los vecinos de la ciudad le han delegado las decisiones a través del voto. Si existe un contrato social mediante el cual al Estado se le transfiere el monopolio de la violencia, pues con mayor motivo el monopolio del billete único. Si es usted indeciso o no tiene ni idea, apechugue o dimita, pero no socialice la decisión para no enfrentarse a ella, no socialice el error. Puede haber un estadio adolescente de la conciencia donde la participación resulte festiva y estimulante. Los sabios somos, en general, más proclives a la delegación. Yo puedo imaginar muy parecida a la mía la vida de aquel guionista de Hollywood a quien se le ocurrió una película en la que un hombre podía fabricar clones a los que endosar sus tareas ingratas, incluida la del sexo conyugal. Si yo pudiera fabricarme esos clones, aseguro al ayuntamiento que el clon que dedicaría a participar en la gestión municipal sería como poco el trigésimo que fabricara. Al primero lo pondría a escribir artículos, y así progresivamente hasta la liberación final. Lo del billete único, señor mío, cúrreselo usted, que para eso le pagan un sueldo. Pelmazos están con la democracia real. L COSAS MÍAS EDURNE URIARTE UNA RESISTENCIA DE PACOTILLA Los mismos que ahora celebran las marchas contra Trump defendieron que era perfectamente legítimo un Gobierno con Podemos B IEN es cierto que Podemos no ganó las elecciones en España, como sí lo ha hecho Trump en Estados Unidos, pero quizá la contradicción de los resistentes españoles contra Trump que no resistieron a Podemos aún sea mayor si recordamos que Podemos estuvo a punto de entrar en el Gobierno de España con el PSOE para evitar el Gobierno de quien sí había ganado las elecciones, el PP. Y los mismos que ahora celebran las marchas contra Trump defendieron que era perfectamente legítimo un Gobierno con Podemos, y, sobre todo, no mostraron preocupación alguna por la llegada del populismo de extrema izquierda a España, tampoco donde gobierna sin haber ganado, como en la Valencia de Mónica Oltra. Por supuesto, no convocaron una manifestación de resistencia contra el populismo allí donde la extrema izquierda sí ganó, por ejemplo, en Barcelona. No recuerdo una Marcha de las Mujeres contra Colau. Y si la hubiera habido tras su victoria en las elecciones, probablemente los mismos que celebran las marchas contra Trump habrían dicho que suponía una falta de respeto al resultado democrático. Estas son algunas de las contradicciones de la izquierda española, parecida a la americana, que no van a mejorar a un presidente, Trump, que es un gra- ve error de la derecha, pero sí ponen en cuestión los argumentos de sus críticos. Como bien les ha señalado Ed Morrissey a los de la autoproclamada resistencia americana en su blog de Hot Air, ustedes no son la resistencia, ustedes son la oposición The narcissistic petulance of The Resistence porque quienes pierden las elecciones en un país libre son la oposición y no la resistencia, y cuando te llamas resistencia a ti mismo estás mostrando que tienes dificultades para aceptar el resultado de una elección democrática. Resistencia es la de los opositores cubanos a la dictadura, esos que son perseguidos por el dictador, Raúl Castro, con el que Barack Obama firmó un acuerdo y a los que dejó de acoger en Estados Unidos precisamente por ese acuerdo. Y poco les ha importado a los de la Marcha de las Mujeres, más bien les ha parecido estupendo porque muchos de sus participantes no se movilizarían contra el dictador Castro como sí lo hacen contra un presidente democráticamente elegido. Y es que una buena parte de los de la resistencia está compuesta por los que votaron por el radical Bernie Sanders en las primarias demócratas, lo que pone en evidencia lo falso de su supuesta preocupación por la llegada del populismo al poder. Les importa un tipo de populismo, el de Trump, como a la izquierda española tan preocupada por Trump y tan exquisita con Podemos y demás movimientos de extrema izquierda en Europa. Y los valores machistas de Trump me parecen indudables aunque no mayores que los de algunos otros dirigentes de la izquierda. Pero la contradicción quizá más curiosa de la llamada Marcha de las Mujeres contra Trump es que estas mismas mujeres no se movilizaron contra Bill Clinton y sus historias con la becaria, aquello que considerarían abuso de poder si llegara a ocurrir con Trump. Tampoco han cuestionado el poco honorable papel de Hillary en aquella aventura de su marido ni su ascenso al poder a partir de la presidencia de Bill. Y no porque una buena parte de ellos sean votantes de Sanders más que de Clinton sino porque esos y otros aspectos poco presentables de la historia del Partido Demócrata con la igualdad de las mujeres no les parecen objeto de protesta. Lo suyo es resistencia, sí, pero más bien a los triunfos electorales de la derecha.

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