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ABC MADRID 26-12-2016 página 49
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC LUNES, 26 DE DICIEMBRE DE 2016 abc. es cultura CULTURA 49 Silencio un viejo proyecto que rondaba en la mente del cineasta J. M. CUÉLLAR ABC Cuando en 1988 se estaba realizando un pase especial de La última pasión de Cristo en Nueva York, Martin Scorsese conoció al arzobispo Paul Moore. Este regaló al director una copia de la novela histórica de Shusaku Endo titulada Silencio La obra fue recibida con muy buenas críticas cuando se publicó en Japón en 1966, al tiempo que generaba grandes debates y análisis sesudos, completos y muy rigurosos. La traducción al inglés llegó años más tarde y con ella creció la reputación de la novela como una profunda investigación y reflexión sobre la religión. Nada más empezar la lectura, Scorsese se sintió cautivado por la novela, hasta el punto de sentir que Silencio le hablaba personalmente, según llegó a confesar en petit comité Scorsese tuvo una infancia profundamente religiosa, tanto que llegó a plantearse comenzar el sacerdocio. De ahí su interés permanente por este tema. Con Silencio el director llegó a comentar que al leer la novela le sorprendió descubrir que planteaba asuntos muy profundos y serios sobre el cristianismo con los que, según él mismo, sigo luchando hoy en día. Llegado a este punto de mi vida pienso constantemente en la fe y la duda, la debilidad y la condición humana. Todos ellos son temas que la novela de Endo plantea de una manera directa El interés de Martin Scorsese por la novela incrementaba con cada lectura y empezó a trabajar en la adaptación al cine con su colaborador habitual Jay Cocks a finales de la década de 1980, con la intención de llevarla a la pantalla próximamente. Sin embargo, no encontraba el borrador exacto ni lograba financiación, hasta ahora. El filme se estrena el 5 de enero. de la humildad. Una vez más, desliza una lección citando un versículo del Evangelio según San Juan: Solo sé esto: una vez fui ciego, y ahora puedo ver Más difícil lo tuvo con La última tentación de Cristo (1988) Si Scorsese era ya inestable de por sí, como reconoció la que fuera su pareja, Sandy Weintraub, la polémica surgida por su particular versión del hijo de Dios, incomprendida por muchos al intentar plasmar cómo Jesús se enfrenta a las mismas tentaciones que cualquier persona, le superó. Pero, como siempre, supo levantarse. Si él no peleaba, alguien lo hacía por él. Así ha sobrevivido el genio incomprendido de Hollywood, que tenía una sensación malsana de muerte inminente, creía que iba a morir en un accidente de avión o que su salud iba a fallarle, y por eso tenía que conseguir todo lo que pudiera, cuanto antes recordaría el guionista Jonathan T. Taplin. Y siete años más tarde, el propio Scorsese, en el documental A personal journey with Martin Scorsese throught american movies resumiría así el dilema: No veo realmente un conflicto entre la Iglesia y las películas, lo sagrado y lo profano; creo que hay espiritualidad en las películas, aunque sea una fe sustitutiva El director, que era todo fobias y ansiedades que apretaba durante los despegues un crucifijo hasta que los nudillos se le ponían blancos, que vivía agobiado por supersticiones, una mezcla de catolicismo y otros arcanos de su cosecha buscaba protección en las películas, que le liberaban, le permitían ser valiente y enfrentarse a esos demonios que siempre le han perseguido. Johnny Boy, el bendito de Malas calles es el espíritu libre que Charlie nie- ga en su interior, un esbozo del Travis Bickle de Taxi Driver una versión más hermética y siniestra del mismo personaje. Gracias a las interpretaciones de De Niro, su actor fetiche, Scorsese pudo dar rienda suelta a su lado oscuro. Como dijo Steven Spielberg, Marty deja que Bobby se desmadre y pierda el control para que él pueda seguir controlando. Creo que Bobby está sencillamente maravilloso como extensión de lo que Marty podría haber sido, si no hubiera sido di- Colaboración Gracias a Robert de Niro, su actor fetiche, dio rienda suelta a su lado oscuro Influencias Fellini, Truffaut y Goddard le acercaron a la poesía del séptimo arte rector de cine De hecho explica Biskind en Malas calles Scorsese hace el papel del asesino a sueldo que viaja en el asiento trasero del coche que se lleva a Johnny Boy, igual que en Taxi driver interpreta al hombre armado que viaja en el asiento trasero del taxi de Bickle. Es una fantasía del director como asesino. Ahora, como artista, en cierta manera soy las dos cosas: gángster y cura llegó a afirmar. Una estrella Marty era la estrella. Estaba en un nivel totalmente diferente. Podía citarte películas, describirlas por tomas. Mientras nosotros nos dedicábamos a tontear, tratando de encontrar la exposición correcta, él ya empezaba a filmar esas joyitas recuerda el director Jim McBride en Moteros tranquilos, toros salvajes Sin embargo, su estilo no era nuevo, como el nombre de la corriente con la que renovó el desabrido sistema de los estudios de Hollywood. El cine europeo, que prefería ahondar en los aspectos más personales de los artistas y no sucumbir al negocio de la industria, tuvo gran influencia en Scorsese. En su casa no había libros, y fueron Fellini, Truffaut y Goddard los que le acercaron a la poesía del séptimo arte, convirtiéndolo en un autor no solo capaz de contar su vida a través de una cámara, sino también de expiar sus pecados detrás de ella. Aunque en su día se definió como un católico fracasado por ser incapaz de seguir rigurosamente la ortodoxia, Martin Scorsese descubrió que el cine era también una cuestión de fe, y se redimió filmando con clemencia la vida de hombres empeñados en descender al infierno.

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